Encuentro cercano romance Capítulo 64

Danitza se dio cuenta de repente de que el reservado al que iba también se llamaba Calicanto, así que llamó subrepticiamente a un camarero y le preguntó:

—Disculpe, ¿cuántos reservados llamados Calicanto tiene aquí?

—Aquí solo tenemos un reservado llamado Calicanto, los reservados con nombres de flores son únicos. —El camarero pensó que a ella le costaba encontrarlo y se empeñó en decirle dónde quedaba ese reservado.

—Dios mío, ¿el abuelo de hace un rato es el familiar mayor de mi esposo? —Danitza sintió que la cabeza le daba vueltas. Encima se comportó como una testaruda que insistía en llamar a su familia.

Danitza se lo pensó y no tuvo más remedio que ir allí, no podía hacer esperar al anciano, así que se dirigió al reservado Calicanto con una expresión robótica.

Una vez allí, cuando empujó la puerta del reservado, el abuelo que estaba dentro la miraba con una sonrisa.

—¡Danitza! ¡Creía que no me había explicado bien! —dijo el abuelo a Danitza.

—Bueno, abuelo, antes he sido un poco tosca, lo siento mucho, espero que no me culpes. —Danitza entró con la cabeza gacha y se sentó frente al abuelo.

—¿Cómo no voy a culparte? Podríamos haber entrado a comer, pero te fuiste y me dejaste esperando un rato más. —Fernando dio una palmada y la comida caliente se sirvió inmediatamente.

—Abuelo, no tenías que venir a verme, en realidad no soy gran cosa, vengo de una familia en bancarrota, mi padre está enfermo del corazón y mi madre nos abandonó a mí y a mi padre hace mucho tiempo. —Danitza le dio entonces a Fernando una idea general de su situación.

Fernando asintió, en cuanto a la vida privada de Danitza, Fernando ya había investigado todo, pero esta chica era realmente extraña, se atrevía a ayudar a gente que los demás no se atrevían a ayudar, y se atrevía a hablar de lo que la gente no se atrevía a hablar, realmente se preguntaba por qué tenía tantas agallas.

—No importa, nuestra familia no necesita a señoritas opulentas. Solo tenemos en cuenta que tengas un buen corazón. ¡Respecto al dinero, tenemos de sobra! —dijo Fernando de forma muy dominante.

—Vamos, la comida está servida, Danitza, come un poco más, mira qué delgada estás. —Fernando le dio a Danitza tanta comida que su cuenco se apiló hasta formar una pequeña montaña.

—Abuelo, eres muy simpático, me recuerdas a mi padre, que también me pone mucha comida cuando comemos en casa. —Danitza sonrió a Fernando.

Se trataba de una familia extraña, que venía a verla sin decir cuál era su apellido ni la miraba por encima del hombro, pero ¿qué significaba eso?

—Bueno, mi nieto no tiene un buen genio, no sabe hacer feliz a una chica, así que tienes que ser un poco más tolerante, pero he venido a verte en secreto porque él no nos permite visitarte, ¡no se lo digas! —Fernando recordó de repente que había venido sin avisarle a Alejandro.

—Vale, este será nuestro secreto. —Danitza sonrió, este abuelo era realmente divertido, tenía la personalidad de un niño.

—Sí, este será nuestro secreto. Danitza, si necesitas algo, puedes pedirle a Diego que me busque, estoy para ayudarte. —Fernando observó cómo Danitza comía tan contentamente.

—Abuelo, lo haré. De hecho, no me importa que mi esposo sea feo, pero nunca me deja verlo. Abuelo, puedes darle un mensaje de mi parte, solo dile que no me importa lo feo que sea, él ayudó a mi padre y se lo agradezco mucho —Danitza le dijo sinceramente a Fernando.

Fernando estaba bebiendo agua y en cuanto escuchó que a Danitza no le importaba que Alejandro fuera feo, no pudo aguantarse y echó el agua para fuera.

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