Encuentro cercano romance Capítulo 100

Danitza se dirigió a Alejandro y trató de aclararle lo que había sucedido en su noche de bodas. Era una persona muy tradicional, y aunque nunca había querido hablar de lo sucedido, siempre había sido una cicatriz en su corazón.

—¿Un pasado humillante? ¿Qué quieres decir? —Alejandro se tensó enseguida, tenía toda la información de Danitza, desde el día que nació hasta el día de hoy, ¿había algo más que no supiera?

—Cof, cof. Así es, yo, yo… —Danitza estaba preparada para decirlo, pero aun así se sintió un poco triste cuando tuvo que decirlo.

—En mi noche de bodas… —La expresión de Danitza se volvió tensa, esa era la mancha de su vida.

—Olvídalo, no tienes que decir nada si no quieres, todo eso ya no importa, lo que importa es que ahora te va bien. —El inteligente Alejandro ya sabía lo que iba a decir Danitza.

Entonces interrumpió a Danitza para que no siguiera.

El mismísimo Alejandro no podía decirle a Danitza: «Perdona, pero fui yo quien te quité la virginidad en tu noche de bodas».

Danitza miró a Alejandro, en ese momento no se lo dijo a Alejandro porque el estado de su padre no podía demorarse más, y, además, solo tenían un contrato de dos años.

Pero ahora era diferente, estaba embarazada.

—Señor Alejandro, pase lo que pase en el futuro, lo que quiero decirte es que no voy a dejar a mi hijo, aunque me divorcie, puedo no pedir nada, pero quiero a mi hijo —Danitza dijo lo que pensaba. Aun sin su hijo, tampoco se iría sin ningún sentimiento de tristeza. Alejandro había entrado en su corazón sin que ella lo notara.

«¿Qué haría si tuviera un hijo y la familia Hernández no me deja llevármelo?».

—¿Así es como me ves? —Alejandro vio la mirada de determinación en el rostro de Danitza, «¿Qué está pasando? Ni siquiera he dicho nada, ¿y piensa que voy a separarla del niño?».

—¿Entonces puedes prometerme una cosa? ¿Puedes mantenerlo en secreto a la familia Hernández por ahora? —Danitza estaba pensando que, si Fernanda supiera que estaba embarazada, definitivamente le pediría ir a vivir a la casa vieja de los Hernández, pero su identidad era rara, no podía ir a vivir allí.

—¿Por qué? —¿Acaso era una vergüenza estar embarazada de su hijo? Alejandro sintió que Danitza se había puesto rara cuando supo que estaba embarazada de su hijo.

—Tu madre definitivamente me hará ir a la casa antigua cuando se entere, ¿y crees que es apropiado que vaya con mi identidad? —Danitza, sin ser pretenciosa, expresó sus preocupaciones.

Alejandro tampoco quería que Danitza fuera a vivir a la casa antigua, donde estaban sus dos hermanastros.

El abuelo había dicho que, quien tuviera un hijo o una hija primero, este o esta sería el heredero o heredera de la familia Hernández, y eso era heredar el negocio familiar de la familia Hernández. Y aunque sus dos hermanastros le echaban el ojo, no podían hacer nada al respecto. Por eso no quería que Danitza y su hijo salieran perjudicados.

Así que Alejandro tampoco tenía intención de dejar que Danitza corriera riesgos.

—Sí, pienso lo mismo. No es buena idea ir a vivir allí, estás bien en la villa. —Alejandro asintió con la cabeza y se puso a buscar un par de nutricionistas profesionales para mejorar la alimentación de Danitza durante su embarazo.

Danitza escuchó las palabras de Alejandro, pero estaba un poco decepcionada. «¿Ves? Tampoco tiene intención de dejarme ir a su casa, por suerte no esperaba nada».

Una vez dicho lo que había que decir, Alejandro y Danitza volvieron a quedarse en silencio.

—Vamos, te llevaré de vuelta primero, descansa un poco —Alejandro rompió el silencio mientras ayudaba a Danitza.

—Puedo ir por mi cuenta. —Danitza se hizo a un lado, no queriendo ser vista con Alejandro en gestos tan íntimos.

Una vez más, se hizo el silencio. Alejandro se adelantó y Danitza le siguió, y los dos salieron del hospital, uno tras otro.

—Señora, puede beberla, me he encargado de quitarle todo el aceite de esta sopa, no sabe absolutamente nada aceitosa y no la incomodará. —Lidia era lo suficientemente inteligente como para conocer las preocupaciones de Danitza.

—Muy bien. —De hecho, Danitza estaba segura de que últimamente no conseguiría tragar nada aceitoso.

Después de coger la sopa de pollo, Danitza la olió y era cierto, no había ningún indicio de grasa, solo olía a sopa de pollo.

A continuación, engulló también la sopa de pollo, afortunadamente sin que se produjeran arcadas.

Lidia observó cómo Danitza se tomaba la sopa de pollo antes de salir, porque el señor le pidió que debía cuidar bien a la señora.

—Señora, tome un poco de frutas, acaban de llegar y están muy frescas. —Otra mujer extraña llegó a la habitación de Danitza.

—Señora, soy Rosa Chasco, la nueva nutricionista —Rosa se apresuró a presentarse cuando vio que Danitza la miraba.

Danitza se quedó sin palabras, acababa de descubrir que estaba embarazada, no había necesidad de ser tan exagerado como para contratar a dos nutricionistas que no paraban de darle de comer, ¿intentaban convertirla en una cerda o qué?

—Déjalo ahí, ahora estoy un poco ocupada, comeré más tarde. —Danitza no le dijo nada a Rosa, pero cuando ésta se fue, llamó a Alejandro.

Los dos llevaban varios meses juntos y era la primera vez que Danitza llamaba a Alejandro.

—Hola, Danitza, ¿qué pasa? —Alejandro se alegró de que Danitza le llamara, por fin llegó su llamada.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Encuentro cercano