Encuentro cercano romance Capítulo 52

—Alejandro, quiero trabajar en tu empresa. Ya ves que no tengo nada que hacer de vuelta al país y no me sienta bien estar sin hacer nada en casa —Victoria se sentó junto a él y le dijo.

—¿En mi empresa? ¿No está el Grupo Yepes para que te incorpores cuando quieras? ¿No vas a echarle una mano a tu hermano? —En cuanto se enteró de que Victoria quería entrar a su empresa, Alejandro quiso rechazarlo instintivamente.

—Alejandro, te podré ver todos los días si trabajo en el Grupo HD, ¿no quieres verme? —Victoria frunció la boquita para darle pena.

—Oh, pues hablaré con tu hermano. Se enojará si sin su permiso te pongo a trabajar en el Grupo HD, ¿no lo crees? —Alejandro miró a Victoria y sintió un poco de pena.

—Qué va. Tranquilo, yo hablaré con mi hermano, pues él nunca me dice que no. Alejandro, entonces quedamos así, solo dime cuando puedo incorporarme. —Victoria se alegró al saber que Alejandro le iba a aceptarla en la empresa. Tenía que estar a su lado para no dejar otras mujeres tuvieran la oportunidad de aprovecharse de él.

Victoria consiguió poner su despacho en la oficina de Alejandro como quería, sustituyendo el puesto de Danitza, por supuesto sin que ella lo supiera, porque ésta seguía en casa recuperándose de su herida.

—Señora Hernández, es hora de desayunar. —Se habían hecho arreglos para que alguien le diera de comer a Danitza, pero ésta se negó, y con solo dos dedos, consiguió alimentarse en estos días.

Aunque la herida que tenía en las manos era grave, la pomada que le habían recetado era la mejor, por lo que la no tardó mucho en curarse por completo.

—Bien. —Hoy podía ir a que le quitaran las gasas de las manos. El médico había dicho que se había recuperado lo suficiente como para quitarselas.

Después del desayuno, Diego llevó a Danitza al hospital para que se las quitaran, una vez quitadas aparecieron unas blancas y mucho más suaves manos que antes.

Danitza se miró las manos con deleite. ¡Parecían como nuevas! Entonces, se dispuso a bajar a buscar a Diego y compartir su alegría con él.

Mientras esperaba el ascensor, tenía la mano extendida para admirarla. Cuando la puerta se abrió, Danitza vio a dos personas que estaban dentro.

Uno era el alto y guapo de Alejandro acompañando a despampanante Victoria, ambos estan quietos pero emanaban una presencia poderosa.

—Hola, señor Alejandro, señorita Victoria —saludó Danitza a los dos.

Alejandro, sin embargo, por instinto se sintió un poco culpable. Aunque su expresión se mantenía normal, tenía la sensación de que le habían atrapado siendo infiel.

—¡Danitza, hola!, siento mucho lo del otro día, ¿están curadas tus manos? —Victoria al verla, inmediatamente la saludó con gran entusiasmo mientras tomaba sus manos.

«¿Qué ocurre? ¿No debería haber cicatrices por una quemadura tan fuerte? ¡¿Por qué sus manos parecen tan blancas y suaves?¡», pensó Victoria con molestia.

—Sí, están curadas. Vine a que me quitaran la gasa, así que ya puedo ir a trabajar mañana, gracias al señor Alejandro por el permiso. —Danitza bajó la mirada y retiró las manos.

Victoria sonrió torpemente una vez que ella retrajo sus manos. Entonces volvió la cabeza hacia Alejandro y le dijo agraviada:

—¡Alejandro!, mira a Danitza, creo que sigue enojada conmigo.

A Danitza le daba mucho asco la hipocresía de Victoria, pero como era novia de su jefe, tampoco podía hacer nada.

—Les dejo. —Danitza no quiso ver más la hipócrita cara de Victoria y se metió al ascensor.

—Está bien. —A Danitza le caía bien esa señora, era guapa y con buena personalidad, además, realmente la trataba como una madre.

Diego dejó a Danitza en el lugar acordado y se quedó fuera para esperarla.

—Hola, Danitza, hace tiempo que no nos vemos. —Nada más entrar, antes de que pudiera ver bien, Danitza fue abrazada por alguien, pero la señora con la que había quedado seguía sentada en su sitio, viéndola a ella y a la persona que la abrazaba, con una sonrisa.

Laura no vio ninguna reacción por parte de Danitza y la soltó, preguntándose si había exagerado demasiado.

—¿Qué pasa Danitza, no me reconoces? —Laura la miró algo sorprendida.

Danitza se lo pensó un rato antes de poder recordar que Laura era una compañera que había conocido en su primer día de trabajo, pero que no había vuelto a ver desde entonces en el Grupo HD.

—¡Eres Laura! —Así de entusiasmada estaba Laura ese día.

—Sí, soy Laura. Genial, por fin te has acordado, temía que te hubieras olvidado de mí. Ja, ja, ja, ven y siéntate, esta es mi mamá —Laura le presentó a Fernanda.

Danitza asintió y se sentó frente a ella.

—Danitza, ¿estás mejor últimamente? Si todavía echas de menos a tu madre, puedes llamarme en cualquier momento, ¡ahora yo también soy tu madre! —Las primeras palabras de Fernanda hicieron llorar a Danitza.

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