Encuentro cercano romance Capítulo 51

Mauricio estaba a punto de subir a su coche cuando vio a Nora con un médico de aspecto muy atractivo, que se dirigía a toda prisa hacia urgencias.

Se bajó del coche inmediatamente y se quedó en la puerta para arreglarse el pelo revuelto con ayuda de un espejo. Luego, él también se apresuró a acercarse, fingiendo un encuentro casual.

—Vaya, qué casualidad, ¿buscas a Danitza? —le dijo Mauricio a Nora.

Nora lo miró e instintivamente se escondió detrás de Antonio, como si hubiera visto a un monstruo.

—¿Antonio? —No era de extrañar que Mauricio mirara a Antonio con sorpresa, estaba tan concentrado en Nora que ni siquiera se dio cuenta de que ese médico era Antonio.

—Mauricio, cuánto tiempo. —Antonio también saludó a Mauricio, aunque ambos lo decían sin mucho entusiasmo, porque en verdad tampoco tenían una relación muy cercana.

—Sí, cuánto tiempo, ¿no estabas fuera del país? ¿Cuándo volviste? Por cierto, ¿buscas a Danitza? —Nada de lo que dijo era importante, lo único que importaba era que quería entablar conversación con Nora.

—Sí, ¿eres un conocido de Antonio? ¡Pensé que eras un tipo malo! —Nora salió de la espalda de Antonio.

En un día dos mujeres pensaron que era un tipo malo, de modo que a Mauricio le habían roto el corazón dos veces sin piedad.

—Por supuesto que no soy un tipo malo, fui al colegio con Antonio y él sabe cómo soy, no soy superbueno, pero definitivamente no soy una mala persona. —Mauricio se definió a sí mismo.

Pero Antonio no negó lo que decía.

—¿Sabes dónde está Danitza? Dicen que está herida, pero miré alrededor y no la encontré. —Nora estaba siendo la misma de siempre en ese momento.

—Se ha ido, la acompañé hasta el autobús. —Mauricio miró a Nora, una chica que no era muy bonita, pero que tenía un glamur que le parecía original.

—¿Eh? ¿Se ha ido? ¿Se ha hecho mucho daño? ¿tiene que ir a trabajar mañana? —Las preguntas de Nora llegaron en cuanto se enteró de que Danitza se había ido.

Mauricio la miró y realmente no sabía qué responder primero.

—De hecho, Alejandro le ha dicho que puede tomarse días libres a partir de mañana, cuando tenga las manos curadas, puede regresar al trabajo. Del resto, no sé. —Mauricio estaba tratando de averiguar cómo preguntar el nombre de Nora.

—Oh. —Tanto Nora como Antonio tenían una expresión decepcionada, habían venido a comprobar la herida de Danitza, pero no la encontraron.

—Puedes llamarla y preguntarle. Yo he estado aquí todo el tiempo. Su herida parecía bastante grave al principio, pero se mejoró rápidamente después de que le trataran con los mejores ungüentos importados. —Mauricio les contó con entusiasmo lo que había sucedido.

Los dos se sintieron aliviados al saber que no pasaba nada.

—Antonio, me voy para casa. Cuando estés libre puedes venir a cenar. —Cuando estaba fuera, a Nora no le gustaba llamar a Antonio primo.

—Te llevo, justo ahora estoy libre —dijo Mauricio inmediatamente.

Antonio echó un vistazo a Mauricio, se había dado cuenta de que miraba a Nora de una manera especial, pero él y Mauricio habían crecido juntos y se conocían muy bien. Mauricio solo parecía ser un tipo poco serio por fuera, pero en verdad no era así.

—Bueno, Nora, vete con el señor Mauricio, yo también tengo que ir a trabajar. —Antonio decidió darle una oportunidad a Mauricio.

—¡¿Con él?! —Nora miró a Mauricio con disgusto, pero en los ojos de Mauricio había sinceridad.

Al llegar Danitza a casa, Diego la estaba esperando en la puerta.

Mirando las manos envueltas en gasa de Danitza, Diego se sintió triste, puesto que la chica se había lastimado muchas veces desde que llegó aquí, y se preguntaba si su señor le traía mala suerte o algo parecido.

Ayudó a Danitza a entrar en la casa y, como Alejandro lo había ordenado, le preparó mucha sopa para que Danitza bebiera y para que su piel se sanara lo más rápido posible.

Alejandro tampoco volvió a la villa durante los días siguientes, y tras dejar a Victoria en su casa, se quedó en su propio apartamento.

No sabía por qué Victoria había vuelto, pero no se alegró de saber que había vuelto; en cambio, se sintió un poco turbado.

Le daba pena divorciarse de Danitza en este momento. Cuando firmó el contrato pensaba que podía controlarlo todo. Pero, ahora no parecía que ese fuera el caso, porque sus sentimientos se estaban descontrolando.

***

Tumbada en la cama, Danitza se miró las manos heridas y pensó en lo que le habría pasado a su marido. «Lleva muchos días sin aparecer, ¿estará enfermo?»

Pero como ella no sabía nada de él, aunque estuviera enfermo, éste tenía que soportarlo por su cuenta. Pensando aquello, Danitza sentía mucha pena por él.

No solo era feo, sino que ni siquiera tenía a su esposa para que cuidara de él cuando estaba enfermo. Aún así, Danitza no paraba de pensar en el señor Alejandro. Ella sentía que estaba actuando inapropiadamente, puesto que ya estaba casada y tenía que aceptar a su marido,

«¿por qué siento algo por otro hombre?»

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