Encuentro cercano romance Capítulo 139

—Estoy tan enfadada, muy muy enfadada. —Al volver a su habitación, Ema tiró despreocupadamente a la alfombra el brazalete de jade que le había regalado la abuela e Incluso lo pisoteó.

—¿Qué pasa, cariño? ¿Quién te hizo enojar? —Paulo tiró de Ema para abrazarla.

—Tu familia es muy molesta. Yo fui la primera nuera en tu familia, pero tu madrastra le dio a Danitza el brazalete de jade que es la reliquia de los Hernández. Y lo peor es que tu abuela me dio este estúpido brazalete de jade como si fuera precioso, ¿acaso intenta burlarse de mí? —Ema golpeó a Paulo en el pecho con rabia.

—¡¿Quéééé?! ¿La reliquia de los Hernández fue entregado a Danitza? Esto es realmente indignante, no me extraña el por qué estás tan enfadada. —Paulo también estaba muy enojado. «¿No dijeron que la entrega del brazalete sería justo? ¡No hay nada justo en esto! Ese brazalete de jade vale millones de euros. Esa Fernanda lo regaló, y ni siquiera lo dijo a la familia».

—Sí, mira ese estúpido brazalete. Apártalo de mi vista, no quiero volver a verlo. —Ema volvió a patear aquel brazalete.

Paulo recogió el brazalete de la abuela y le echó un vistazo. Aunque no era tan valioso como la reliquia de los Hernández, seguía valiendo unos cientos de miles.

—Este brazalete de jade no está mal, se ve muy bien. —Paulo consoló a su mujer.

—Llévatelo. No lo pongas delante de mí. Aunque la empresa de mi familia esté en bancarrota, no puedes engañarme con una cosa tan cutre. —Ema apartó el brazalete de jade de la mano de Paulo, y éste volvió a caer al suelo.

—Está bien, está bien, me lo llevaré, no te lo volveré a mostrar. —Paulo recogió el brazalete de nuevo y lo puso en otro lugar. Luego, abarzó a Ema y la llevó hacia la cama.

***

—Ja, ja, ja, Danitza, ¿has visto la mirada de Ema cuando mencione lo del brazalete? Debe de estar echando humo de las orejas. ¡Qué gracioso!. —Laura se agarró al brazo de Danitza y se rió a carcajadas.

—Tú también te ves graciosa. Mira tus arrugas que se forman cuanto te ríes, Ji, ji, ji. —Danitza tocó la cara de Laura y se río de ella. Efectivamente, Laura dejó de reírse rápidamente.

—¿Verdad? Siempre he pensado que mi piel no es tan buena como la tuya. —Laura se tocó nerviosamente su rostro con las manos.

—No, solo estaba bromeando. Vayámonos. mamá todavía nos está esperando. —Tras salir de la habitación de la abuela.

Laura arrastró a Danitza a un lugar apartado y allí continuó riéndose.

—¡Oh!, cierto, me olvidé de que todavía nos está esperando. —Laura siguió a Danitza para encontrarse con Fernanda.

Aunque a la abuela no le gustaba mucho Danitza, a ésta no le importaba demasiado. De todos modos, tenía que trabajar durante el día, así que solo la vería un rato por la noche. Era Fernanda quien tenía que sufrir viéndola todo el día.

Fernanda había esperado a Danitza y Laura durante mucho tiempo. Tenía miedo de que sus hijos sufrieran por culpa de la abuela. La abuela Hernández siempre había sido hostil con Fernanda, así que no sería amable con los hijos de ella, especialmente con Danitza.

—Mamá, estamos de vuelta. —Laura y Danitza volvieron de la mano. Al ver a Fernanda, ambas corrieron a sus brazos y la besaron.

—Bueno, la abuela no les ha puesto las cosas difíciles, ¿verdad? —Fernanda vio que sus expresiones eran normales.

—¿Quizás sí? Danitza y yo estábamos cansadas de ayudarla en acomodar todas las cosas. Pero ella solo elogió a Ema, diciendo que ella era la más capaz y obediente. Incluso le regaló a Ema un brazalete. —Se quejó Laura ante Fernanda.

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