Encuentro cercano romance Capítulo 114

—¡Mamá!, esa Danitza fue llevada de vuelta por Alejandro. ¡Esa perra!, ¿cómo puede seguir confiando en Alejandro, no debería odiarlo a muerte? —Victoria le dijo a Anastasia mientras estaba tumbada en el sofá, comiendo un poco de fruta.

—Cómo ibas a saber que esa zorrita iba a perdonar a Alejandro tan fácilmente, pero no te angusties, mi cielo, mamá encontrará la manera de ayudarte. Alejandro es solo tuyo, y nadie puede arrebatártelo. —Anastasia ayudó a Victoria a pelar la fruta, mientras su cabeza seguía planeando su siguiente movimiento.

—Pero los dos ya se han reconciliado, ¿qué debo hacer? Me enfada mucho cuando los veo juntos. —Victoria se metió la fruta que tenía en la mano en la boca con fiereza.

Mordió la fruta con tanta fuerza como si estuviera mordiendo a Danitza.

—Victoria, deberías aparentar ser amable en este momento y bendecir su relación. Además, ya no deberías tratar más con Danitza....El futuro es largo, deja que Alejandro piense que eres una mujer gentil y virtuosa, y espera a que llegue una oportunidad y atacaremos de nuevo. —Anastasia enseñó a Victoria.

Victoria reflexionó en ello y no hubo más remedio que hacer por ahora lo que decía su mamá.

***

—Danitza, ¿por qué no estás en la cama todavía? —Alejandro vio que Danitza seguía mirando algo bajo la luz de la lámpara.

Cuando escuchó la voz de Alejandro, se apresuró a cubrir lo que tenía en la mano.

—Alejandro... ¿has vuelto? Estás cansado, alistaré el agua del baño. —Danitza se apresuró a esconder sus cosas, por el momento no quería que Alejandro supiera que había ido a buscar trabajo como traductora.

—No es necesario, yo puedo hacerlo. Por cierto, Danitza, tú has descansado durante mucho tiempo, ¿por qué no vuelves a la empresa a trabajar mañana? —Alejandro sentía que si no veía a Danitza cerca, siempre se sentía vacío por dentro.

—De acuerdo. —Danitza estuvo de acuerdo, ella también quería estar con Alejandro, y podía hacer el trabajo de traducción en casa por la noche.

Al escuchar que Danitza había aceptado, Alejandro sonrió de alegría.

Al ver a Alejandro entrar en el baño, Danitza guardó sus cosas. Había hecho todo el trabajo de traducción en los últimos días, y podía ir a entregar el manuscrito pasado mañana.

Alejandro se duchó y salió con una toalla de baño cubriendo su cintura. Su cuerpo tonificado se veía especialmente sexi bajo la luz.

Danitza le echó una mirada y no pudo apartar los ojos de él, por lo que no pudo evitar tragar una bocanada de saliva.

Alejandro se acercó a Danitza y la envolvió con sus brazos.

—Danitza, eres muy amable. —Alejandro besó la cabeza de Danitza, le encantaba oler la fragancia que desprendía ella.

Danitza rodeó con sus brazos la cintura de Alejandro y apretó su rostro contra su pecho.

—Alejandro. —La voz suave y dulce de Danitza hizo que el corazón de Alejandro bombeara sangre a mil por hora, así que no pudo controlarse más, levantó a Danitza y caminó hacia la cama...

***

—Danitza, por fin apareces, realmente te hemos echado de menos. —Nora y Laura estaban en la entrada de la secretaría a primera hora de la mañana, dando la bienvenida a Danitza.

Danitza había venido hoy en el coche de Alejandro, pues le ha dicho que le dolía muhco la espalda y que no estaba en condiciones de tomar autobús, así que él la había traído.

—Yo también les he hechado mucho de menos. —El rostro de Danitza también brillaba de alegría. Finalmente los nubarrones se habían disipado y ahora salía el sol para ella.

—Vayamos a comer langosta esta noche, las tres solas, no invitemos a nadie más, o no podremos hablar a gusto. —El significado de Nora era obvio, no quería que Alejandro viniera.

—¿Te gusta? —La mirada de Alejandro seguía a Danitza todo el tiempo.

—Me encanta. —A Danitza le gustaba mucho plantas.

Se alegró de saber que a Danitza le gustaba. Ayer, Alejandro fue personalmente al mercado de flores para elegirla. El vendedor dijo que la flor era fácil de conservar, tenía un largo período de floración y era particularmente fragante, todo lo cual satisfacía los criterios de Alejandro.

—Tengo hambre, tengo algo para comer en el cajón. Por cierto, prepárame una taza de café. —Alejandro había estado esperando a que Danitza terminara de fanfarronear con Nora y las chicas y subiera a prepararle el café, pues su mujer hacía el mejor café.

Alejandro estaba pensando eso, pero el resultado no era el que tenía en mente.

Danitza cogió la taza y fue a preparar el café para Alejandro, pues hoy ella también estaba de muy buen humor, que ni siquiera se dio cuenta de que había servido agua fría en la taza cuando llegó a la despensa.

Cuando regresaba al despacho del presidente, Danitza seguía preguntándose por qué el agua caliente no echaba vapor hoy, pero su mente no parecía importarle este pequeño detalle.

Después de poner el café en el escritorio de Alejandro, Danitza se puso a trabajar. Su tarea era ayudar a Alejandro a leer algunos documentos insignificantes.

Alejandro recogió felizmente su café y tomó suavemente un sorbo, sus ojos entonces miraron a Danitza con una expresión contrariada.

Danitza sintió que Alejandro la miraba, por lo que ella también lo miró, y se sintió extraña ante la expresión de su rostro.

—¿Qué pasa? ¿No sabe bien? —Danitza preguntó a Alejandro.

—No..., no es nada. Está perfecto, me encanta. —Alejandro dijo eso y en seguida se bebió la fría taza de café.

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