—Danitza, realmente eres mi tesoro. Ven y dame un beso. —Alejandro ahuecó la cara de Danitza con sus manos, pero Danitza tenía una mirada de dolor.
Cuando le tocó donde le habían abofeteado, Danitza se retorció de dolor.
—¿Qué pasa? —En ese momento, Alejandro descubrió que la cara de Danitza estaba un poco hinchada. Estaba tan concentrado en la negociación, además, Danitza se cubría la cara con el pelo, que le fue imposible notarlo.
—No es nada. —Danitza dijo que estaba bien, pero algunas lágrimas de dolor cayeron por sus mejillas.
—¿Cómo podrías estar bien? Mira esas huellas dactilares. ¡¿Quién te abofeteó?! —La cara de Alejandro se ensombreció.
Su mujer recibió una bofetada, e inmediatamente estalló en cólera.
—Te dije que estoy bien. Vámonos, que estoy muy cansada. Necesito descansar. —Danitza no quería decir nada.
No estaba de humor para hablar de lo que había pasado en casa de los Hernández en ese momento.
—Danitza, ¿qué te ha pasado en la cara? —Laura se acercó a recoger sus cosas y vio que Danitza se limpiaba las lágrimas nada más entrar en la habitación. Entonces, vio una marca roja en su rostro.
—Alejandro, ¡¿abofeteaste a Danitza?! ¡¿Por qué?! ¡¡¿Por qué lo has hecho?!! — Laura tiró de Alejandro y lo culpó de mala manera. Ella pensaba que Alejandro había hecho esto.
—No fue Alejandro. Laura, déjalo. —Danitza tiró de Laura.
«¿No fue Alejandro? Entonces, ¿quién lo hizo?». Laura miró la cara de Danitza con angustia. Esta marca era tan grande, tan roja, que no debería haber sido provocada por la mano de una mujer.
—¿Fue papá? —Laura pensó de repente en los hombres de la casa. En ese momento, el único hombre que quedaba en la casa era su padre, ya que sus tres hermanos se habían ido a trabajar.
—¡¿Es papá?! ¡¿Por qué se atrevió a abofetearte?! —Alejandro tiró de Danitza y estuvo a punto de ir a enfrentarse a Alfonso.
Esto asustó tanto a Danitza que lo detuvo de inmediato.
—Es por las noticias de hace poco. No sé quién tomó las fotos e hizo los titulares, así que papá se enfadó cuando los leyó. Me pidió que le explicara, pero estaba apurada por ir a recoger a la señora Chloé que no tenía tiempo de explicar. Entonces, la abuela no me dejó ir, y en el forcejeo, no sé qué pasó, pero ella se cayó al suelo, así que papá me abofeteó por eso. —Danitza le contó a Alejandro lo que había pasado en casa esta mañana.
—Es la abuela otra vez. Nada estará bien mientras ella esté cerca. Seguro que fingió su caída y ella te culpó de esto, ¿verdad? —Laura no tenía una buena impresión de su abuela.
—No importa, ¡mi esposa no puede ser intimidada por ellos! Vamos, definitivamente te ayudaré. —Alejandro no pudo calmarse después de escuchar las palabras de Danitza.
Danitza era su esposa y siempre la defendería pase lo que pase.
—¡Eso es! Debes enfrentarlos, Danitza, no tengas miedo. ¡Alejandro y yo te ayudaremos! —Laura también estaba bastante enfadada. «¿Qué pasa con nuestra familia? ¿Acaso están locos?».
***
—¿Qué? ¿Se ha quejado contigo? —Alfonso estaba bebiendo té y charlando con la abuela en el salón. Al ver que Alejandro volvía agresivo, levantó la vista y miró con odio a Danitza.
—¡Abuela, no!. ¡Mira a Danitza, es tan arrogante! Debemos hacerle ver que ella cometió el error y debe asumir las consecuencias. —Laura no cedió y se lo puso muy difícil a la abuela.
—Papá, hazlo para que puedas mostrar a los demás de que aquí no se puede tener ese tipo de comportamientos, ya que tenemos cámaras de vigilancia en esta casa. —Alejandro se negó a ceder.
—¡Muy bien, hagámoslo! —Alfonso fue provocado. Quería convencer a Danitza de que estuvo bien que la abofeteara.
Era inútil que la abuela los detuviera. Alfonso y Alejandro habían encendido la televisión y conectado el sistema de vigilancia.
Todo lo ocurrido por la mañana se reveló delante de todos. Primero, Alfonso tiró el periódico a los pies de Danitza, y luego, la abuela fue a tirar de Danitza para evitar que se fuera. El sonido se grabó en las imágenes y todos pudieron oírlo claramente.
Danitza solo quería sacarle el brazo, pero la abuela miró a Danitza, y cuando Alfonso no los miraba, ésta se cayó sola. Entonces, Alfonso al ver a su madre en el suelo, abofeteó a Danitza en la cara.
La verdad fue vista por todos. Entonces, Alfonso miró a la abuela, que bajó la cabeza n señal de culpabilidad.
—Tal vez mis piernas se debilitaron. —La abuela seguía defendiéndose, pero su expresión en la grabación mostraba que intentaba inculpar a Danitza.
Alfonso también parecía muy nervioso, pero como había abofeteado a Danitza, no dejarían que ella le devolviera la bofetada, ¿no? Así que no dijo nada más.
—No podemos dejar pasar esto por alto. Ustedes son la abuela y el padre de Danitza ahora y no pueden intimidarla aprovechándose de estos trucos. Dejaré este asunto a Danitza y espero que en el futuro, no causen problemas en casa. El abuelo siempre ha querido que todos vivamos en armonía, no yendo unos en contra de otros. —Cuando Alejandro dijo esas palabras, incluso miró a Mónica. Aunque él no la mencionó a ella, Alejandro también pensaba que ésta era alguien difícil de tratar.
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