Encuentro cercano romance Capítulo 140

La abuela Hernández se levantó de golpe y todos en la mesa la miraron.

—Abuela, no te enfades, que acabas de recuperarte. Siéntate y trata de calmarte. —En ese momento, Ema se acercó apresuradamente a la abuela y la ayudó a sentarse.

La abuela Hernández se sintió aliviada y quiso aún más a Ema. Tenía un buen concepto de su propia nieta política. Ante sus ojos, solo tenía unos pocos nietos y solo trataría bien a las esposas de Rolando y Paulo.

—Vean, Ema es un amor de nieta, deberían de aprender de ella. Yo que los he cuidado tan bien, realmente me duelen. —La abuela Eva regañó a la gente que la rodeaba.

La esposa de José curvó los labios. «¿Qué quiere decir la abuela con eso?». José fue criado por una niñera y solo Alfonso fue criado por la abuela. Pero lo más ridículo era que la abuela Hernández llegó a emparejar a Alfonso con una de sus parientes lejanas, obligándole a casarse con ella. Esa mujer era tan rústica que hasta la esposa de José le caía mal.

El abuelo Fernando no dijo nada más, no quería ver a su esposa de todos modos. Después de comer, se fue con la ayuda de alguien.

La abuela Hernández habló cariñosamente con Ema. Los demás habían terminado de comer y se estaban marchando, pero las dos se sentaron en el sofá del salón y siguieron charlando.

—Todos ustedes son miembros de la familia Hernández. ¿Por qué quieren irse después de terminar de comer? ¿Nadie quiere quedarse conmigo? —La abuela se enfadó aún más al ver que todos se alejaban de ella. «Fernanda debe de haberlos puesto a todos en mi contra. ¿No me están menospreciando?».

—Mamá, voy a limpiar la cocina. —Fernanda iba a limpiar la cocina todos los días. Le apasionaba la limpieza y no quería que las cosas estuvieran desparramadas por todas partes.

—Abuela, nosotros iremos a leer. Pronto tendremos un examen muy importante. —Dijeron los dos hijos de José a la abuela.

—Está bien, solo váyanse. Ustedes son realmente molestos, lo bueno es que tengo a mi Ema conmigo. —La impresión que tenía la abuela sobre Ema fue aún mejor.

—Vámonos. Las dos quieren charlar. Déjame mostrarte la ropa que compré hoy, realmente son hermosos. —Laura apartó a Danitza.

No le gustaba la abuela Hernández. De todos modos, a la abuela tampoco le gustaba ella. A quien le gustaba halagar a la abuela debería quedarse para conversar con ella.

Danitza siguió a Laura escaleras arriba y fue a la habitación de Laura.

—No entiendo a Alejandro. ¿Se ha encaprichado con una zorra como esa? No niego que sea bonita, pero no sabe hacer nada. —La abuela miró a Danitza alejarse y se lo dijo a Ema.

—Ema, tú has nacido en una familia rica. Tu temperamento y educación son de los mejores, por eso no me extraña que a Paulo le gustes tanto. A mí también me gustas. —A la abuela le gustaban muy pocas personas de esta familia, pero aun así le parecía que era mucho mejor estar ahí que en los suburbios.

Aquí podía disfrutar de buena comida y mucha diversión. Aunque la exmujer de Alfonso cocinaba para ella en los suburbios, su nivel culinario era realmente malo.

La abuela había insistido en vivir en los suburbios como protesta en contra del divorcio de Alfonso con Mónica. Sin embargo, su protesta no tuvo ningún efecto. Alfonso seguía casado con Fernanda, y Alfonso solía llevarla de regreso a la mansión de la familia Hernández en los primeros años.

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