Encuentro cercano romance Capítulo 53

—Mamá, mírate, haz hecho llorar a Danitza. Danitza, no llores, no te ves bonita si lo haces. —Laura vio que Danitza estaba llorando y se apuró a secarle las lágrimas.

—Tranquila, Laura, solo estoy conmovida. —Durante años había cargado sola con su tristeza, y aunque su papá la quería mucho, había muchas cosas de mujeres que él no entendía.

¿Cómo podía no sentirse conmovida por el hecho de que una desconocida se preocupara tanto por ella?

—No llores, que me harás llorar a mi también. Mira, los postres de este sitio son muy ricos, pueden escoger todo lo que quieran. —Fernanda miró a las dos chicas y les hizo una seña para que se apresuraran a probarlo.

Las tres comieron con gusto los postres, estaban realmente deliciosos, hasta el punto en que se deshacían en la boca, dejándoles un largo regusto.

—Danitza, ¿cómo te sientes ahora que estás trabajando en el Grupo HD? ¿Alguien se mete contigo? —preguntó Fernanda con gran preocupación.

Danitza estaba a punto de tomar su café cuando Fernanda le preguntó y no supo cómo responder, al final negó con la cabeza.

—No, nadie se mete conmigo.

Pero a pesar de que dijo esto, Fernanda seguía sintiendo que ella estaba siendo intimidada por alguien.

Se trataba de la señora Hernández del Grupo HD. Si ésta estuviera siendo acosada en su propia empresa, ¿no sería un hazmerreír si luego se corriera la voz?

Aunque Fernanda no conocía la razón de por qué Alejandro guardaba en secreto su matrimonio, consideraba a Danitza como su nuera desde el día que se casó con su hijo.

—Laura, deja de andar por ahí sin hacer nada, ve a trabajar al Grupo HD para que las dos tengan alguien de confianza al lado. —Fernanda sabía que Danitza no le dijo la verdad para no hacerla preocuparse, así que se limitó a pedirle a Laura que fuera a echarla una mano en la empresa.

—Mamá, no sirve de nada que me lo digas a mí. Tienes que decírselo al que puede decidir. La última vez cuando conocí a Danitza, me echaron antes de que pudiera hacer algo. —A Laura le hubiera gustado estar en el Grupo HD, pero su hermano no la dejaba.

—De acuerdo, se lo diré, pero tienes que trabajar mucho cuando vayas y aprender de Danitza. —Fernanda no estaba tranquila por esta hija suya, que no sabía nada más que gastar dinero. Lo único que le daba algo de alivio era saber que al menos tenía un buen corazón.

Después de estar sentada un rato más, Fernanda consideró que era importante avisarle a Danitza, así que le dijo:

—Danitza, parece que últimamente hay gente nueva en el Grupo HD. Tienes que tener cuidado, algunas personas no son tan agradables como parecen.

Fernanda miró a Danitza, quien levantó la vista, sus ojos oscuros y húmedos hicieron que el corazón de Fernanda se derritiera al verlos.

—Es la que se llama Victoria, tienes que tener mucho cuidado con ella. —Fernanda lo dijo sin más.

Realmente sorprendió a Danitza con esa advertencia. ¿Por qué esta señora sabía de la existencia de Victoria? Y encima le advertía de que debía tener cuidado.

Pero Danitza no hizo preguntas, era bueno tener a alguien que se preocupara por ella, y no sentía que necesitara saber tanto sobre el tema.

—Tómalo. A mi mamá siempre ha querido tener otra hija. Danitza, eres tan bonita, toma a mi mamá como la tuya, así por fin podré tener una hermana. —Laura también ayudó a su madre a que Danitza aceptara.

Al final, Danitza no pudo con los argumentos de la madre y la hija, que insistían juntas y tuvo que aceptarlo.

—Gracias, señora. —Danitza miró el brazalete y, efectivamente, era precioso, aunque no sabía nada de jade, sabía que valía mucho dinero.

—No es nada, mi niña, si echas de menos a tu madre, llámame. Laura será tu hermana a partir de ahora. Ahora somos todos una familia, cuenta con nosotras en lo que necesites. Te regalo este brazalete porque no me queda bien, no le des mucha importancia —Fernanda le dijo mientras tomaba la mano de Danitza.

Danitza, por supuesto que sabía que la estaba consolando, pero, la razón por la que esta señora le regalaba un artículo tan caro estaba fuera de su imaginación.

Las tres se despidieron y cuando Danitza salió, Diego seguía parado en la puerta esperándola.

—Diego, ¿has estado aquí todo este tiempo? Debería haber salido antes. —Danitza se sintió un poco culpable al mirarlo, tan mayor y esperando parado en la puerta.

—Señora Hernández, no se preocupe. Además, tengo que moverme más para tener buena salud. —Diego estiró las piernas como para demostrar lo que decía.

Diego ya había visto el brazalete de jade en la mano de Danitza. Al parecer la chica le caía muy bien a la señora Fernanda, pues él sabía lo valioso que era ese brazalete de jade, ya que era una reliquia de la familia Hernández, y valía casi un millón.

Diego seguía alegrándose secretamente por Danitza, a él también le agradaba esa chica, aunque no había pasado muchos días de conocerla, y aunque a menudo se lastimaba, era una chica muy agradable.

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