Con lágrimas en los ojos, Danitza le dijo a Alejandro que la dejara ir, que no quería volver a vivir así.
—Danitza, ¿nunca te he gustado? —Alejandro observó la mirada lastimera de Danitza y le preguntó.
—¿Pero esto importa? Solo no puedo soportarlo más. Somos como dos líneas paralelas, ¿por qué tendrían que cruzarse? —Danitza lloró.
—Quién te dijo que los dos somos como líneas paralelas. Las líneas paralelas no podrían llegar a casarse, y en este vasto mar de personas, fue a ti a quien yo elegí como mi esposa. Esto solo demuestra que nuestros destinos estaban destinados a juntarse. Niña boba, no puedo dejar que yte vayas de mi vida. —Alejandro tocó con su dedo índice la punta de la nariz de Danitza y luego la abrazó entre sus brazos.
Danitza se sorprendió, dándose cuenta de que Alejandro no había escuchado nada de lo que ella había dicho .
—Volvamos a casa. —Alejandro dijo al conductor, y éste se apresuró de entrar en la villa.
—Sal del coche, querida. Si no sales del coche, no me importa llevarte cargando hacia adentro. —Alejandro abrió la puerta del coche y se inclinó hacia Danitza.
—Saldré por mi cuenta. —Danitza sabía que Alejandro era un hombre de palabra, e inmediatamente indicó que se bajaría ella misma.
Mirando la villa en la que había estado viviendo durante meses, el corazón de Danitza se llenó de emociones encontradas.
No quería volver a ese lugar en absoluto, tenía demasiado dolor y sufrimiento. Pero, como siempre, esto no lo podía decidir ella, y solo le quedo suspirar.
—Señora Danitza, ¡ha vuelto!, ¡finalmente ha regresado! —Diego estaba tan feliz como un niño cuando vio a Danitza.
Realmente temía que una vez que Danitza se fuera, Victoria volviera para ocupar el lugar de ella. Afortunadamente, Alejandro no cometió tal error.
—Diego, ¿cómo has estado? —Danitza saludó a Diego.
—No muy bien. Señora Danitza, usted se fue sin decir nada, por lo que he sido regañado por el señor Alejandro muchas veces. —Diego intentaba dar un impulso a la relación de la joven pareja.
—Lo... lo siento mucho. —Danitza estaba un poco avergonzada. Cuando se fue en ese entonces, pensó que Alejandro se alegraría y firmaría los papeles de divorcio, pero no esperaba que las cosas fueran diferentes.
Alejandro tiró de Danitza hacia el interior de la casa y subió directamente. Aunque Danitza no quería subir, no era bueno poner resistencia delante de los numerosos sirvientes que estaban mirándolos.
—¡PLAM! —Cuando la puerta se cerró, el corazón de Danitza se agitó, pero Alejandro simplemente la jaló hacia su abrazo.
—Danitza, déjame explicártelo. —Alejandro era una persona a la que no le gustaba dar explicaciones, pero aun así tenía que hacerlo por ella o el malentendido seguiría haciéndose más grande.
—En primer lugar, quiero hablarte del bebé. El bebé tenía un problema congénito, el médico me lo dijó cuando fuimos al hospital esa vez. Tenía miedo de que te pusieras triste en ese momento, así que decidí contártelo cuando llegará la noche, pero... esa noche querías dormir temprano, así que no tuve tiempo de decírtelo..., al final, ocurrió aquel aborto espontaneo. —Alejandro besó la cabeza de Danitza y le explicó con voz suave.
Danitza no dijo nada Aunque fuera cierto eso, ella pasó por un aborto, entonces... ¿por qué él se había ido a Francia con Victoria?
—Mamá. —Danitza y Alejandro la llamaron al unísono. Uno con molestia y la otra con sorpresa.
—Bueno, mi pequeña Danitza, deja que mamá te revise. ¡Cielos! Has perdido mucho peso. —Fernanda tenía el corazón roto por Danitza.
—Ustedes dos, que no le dicen a su madre cuando Danitza está embarazada, y peor aún, ni me cuentan que ha sufrido un aborto. ¿Qué soy yo para ustedes? —Fernanda se dirigía a Alejandro, lo que fuera que estaba mal era culpa de su hijo.
—Mamá, el niño tenía un defecto congénito... —Alejandro también le explicó a su madre. Él también deseaba tener un hijo, y cuando se enteró de que Danitza estaba embarazada de él, se alegró muchísimo. Sin embargo, más tarde supo que el niño no era sano, por lo que también sufrió.
—¿Defecto congénito? ¡¿Pero no eras capaz de decírselo a tu madre?! ¡Danitza es tu esposa, y tienes que hacerte cargo de ella! Si la lastimas y ella te deja, será demasiado tarde para lamentarlo. —Fernanda miró ferozmente a su hijo.
Su expresión hizo que Danitza y a Alejandro tuvieran la ilusión de que Fernanda fuera la madre biológica de Danitza, y para Alejandro, la madrastra.
Al ver que Danitza estaba bien, Fernanda se sintió aliviada. Cuando pasó por allí hace un momento, escuchó a Diego decir que Danitza había regresado y se apresuró en subir, sin darse cuenta de que había arruinado la reconciliación de la cariñosa pareja.
Después de ver a su hijo y maldecirlo, Fernanda sintió que era hora de irse.
—Bueno, me alivia ver mi hija esté bien. Todavía tengo que ir al Salón de Tobías para rejuvenecer mi cuerpo, así que ustedes deberían discutir sobre si deben mudarse, ¡tu abuelo también está preocupado por ti! —Fernanda volvió a mirar a Alejandro antes de girar y marcharse.
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