Encuentro cercano romance Capítulo 43

A Alejandro no le interesaba ver la miserable espalda de Roberto, lo que le interesaba ver ahora era la bonita cara de Danitza.

Esa chica era bastante guapa, pero ¿qué hacía con la boca fruncida? Debía ser que Roberto acababa de cabrearla.

—Señor Alejandro, ¿se olvida de que ya no soy empleada del Grupo HD? ¿No se acuerda de que me han despedido? Bueno, le dejo que siga de compras, adiós. —Danitza pensó en Nora que seguía entretenida por Mauricio y se preocupó más, temiendo que su mejor amiga saliera perdiendo.

Danitza realmente no quería ver a Alejandro, aunque era como un héroe que aparecía cada vez que estaba en problemas, su forma de hablar tan cortante realmente había herido a Danitza.

—Espera, ¿quién te ha despedido? Yo soy quien manda en el Grupo HD. ¿Quién se atreve a despedir a mi personal sin mi permiso? Tranquila, quien se ha atrevido a despedirte ha sido echado a la calle. Hoy no te lo cuento, pero mañana tienes que ir a trabajar —Alejandro tenía pinta de ser un buen tipo.

—¿Puedo volver a trabajar mañana? —La actitud de Danitza mejoró cuando se enteró de que podía volver a trabajar en el Grupo HD. El Grupo HD era el único lugar en toda la Ciudad R que ofrecía el mejor salario y condiciones. Dentro de dos años tendría que divorciarse de su actual marido y mantenerse a sí misma, y el Grupo HD era sin duda el mejor lugar para trabajar.

—De todos modos, si no vas, cuento como que te has escaqueado del trabajo, tú verás. —Alejandro miró el sedoso cabello de Danitza y realmente sintió deseos de tocarlo. Hacía muchos días que no regresaba y tanto él como esa parte de su cuerpo extrañaban terriblemente a Danitza.

Pero pensó que debía contenerse. Ya tenía veintiocho años, pero ahora parecía que no podía controlarse.

—Sí, señor Alejandro, mañana llegaré al trabajo puntualmente. —El día de Danitza mejoró en ese momento.

Dicho esto, Danitza se dirigió a Nora, olvidando que aún llevaba el vestido que se estaba probando.

—Espere. —La vendedora vio que Danitza se alejaba y fue tras ella.

—¿Qué pasa? —le preguntó Alejandro mientras la miraba.

—Señor Alejandro, la señorita no ha pagado todavía —la vendedora terminó de hablar y asintió a Alejandro.

—Déjala ir. Yo lo pagaré. Si en el futuro vuelve por aquí, dale las últimas novedades y apunta el dinero en mi cuenta, pero, tendréis que ocuparos de no hacerle enterar de que soy yo quien se lo ha pagado —dijo y se fue.

La vendedora estaba boquiabierta. «La mujer de antes tampoco era muy guapa, pero ¿por qué el señor Alejandro le trata tan bien? Qué afortunada es. ¡Tengo que hacer correr este chisme!».

Fue a compartir el cotilleo con sus compañeras.

—Oye, he tenido la amabilidad de cuidarte una noche entera, pero tú vas y me golpeas sin razón. Ahora que te he atrapado, no te saldrás con la tuya. —Mauricio abrazó a Nora con fuerza.

Nora no pudo liberarse, así que puso una expresión de dar pena.

—Señor, lo de la otra vez fue culpa mía, te pido disculpas. ¿Quieres devolverme la bofetada? Venga. —Nora le acercó la cara, pero mantuvo los ojos bien cerrados.

«Es mejor que me devuelva la bofetada a que en el futuro se meta con mi familia», pensó Nora.

En cambio, a Mauricio le dio gracia su petición. «¿Soy esa clase de persona? ¡Cómo le voy a devolver la bofetada!».

Pero la mano de Mauricio se acercó a la cara de Nora, y sintió el impulso de tocarla con sólo mirar su piel rosada.

Una mano grande y cálida le tocó la cara y Nora se sobresaltó al tiempo que volvía a abrir los ojos para mirar a Mauricio.

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