Encuentro cercano romance Capítulo 71

Danitza escribió unas palabras con agua en la mesa central, Nora las miró y agitó las manos apresuradamente.

—No, no, imposible, ¿cómo puede gustarme? Es un casanova. A mí me gustan los hombres que son fieles a una sola mujer. —Nora siempre había tenido a alguien en su corazón, sólo que ahora no sabía dónde estaba esa persona.

Danitza vio que Nora negaba con la cabeza con mucha firmeza y no siguió más el tema. Nora era una persona que no podía ocultar nada, pero a veces era un poco tonta y desconocía sus propios sentimientos.

Después de eso, alguien más vino a ver a Danitza. Eran Fernanda y Laura.

—Cariño, ¿qué te pasó? ¿Cómo ha sucedido esto? ¿Tu jefe no sabe manejar la seguridad de su compañía o qué? —Fernanda tomó a Danitza nada más entrar y la examinó de arriba a abajo, por suerte no tenía heridas en el cuerpo.

—Mamá, ¿no puedes decir algo bueno? —le recordó Laura a Fernanda, quien entonces recordó de repente que el jefe de Danitza era el hijo de Fernanda.

Pero seguramente esa Victoria era la responsable de todo eso. ¡Esa mujer jugaba trucos muy sucios nada más regresar!

—¡Danitza, tómate tu tiempo para recuperarte, no tengas prisa por volver a trabajar! —Fernanda se sentó al lado de Danitza, la miró y tuvo ganas de llorar, ¿qué mujer no se asustaría cuando le pasara algo así? Sobretodo cuando estaba tan indefensa.

Danitza asintió. Cuando Fernanda terminó, miró las manos de Danitza y vio que no llevaba el brazalete que le había regalado.

—Cariño, ¿por qué no te has puesto el brazalete que te regalé? Ese brazalete te mantendrá a salvo, recuerda llevarla siempre en la mano, ¿me oyes? —Fernanda tenía mucha razón.

En la Ciudad R, tanto la mafia como los magnates empresariales respetarían a cualquiera que llevara el brazalete de jade heredada de la familia Hernández, porque todos sabían que pertenecía a la familia Hernández y que con la familia Hernández no se jugaba.

—Así es, Danitza, mañana iré a tu casa y te traeré ese brazalete, es como un talismán, estarás a salvo donde quiera que vayas. —Lo que dijeron Fernanda y su hija iba dirigido a los que eran mafiosos o gente de negocios, pero había un tipo de personas que no les importaba la identidad que ejercía ese brazalete.

También fue ese brazalete lo que casi mató a Danitza.

—Esta es Nora, ¿no? Qué buena chica y tan bonita. —Fernanda se volteó a ver a Nora, su hija también le había hablado de esa chica, que era una persona con mucho carácter. A Fernanda le gustaba mucho las hijas, por desgracia al principio solo tuvo dos hijos, pero por suerte la última que parió era una mujercita.

—Señora, es la madre de Laura, ¿verdad? —Nora se sintió un poco avergonzada cuando escuchó que Fernanda la halagaba.

—Sí, soy la mamá de Laura y también soy vuestra mamá, las tres son mis hijas, ¿qué les parece? —Fernanda estaba muy feliz, realmente le hubiera gustado tener tres hijas.

—Por mí genial. Entonces desde ahora es nuestra madre. —Nora también sintió agrado por esa señora hermosa y noble desde el primer momento en que la vio.

Se lo estaban pasando en grande hablando, pero Danitza sólo podía escucharlas y sonreír de vez en cuando.

Las cuatro estaban conversando contentamente cuando Alejandro regresó.

Vio la habitación llena de mujeres y no pudo evitar fruncir el ceño, a su madre y a su hermana les encantaba ir a donde había emoción, especialmente a su madre, que le gustaba tanto las hijas que desearía que todas las chicas del mundo la llamaran mamá. Por lo que él y su hermano eran como niños que había adoptado.

—Vaya, ¿quién es este que tiene cara larga? —Fernanda miró a su hijo, pero puso cara de descontenta. No tenía que ser adivina para saber que su hijo fue llamado por la zorra de Victoria.

Fernanda no estaba contenta porque ni siquiera se quedaba a cuidar a su esposa y salía a buscar a esa zorra.

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