Cuando Alejandro, sin que Danitza estuviera mínimamente preparada, le preguntó lo que le había dicho María, Danitza estuvo a punto de atragantarse con su saliva y su cara se puso roja antes de recuperarse.
—No dijo nada especial, solo que probara atentamente los platos de allí. —Danitza mintió; no se atrevía a contarle lo que dijo María.
—Ya veo —Alejandro respondió, mirando hacia la puerta del ascensor. Danitza le echó un vistazo, como aparentemente no mostraba ninguna expresión, pensó que se había salido con la suya y se tranquilizó.
***
Danitza no tuvo nada que hacer en todo el día ni nadie subía a entregar documentos. El trabajo que tenía Alejandro en manos probablemente era un pendiente de ayer. Como no tenía nada que hacer, Danitza abrió el WhatsApp y charló con Nora.
Entonces, Nora se había enterado de que Danitza había sido trasladada al piso 30 por Alejandro y estaba muy preocupada por ella, ya que el señor Alejandro era un hombre impasible. Pero, Danitza decía que estaba bien y que estaba bastante ociosa allí, sin nada que hacer.
Nora también le informó sobre la situación de Camila, que alguien la estaba vigilando y que tenía que terminar todo ese trabajo antes del día o tenía que renunciar. Dicho esto, se rió a carcajadas.
Pero, Danitza no se alegró demasiado de la noticia; Isabel ya había sido despedida por su culpa, y si Camila también era despedida, tendría una mala fama en la empresa.
Después de que las dos charlaran un rato, Nora invitó a Danitza a su casa, diciendo que Candela la había invitado a cenar porque había cocinado algo delicioso.
Cuando se enteró de que Candela era la persona que la invitaba a cenar, Danitza dijo inmediatamente que sí. La habilidad culinaria de Candela era muy buena y a Danitza le encantaba comer en la casa de los Martínez desde que era una niña.
Cuando llegó el final de la jornada, Danitza vio que Alejandro seguía trabajando, así que no sabía si marcharse o quedarse.
Miró a Alejandro muchas veces, pero este siempre estaba concentrado en su trabajo.
—Señor Alejandro, es hora de salir del trabajo, ¿puedo irme? —Danitza se lo dijo algo ansiosa, pues ya había pasado media hora desde la hora de salida.
—¿Quieres irte? —Al escuchar su pregunta, Alejandro se acordó de que era hora de salir del trabajo.
—Sí, ya he terminado mi jornada. Señor Alejandro, le dejo con su trabajo, yo me voy, ¿le parece? —Como era su primer día trabajando para él, Danitza pensó que tenía la necesidad de preguntárselo.
—Claro, adelante. —Alejandro quiso agregar algo más, pero solo soltó esas dos palabras sin poder expresar lo demás.
En cuanto se enteró de que era libre de irse, Danitza desapareció tan rápido como pudo.
Para cuando Alejandro se acordó de que era hora de llevar a Danitza a ver si Camila había terminado con su trabajo, ella ya había desaparecido.
Nora condujo su Golf y llevó a Danitza directo a la casa de los Martínez.
La madre de Danitza desapareció hacía muchos años, por lo que de niña, Danitza comía a menudo en la casa de los Martínez y trataba a Candela como si fuera su madre.
—Sí, Danitza, cuéntanos, somos tus amigos. —Antonio también pudo ver que Danitza no estaba contenta.
—Sí, lo sé. Antes tenía muchas ganas de trabajar en el Grupo HD, pero creo que tengo alguna especie de mala suerte conmigo. No llevo mucho tiempo allí y ya he pedido permiso muchas veces. Encima, cuando alguien quiere despedirme, de alguna manera es echado a la calle, lo que me pone en una situación difícil dentro de la empresa —Danitza comenzó a contar sus problemas.
—Danitza, lo estás pensando demasiado. Alguien se está deshaciendo de aquellos que se meten contigo, deberías sentirte feliz por eso, ¿por qué te molesta? —Nora no entendía en absoluto de qué tenía que preocuparse ella.
—Pero todo el grupo habla de mí y todos me llaman zorra a mis espaldas, pero yo no he hecho nada, ni siquiera sé lo que ha pasado. —Danitza tomó otro trago.
De repente, Antonio le detuvo y ella solo logró beber la mitad.
—Antonio —dijo Danitza, mirándolo con una pena indescriptible.
Ese hombre era con quien una vez había deseado casarse, pero fue enviado al extranjero por su familia y no se supo nada de él durante muchos años. Mirándolo ahora seguía provocándole una pizca de emoción en su corazón.
—Danitza, Nora tiene razón, no te angusties, vamos a ver cómo va todo. Como todavía no hay pruebas de que todo apunte hacia a ti, no hagas caso de eso y ya lo discutiremos cuando pase algo de verdad. —Antonio miró a Danitza con una mirada comprensiva.
—¿En serio? ¿De verdad que puedo olvidarlo? —Danitza estaba un poco borracha, y miraba a Antonio borrosamente.
Bebió otra copa de vino tinto, lo que le dejó completamente borracha. Entonces, Danitza se desplomó sobre la mesa y perdió el sentido.
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