Encuentro cercano romance Capítulo 99

Danitza se apresuró a ir al baño y vomitó todo lo que había comido, hasta le salieron lágrimas por eso. Después de sentarse un rato en el inodoro para asegurarse de que se sentía mejor, Danitza salió del baño.

Limpiándose los ojos y todavía con hambre, Danitza volvió a sentarse a la mesa, pero esta vez fue aún peor, quería vomitar con solo oler la carne y el aceite de las empanadas.

—Diego, Diego, llévate estos dos platos. —Danitza se apresuró a pedirle a Diego que se llevara todo eso con carne, y solo quedó el arroz congee de verduras.

Después de apenas medio tazón, Danitza sintió malestar en todo su cuerpo y subió para acostarse un rato.

Seguramente se había divertido demasiado ayer y como había mezclado demasiada comida, tuvo un problema estomacal.

Danitza se acostó y se durmió rápidamente. Diego ya había reportado el malestar de Danitza a Alejandro, quien dejó el trabajo y regresó de inmediato.

Aturdida, Danitza sintió que alguien le tocaba la frente y también el estómago.

—Detente, tengo sueño. —Danitza se dio la vuelta y siguió durmiendo.

Pero entonces alguien se acercó y le tomó el pulso. Danitza tenía tantas ganas de dormir que ignoró quién era.

—Señor, creo que la señora está embarazada, puede ir al hospital para confirmarlo. —El médico de cabecera había tenido un día bastante ajetreado. Anoche le dio el suero a Alejandro durante toda la noche y aún no se había ido a la cama y de repente la señora empezó a tener malestares, por suerte era solo un embarazo.

—¿Qué? ¿Está embarazada? —Alejandro no lo asimiló en ese instante, no esperaba que Danitza estuviera embarazada de su hijo.

—Sí, señor, si no le gusta, puede hacer que lo aborte cuanto antes para que el cuerpo de la señora no sea perjudicado. —El médico de cabecera vio la cara de Alejandro y supuso que no le agradaba la idea de tener al bebé, porque todo el mundo sabía que al señor le gustaba Victoria.

—Vale, déjennos solos. —Alejandro pidió que salieran y se sentó en el borde de la cama de Danitza y la observó en silencio.

«¿Estás embarazada? ¿Qué debo hacer ahora?».

Danitza dormía profundamente y Alejandro no quería molestarla, así que mañana iría al hospital a confirmarlo, por lo que hoy iría a la oficina a comprobar qué debía hacer el marido cuando su mujer estaba embarazada.

Alejandro no sabía lo que sentía en ese momento, era una mezcla de felicidad por ser padre, de nerviosismo por serlo por primera vez y de angustia por la salud de Danitza.

Después de instruir a Diego, Alejandro volvió a la oficina, estuvo distraído toda la mañana buscando en internet qué podía comer una embarazada y qué debía hacer su marido para cuidarla.

Danitza durmió hasta la tarde cuando de pronto se despertó hambrienta, pero no quería comer nada más que un poco de arroz congee.

—Señora, ¿qué quiere comer? —le preguntaba Diego a Danitza, que acababa de bajar, antes de que ésta dijera algo.

—Arroz congee, no quiero nada más, solo ponle un poco de azúcar. —Danitza no quería comer nada grasiento.

—Sí, ya está hecho el arroz congee —Diego ya tenía todo preparado para ella, preguntó a las criadas que habían tenido hijos, y se enteró que había varios tipos de malestares, algunas no querían carne, a algunas les desagradaba el picante, a algunas el sabor agrio y a otras el dulce.

Entonces Diego preparó una ración de cada tipo y esperó a que Danitza se despertara, y dio la casualidad de que había arroz congee en los platos que preparó.

Al oír arroz congee, a Danitza se le abrió el apetito y se comió un cuenco de una sentada, pero luego volvió a vomitarlo todo.

—¿Qué? ¿Tomaba píldoras todo el tiempo? —La médica también estaba desconcertada.

—Oh, nada, no es nada, gracias doctora. —La cara de Alejandro no mostraba su alegría, pero le dio las gracias amablemente a la médica.

—Oye, algo no me cuadra. —Danitza seguía sin estar convencida, ¿cómo podía estar embarazada?

Pero Alejandro la sacó.

—Hay algún error, no puedo estar embarazada, sé que solo tenemos dos años y no haría eso de retenerte con un hijo, de verdad, señor Alejandro, debería ir a que me revisen de nuevo —Danitza insistió.

—He sustituido todas tus píldoras anticonceptivas por vitaminas —al ver que Danitza era insistente, Alejandro no tuvo más remedio que decir la verdad.

En ese momento, solo lo hacía porque la mujer no quería tener su bebé, así que cambió las píldoras de Danitza.

—¡¿Quééé?! ¿Por qué hiciste eso? solo nos queda poco más de un año y si tuviera un bebé nunca lo abortaría, ¡pero no puedo dejar a mi bebé sin padre! —Los ojos de Danitza estallaron en lágrimas.

Sí, ella deseaba mucho tener un hijo de Alejandro, pero si luego se divorciaban, el niño lo pasaría mal con cualquiera de ellos, además, no podía dejar abandonado a su hijo.

—Mi hijo tampoco va a vivir sin un padre, tendrá un hogar feliz. Danitza, deja que las cosas sucedan. —Alejandro estaba tan feliz que no sabía qué decir a Danitza.

—Pero Alejandro, ¿sabías que tengo un pasado humillante?

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