Encuentro cercano romance Capítulo 46

La cara de Danitza se puso roja como un tomate mientras lo observaba a escondidas. «¿Qué me pasa? Tengo marido y, aunque pronto nos divorciaremos, por el momento soy una mujer casada, ¿cómo puedo mirar a otro hombre toda embobada?».

Retrayendo su mirada, Danitza se calmó y luego se acercó a Alejandro, murmurando mentalmente que él solo era un estúpido, nada más.

—Ahora que estás aquí, te encargarás de clasificar todos los documentos que la gente entregue, así haré mi trabajo con más eficacia. Además, las traducciones sencillas también serán parte de tu trabajo, apenas las traduzcas tendrás que entregármelas. —Alejandro lo pensó por un momento, y eso fue lo único que se le ocurrió.

—De acuerdo —Danitza respondió.

—Ah, me olvidaba, a mi me gusta el café. Así que por las mañanas me harás una taza de café y el resto del tiempo me prepararás té, y también te dejo a cargo de mi almuerzo. —Alejandro pensó por un momento y le dio a Danitza algunas tareas más.

—Vale, de acuerdo —Danitza continuó asintiendo.

Luego, Alejandro volvió a su trabajo y Danitza se quedó un rato mirandolo sin decir nada.

«¿Qué hago ahora? La hora del café ya pasó, ¿entonces, tengo que prepararle el té?»

Luego de considerarlo por un momento, Danitza vio que la taza de té en el escritorio de Alejandro estaba vacía, así que se dirigió a la despensa y lo preparó para Alejandro.

Pronto, llegó el mediodía y Danitza no sabía cuál era la costumbre de almorzar de Alejandro, si iría a un restaurante o bajaría al comedor. Además, tampoco sabía lo que le gustaba comer. Su cabeza estaba llena de un montón de preguntas.

Como no había nadie más a quien preguntar, Danitza no tuvo más remedio que preguntarle al mismo Alejandro.

—Señor Alejandro, ¿qué le apetece comer? ¿Se lo compro o bajará al comedor? —preguntó Danitza con cautela.

Este trabajo no era algo fácil de conseguir, y tenía que apreciarlo, ya que estuvo a punto de ser despedida dos veces.

—¿Qué te parece si vamos a comer juntos? Olvida el restaurante del personal, vayamos a un pequeño restaurante de fuera que conozco, la comida allí sabe bien y me gusta mucho. —En cuanto escuchó que era hora de comer, Alejandro dejó el trabajo que estaba haciendo y levantó la vista diciendo esto.

—Señor Alejandro, no iré con usted, comeré en el restaurante del personal de abajo. —Danitza no quería salir a comer con Alejandro. Ya corrían muchos rumores de su traslado, si salía a comer con él, sería aún más exagerado lo que la gente diría.

—¿Cuáles son tus funciones? —Alejandro no se enfadó, solo preguntó a Danitza con voz tenue.

—Soy su secretaria —Danitza respondió con la cabeza inclinada.

Alejandro no dijo nada más, guardó sus cosas, se levantó y pasó al lado de Danitza en dirección a la puerta, miró a Danitza que aún estaba dudando y se volvió hacia ella para decirle:

—Solo estás trabajando, y es mejor que no pienses en otras cosas aparte del trabajo. —Y con eso siguió su camino.

«Sí, soy su secretaria. Todo eso forma parte de mi trabajo. ¡Estoy pensando demasiado por aquellos dos situaciones que me han pasado! ¡En realidad no tengo nada con el señor Alejandro!».

Danitza se dio cuenta y siguió a Alejandro para ir a comer fuera.

El pequeño restaurante que mencionó Alejandro era realmente pequeño pero muy limpio y no demasiado concurrido.

—Hola, Alejandro, hace tiempo que no le veo, ¿le pongo en su sitio habitual? —La jefa vio a Alejandro y lo saludó con gran entusiasmo.

—Hola, María. Sí, quiero estar en el sitio habitual y me traes los mismos platos de siempre. —Alejandro le dijo a María y continuó caminando hacia el frente, con Danitza siguiéndolo en silencio detrás.

Pero la chica que tenía delante, ¿realmente se podía considerar como una chica? Tenía los labios manchados con grasa y no tenía ningún tipo de gracia al comer. Alejandro se limitó a dejar los palillos y a observar a Danitza comer.

Danitza casi había terminado de comer cuando se dio cuenta de que Alejandro casi no había comido y que todos los platos de la mesa, excepto la ensalada, estaban casi terminadas.

—Señor Alejandro, ¿por qué no come? ¿Es porque la comida de aquí no es de su agrado? —Danitza cogió el cuenco de sopa y se lo tomó.

Alejandro la ignoró. «¿Cómo una mujer puede comer tanto? ¿Estaba muerta de hambre?».

Alejandro terminó su ensalada y comió un tortilla.

Tras pagar la cuenta, Danitza se frotó la barriga llena con gran satisfacción.

—Señor Alejandro, usted sí que sabe elegir los lugares, la comida de aquí es muy buena, la próxima vez volveré a por más. —Danitza pensaba en traer a Nora, como las dos tenían gustos similares, seguro que le encantaría.

Pero, Alejandro pensó que Danitza estaba quedando con él para una próxima vez, por eso se alegró mucho en su interior.

Los dos caminaron lentamente de vuelta al Grupo HD, que estaba menos concurrido a esta hora del día, ya que todo el mundo estaba en su descanso para comer.

Una vez dentro del ascensor, Danitza pulsó el piso 30 y estaba apoyada en la pared, pensando, cuando de repente Alejandro le preguntó con indiferencia:

—¿Qué te ha dicho María hace un momento?

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