A Alejandro no le interesaba ver la miserable espalda de Roberto, lo que le interesaba ver ahora era la bonita cara de Danitza.
Esa chica era bastante guapa, pero ¿qué hacía con la boca fruncida? Debía ser que Roberto acababa de cabrearla.
—Señor Alejandro, ¿se olvida de que ya no soy empleada del Grupo HD? ¿No se acuerda de que me han despedido? Bueno, le dejo que siga de compras, adiós. —Danitza pensó en Nora que seguía entretenida por Mauricio y se preocupó más, temiendo que su mejor amiga saliera perdiendo.
Danitza realmente no quería ver a Alejandro, aunque era como un héroe que aparecía cada vez que estaba en problemas, su forma de hablar tan cortante realmente había herido a Danitza.
—Espera, ¿quién te ha despedido? Yo soy quien manda en el Grupo HD. ¿Quién se atreve a despedir a mi personal sin mi permiso? Tranquila, quien se ha atrevido a despedirte ha sido echado a la calle. Hoy no te lo cuento, pero mañana tienes que ir a trabajar —Alejandro tenía pinta de ser un buen tipo.
—¿Puedo volver a trabajar mañana? —La actitud de Danitza mejoró cuando se enteró de que podía volver a trabajar en el Grupo HD. El Grupo HD era el único lugar en toda la Ciudad R que ofrecía el mejor salario y condiciones. Dentro de dos años tendría que divorciarse de su actual marido y mantenerse a sí misma, y el Grupo HD era sin duda el mejor lugar para trabajar.
—De todos modos, si no vas, cuento como que te has escaqueado del trabajo, tú verás. —Alejandro miró el sedoso cabello de Danitza y realmente sintió deseos de tocarlo. Hacía muchos días que no regresaba y tanto él como esa parte de su cuerpo extrañaban terriblemente a Danitza.
Pero pensó que debía contenerse. Ya tenía veintiocho años, pero ahora parecía que no podía controlarse.
—Sí, señor Alejandro, mañana llegaré al trabajo puntualmente. —El día de Danitza mejoró en ese momento.
Dicho esto, Danitza se dirigió a Nora, olvidando que aún llevaba el vestido que se estaba probando.
—Espere. —La vendedora vio que Danitza se alejaba y fue tras ella.
—¿Qué pasa? —le preguntó Alejandro mientras la miraba.
—Señor Alejandro, la señorita no ha pagado todavía —la vendedora terminó de hablar y asintió a Alejandro.
—Déjala ir. Yo lo pagaré. Si en el futuro vuelve por aquí, dale las últimas novedades y apunta el dinero en mi cuenta, pero, tendréis que ocuparos de no hacerle enterar de que soy yo quien se lo ha pagado —dijo y se fue.
La vendedora estaba boquiabierta. «La mujer de antes tampoco era muy guapa, pero ¿por qué el señor Alejandro le trata tan bien? Qué afortunada es. ¡Tengo que hacer correr este chisme!».
Fue a compartir el cotilleo con sus compañeras.
—Oye, he tenido la amabilidad de cuidarte una noche entera, pero tú vas y me golpeas sin razón. Ahora que te he atrapado, no te saldrás con la tuya. —Mauricio abrazó a Nora con fuerza.
Nora no pudo liberarse, así que puso una expresión de dar pena.
—Señor, lo de la otra vez fue culpa mía, te pido disculpas. ¿Quieres devolverme la bofetada? Venga. —Nora le acercó la cara, pero mantuvo los ojos bien cerrados.
«Es mejor que me devuelva la bofetada a que en el futuro se meta con mi familia», pensó Nora.
En cambio, a Mauricio le dio gracia su petición. «¿Soy esa clase de persona? ¡Cómo le voy a devolver la bofetada!».
Pero la mano de Mauricio se acercó a la cara de Nora, y sintió el impulso de tocarla con sólo mirar su piel rosada.
Una mano grande y cálida le tocó la cara y Nora se sobresaltó al tiempo que volvía a abrir los ojos para mirar a Mauricio.
—Alejandro, creo que esas dos chicas son muy interesantes. —En no muy lejos, Alejandro y Mauricio miraron a las dos mujeres que lloraban y reían, con el corazón lleno de celos.
—Vamos, ¿no ibas a dejar que te invitara a una copa? —Alejandro estaba de mejor humor. Haber conseguido que Danitza volviera a trabajar hacía que su vida fuera mucho más interesante. Esa mujer era realmente interesante.
Danitza regresó al Grupo HD con sus pertenencias en brazos. Había llegado lo suficientemente temprano para no llamar la atención de los demás.
Después de colocar todas sus cosas, empezó a limpiar en la oficina.
Estaba demasiado contenta de poder volver al Grupo HD y no pudo evitar tararear mientras barría el suelo y empezaba a fregar.
Para entonces ya estaba llegando gente, pero cuando vieron a Danitza fregando el suelo, la miraron de nuevo.
«¿Qué respaldo tiene esa mujer para hacer que Isabel, que llevaba diez años trabajando en el Grupo HD, fuera despedida repentinamente? ¡Es mejor no ofenderla!», pensó alguien.
Pero había algunas que iban de arrogante como Camila, que, apoyándose de su familia rica, miraba con desprecio a Danitza.
—Vaya, sí que trabajas duro, ¿estás fregando el suelo? ¿Por qué haces un trabajo tan humilde? No estás para hacer eso —Camila se acercó a Danitza y le habló con un tono raro. Colocó su bolso en la mesa y se puso de brazos cruzados mientras miraba a Danitza.
Danitza siguió fregando el suelo, sin contestar a las palabras de Camila. Para ser sincera, no sabía cómo contestarla, por lo que pensó que era mejor no meterse en líos.
Pero Camila era arrogante, y cuando vio que Danitza la ignoraba, se enfadó tanto que se acercó al lugar donde Danitza había fregado y dejó un montón de huellas.
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