Encuentro cercano romance Capítulo 70

Viendo que Alejandro tenía el aspecto de ser un aprovechador y que sería capaz de pasar la noche allí, Danitza se puso un poco nerviosa. Ella era una mujer casada, ¿cómo podría quedarse en la misma habitación con un hombre?

Entonces Danitza se levantó de la cama, se acercó a Alejandro y escribió algo en un papel en la mesa central.

—Señor Alejandro, váyase a casa.

Alejandro echó un vistazo. «¿Qué le pasa? He estado cuidándola aquí cuatro días, ¿ahora me quiere echar? ¿Acaso no la he cuidado bien?».

Leyó las palabras y miró con sus ojos brillantes a Danitza.

Danitza también lo miraba, pero cuando su mirada llegó de repente, ella lo evitó precipitadamente.

«Ay, madre mía. ¡Qué miedo me da esa mirada!».

—No voy a irme, he traído todas mis cosas, ya he decidido que hoy me quedaré aquí contigo. —Alejandro se olvidó de que Danitza no sabía que él era su esposo, y daba por hecho que cuidar de su mujer era su deber.

Danitza agitó la mano apresuradamente. No quería que su marido le malinterpretara, aunque solo era un pacto matrimonial de dos años, también estaba protegido por la ley. Además, su marido tenía la autoestima tan baja que se negaba a ver a la gente, qué triste estaría si se enterara de esto.

Alejandro, sin embargo, la ignoró y empezó a utilizar su ordenador.

Danitza no tuvo más remedio que enviarle un mensaje a Diego. Llevaba cuatro días sin volver y Diego debía estar muy preocupado, así que tuvo que enviarle un mensaje para tranquilizarlo.

Danitza le dijo a Diego que estaba bien, pero también le dijo que le enviara una criada para que la cuidara y así poder echar a Alejandro.

Diego contestó enseguida. Dijo que ya le habían avisado, pero que las sirvientas estaban muy ocupadas últimamente, que tenían que limpiar la villa y renovar algunas zonas, por lo que no había nadie disponible para ir a cuidarla.

Danitza lo leyó y pensó: «Oh, no. Si nadie viene, ¿qué excusa podría utilizar para echar a Alejandro?».

A continuación, escribió otra nota a Alejandro.

—Estoy lo suficientemente bien como para no necesitar cuidados, puedo hacer todo por mi cuenta menos hablar.

Alejandro la miró y las comisuras de la boca se crisparon un poco, «¿Qué está pasando? ¿No debe estar contenta de que yo, el presidente del Grupo HD, cuide de ella? Ahora parece que no quiere que esté aquí».

Alejandro se limitó a cerrar el ordenador y se quedó mirando a Danitza. Su piel estaba un poco pálida, probablemente por la excesiva hemorragia. Su pelo estaba un poco revuelto, hacía días que no se bañaba y olía un poco a sudor.

—Vamos, vayamos al baño. —Alejandro se levantó de golpe y tiró de Danitza hacia el baño.

«¿Qué quiere hacer?». Danitza se sorprendió. «¿Me está llevando al baño? No, no, no quiero».

—No te pongas nerviosa. Me he acordado de que hace días que no te has bañado, así que entra a bañarte y haré que te traigan una muda de ropa limpia —una vez ajustada la temperatura del agua, Alejandro le dijo eso a Danitza.

La cara de Danitza se sonrojó al instante. No se acordaba de que hacía días que no se había bañado. Pero que un hombre, encima su jefe, se lo dijera, le daba ganas de gritar ¡tierra trágame!

Alejandro estaba calmado, llenó la bañera y se fue.

En cuanto cerró la puerta, a Danitza le ardió la cara. «¡Qué rencor tengo con Alejandro! ¡Me topo con él cada vez que estoy en vergüenza!».

—¡Eres un desgraciado! —Después de oír a Nora aullar un rato, entró Mauricio. Llevaba una bolsa de papel en la mano.

—Danitza, aquí tienes tu ropa, Alejandro me dijo que te acababas de duchar, así que cámbiate de ropa. —Mauricio seguía siendo bastante amable con Danitza.

No entendía a Alejandro, era bueno con Victoria, pero también con Danitza. El Alejandro, que siempre había sido constante por una mujer, ahora también estaba en problemas.

Danitza asintió y cogió la ropa. Ya le resultaba incómoda la ropa usada que llevaba puesta.

Nora entró con cara de enojo, ni siquiera miró a Mauricio y se sentó directamente en el sofá.

Mauricio no le dijo nada más. Ya le había dejado cenar, así que no tenía que preocuparse por el resto, él también tenía que volver para cenar.

Entonces Mauricio se fue. Danitza se cambió la ropa. En la bolsa había de todo, hasta la talla de sujetador era exactamente a la suya, ¡madre mía con ese Alejandro!

—Danitza, te queda muy bien el vestido. Una mujer lo ha traído de parte del señor Alejandro. Esa mujer tiene buen ojo. —Nora miró a Danitza con ese vestido entallado que le quedaba hermoso.

—Danitza, parece que estoy sufriendo algún tipo de hechizo últimamente, a menudo sueño con ese cabrón de antes, ¿me lanzó algún hechizo? —Nora tomó la mano de Danitza y le contó su aflicción.

Danitza la miró un momento y escribió algunas palabras en la mesa.

Nora lo leyó y negó con la cabeza.

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