Encuentro cercano romance Capítulo 73

Danitza no esperaba ver a Alejandro hasta en este sitio. Alejandro la sacó con la guardia baja y, cuando ella reaccionó, se liberó del agarre de Alejandro.

Si no fuera por el estado de su lengua, realmente querría maldecir: «¿Qué es lo que he hecho? ¿Por qué siempre tiene que entrometerse en todo lo que hago?».

—¿Qué pasa? —Alejandro se sorprendió por su gesto de apartar su mano.

—¡Puedo irme sola! —dijo Danitza palabra por palabra, dicho esto, se hizo una coleta con el cabello suelto y caminó con enfado por delante de Alejandro.

Alejandro siguió a Danitza hasta fuera del teatro, olvidándose por completo de Victoria.

—¿Por qué me sigues? —Danitza puso cara de descontenta y miró a Alejandro con sus ojos bonitos.

—Yo... —Alejandro no sabía por qué seguía a Danitza, el solo hecho de verla con ropa reveladora a la vista de todos hacía que quisiera esconderla.

—Adiós. —Danitza hizo un gesto, ahora le costaba un poco hablar y no quería que Alejandro viera cómo balbuceaba al hablar.

—Espera un momento, seguro que no has comido todavía, te llevaré a comer. —Alejandro miró la hora, era imposible que los bailarines comieran antes de un baile, y a estas horas, seguramente debería de tener hambre, así que quería llevarla a comer.

Danitza hizo un gesto de negación con la mano, quería mantenerse alejada, ya que tenía miedo de perder la cabeza por él.

—Alejandro, ¿qué haces fuera? ¿Danitza? —dijo Victoria, alcanzándolos por detrás, había esperado mucho tiempo sin ver a Alejandro de vuelta, así que fue a buscarlo a los bastidores. La gente de allí dijo que había venido un hombre, pero que había arrastrado a una bailarina y se habían ido.

Victoria estaba furiosa porque esa Danitza era tan descarada como para presentarse en el ballet y seducir a Alejandro.

Tras alcanzarlos, vio a los dos enfrentándose allí.

—¿Victoria? ¿Por qué has salido? —Alejandro vio a Victoria y recordó que había alguien esperándole.

—Alejandro, como no regresabas, he salido a buscarte. Danitza, también estás aquí, qué casualidad, acabo de ver a una bailarina que se parecía mucho a ti. —Victoria se acercó, pero no fue a tomar el brazo de Alejandro, sino que se mostró muy simpática con Danitza.

Danitza echó un vistazo a Victoria, aquella mujer estaba fingiendo muy bien frente a Alejandro, pero Danitza realmente quería que Alejandro viera alguna vez el verdadero rostro de Victoria.

—¡Esa soy yo! —dijo Danitza.

—Realmente eres tú, qué gran bailarina, es una pena que no participes en competencias, conozco a un profesor de baile extranjero, enseña muy bien, ganarás un gran premio si dejas que te enseñe. —Victoria tomó la mano de Danitza con la intención de presentárselo.

—¡No, gracias! —dijo Danitza, para luego irse sin más.

Victoria observó la espalda de Danitza con una mirada de sorpresa, aunque sus ojos brillaron con una sonrisa ganadora.

—Alejandro, ¿he dicho algo inadecuado? ¿He hecho enfadar a Danitza? —El rostro de Victoria estaba tan agraviado que las lágrimas salían de sus ojos.

Alejandro suspiró, nunca se había sentido tan impotente en sus veintiocho años de vida.

—Quizá no todos quieren hacerse famosos, vamos, cada uno tiene su propio camino. Victoria, sé que tienes buena intención. —Alejandro miraba con amor la espalda de Danitza. En su mente ya estaba decidido a decirle a Victoria que estaba casado para que no tuviera más pensamientos por él.

—Alejandro, tengo tanto miedo de que no me quieras más, tengo algo que quiero contarte, vamos a cenar y te lo cuento —Victoria dijo en voz baja, sus ojos estaban humedecidos, que era desgarrador mirarlos.

Alejandro asintió, justo también tenía algo que decir a Victoria.

—Alejandro, ¿sabes por qué dejé de bailar para volver contigo? —le preguntó Victoria a Alejandro con disimulo, dando un sorbo a su té con leche.

De hecho, Alejandro también se preguntaba por qué había vuelto de repente.

—¿Por qué? —Alejandro miró a Victoria, la conocía desde que era un niño y siempre la había amado por la forma en que se empeñaba en bailar a toda costa y por lo linda que se veía cuando bailaba.

Con el paso del tiempo, ambos crecieron y, con la insistencia de sus amigos, se hicieron novios como si todo fuera parte del destino.

Pero en todos estos años, nunca había sentido celos por Victoria ni se había preocupado por ella, tal vez era porque Victoria siempre había sido tranquila y nunca se había metido en problemas.

—Alejandro, ¿recuerdas lo que pasó cuando teníamos diecisiete años? Aquella vez que un coche estuvo a punto de atropellarte, te empujé para apartarte y el coche me atropelló a mí: No sabía nada en ese momento, pero luego, cuando bailaba, cada vez que practicaba durante mucho tiempo, me dolía la pierna, así que me hice revisar en un hospital del extranjero y dijeron que el hueso se me había fracturado por aquel accidente, pero no lo habían detectó. Esto es el informe del hospital. —Victoria sacó de su bolso el informe del examen del hospital y se lo entregó a Alejandro.

—El motivo por el que no he estado en contacto contigo todos estos años, fue porque estuve en el extranjero para un tratamiento. En ese punto, el ballet ya no me era posible. Lloré y me volví loca en ese momento, hasta pensé en suicidarme, pero luego recordé lo que dijiste, que siempre me estarías esperando, así que volví por ti. —Victoria rompió a llorar.

Alejandro recordaba lo sucedido a los diecisiete años, era cierto que Victoria fue atropellada por un coche para salvarlo, pero pensaba que solo recibió un ligero golpe, además, luego fue examinado en el hospital y los médicos dijeron que no tenía ninguna lesión interna. No esperaba que se había fracturado el hueso.

Alejandro miró el informe, que decía claramente que era una lesión antigua, una fractura de hueso, y que el tratamiento era de hacía dos años. También había algo puesto en negrita que decía que no podía volver a hacer más ejercicios extenuantes.

Había perjudicado la vida de Victoria. El ballet era su vida, pero tuvo que renunciar sin querer. Entonces, las palabras que dijo aquel hombre en ese entonces se convirtieron en su razón de vivir.

En un principio, Alejandro iba a darle a Victoria la noticia de que estaba casado, pero ahora no podía decírselo.

Mirando a Victoria, que estaba llorando mucho, Alejandro le dio un pañuelo.

—Lo siento, si hubiera sabido que el accidente de coche de ese entonces te iba a hacer tanto daño, no dejaría que me protegieras. Victoria, lo siento mucho —dijo Alejandro de forma desgarradora.

—Alejandro, no digas eso, no quiero tus disculpas, no quiero nada, solo quiero que me trates como antes. —Victoria se secó las lágrimas y miró fijamente a Alejandro.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Encuentro cercano