Danitza tomó un taxi y regresó a su casa. Hacía mucho tiempo que no bailaba y hoy se sentía mejor por haberlo hecho.
Diego ya estaba esperándola en el salón cuando entró por la puerta.
—Señora, la comida está lista, lávese las manos para ir a la mesa.
Esto era demasiado extraño, la comida estaba lista justo cuando regresó. Si no llamó para informarles cuándo estaba de vuelta.
Tal vez fue una coincidencia y Danitza estaba pensando mucho en ello, como justo tenía hambre, se lavó las manos y se fue a comer.
Había todo tipo de sopas, sopa de pollo, sopa de pescado, arroz congee, incluso los platos de acompañamiento eran comidas blandas.
Danitza le dirigió a Diego una mirada de agradecimiento; Diego era un hombre tan detallista que le cuidaba en todos los sentidos.
—Son órdenes del señor, dijo que no estuvo a su lado cuando se lesionó, así que tiene el deber de cuidarla ahora que está en casa. —Diego se lo pensó mucho, pero decidió no atribuirse el trabajo del señor.
Aunque el señor no lo permitía, para que la señora tuviera una buena impresión del señor, ¡era necesario ir en contra de las órdenes del señor!
—Oh —Danitza pronunció una sola palabra que parecía sencilla pero que en realidad contenía mucho significado.
Su marido, al que no había visto ni una vez, siempre estaba pendiente de ella.
De ahora en adelante tenía que mantenerse alejada de Alejandro. Este podía hacerle perder la cabeza fácilmente con su constante ayuda y con su aspecto atractivo y excelente talento.
Después de terminar lentamente su comida, Danitza fue a tomar una ducha, realmente estaba empezando a extrañar a su marido.
Abrazando un peluche de la cama, pensó que su marido también era una persona muy atenta, sabiendo que no podía acompañarla a menudo, le dio un peluche para que le hiciera compañía.
—Cariño, ¿por qué casi nunca estás en casa, no sabes que te echo de menos? ¿Ya has comido? ¿Me has echado de menos? —Danitza murmuró para sí misma ante el peluche.
El peluche era un perrito, miraba a Danitza con una sonrisa, no importaba lo que dijera Danitza, siempre tenía esa expresión.
—¿Sabes que hay una gran diferencia entre un peluche y una persona? No importa lo feo que seas o lo discapacitado que estés, no me importará. Tú pagaste el tratamiento de mi padre y me acogiste en mi momento más difícil, aunque no sientas nada por mí, yo ya siento algo por ti. —Danitza seguía sin poder decir nada claramente con la lengua que no estaba curada del todo, pero le bastaba con que ella misma se entendiera.
Después de dar vueltas en la cama sola durante un rato, y por el hecho de estar bastante cansada por el baile de hoy, Danitza se durmió abrazada a su peluche y se olvidó de cubrirse con la colcha.
Alejandro envió a Victoria a su casa. Sus lágrimas hicieron dudar de nuevo a Alejandro, que estaba decidido a vivir con Danitza el resto de su vida, pero cómo tratar la situación de Victoria era un gran problema.
Cuando regresó a la villa, eran más de las doce, y nada más llegar a casa accionó el interruptor eléctrico de su dormitorio con Danitza, para luego ingresar allí.
La habitación estaba en silencio. Apenas entrar, olió una fragancia que emitía Danitza después de su baño, así que Alejandro respiró profundamente. Le encantaba la presencia de ella y su olor en ese dormitorio.
Cuando llegó a la cama, vio una pequeña bola acurrucada encima de las sábanas, sosteniendo un peluche entre sus brazos.
Ese peluche no era nuevo, era el favorito de Alejandro cuando era niño y siempre le gustaba dormir con él. No pudo evitar esbozar una sonrisa cuando vio a Danitza sosteniéndolo.
«¡Esta chica! Realmente no sabe cómo cuidarse». Aunque estaba dentro de la habitación, la ventana estaba abierta, y era tarde en la noche, así que realmente tenía miedo de que se enfermara.
—Señora, ¿a dónde va? —Ayer no le había preguntado a la señora a dónde iba, entonces acabó yendo a bailar, lo que enfadó tanto al señor que se desquitó con Diego.
—Al trabajo —Danitza respondió mientras desayunaba.
—Señora, no tiene que ir a trabajar tan pronto, ni siquiera está totalmente recuperada, puede descansar un tiempo más antes de reincorporarse. El señor y el señor Alejandro tienen buena relación, él le ayudará a pedir el permiso. —No había pasado ni un mes desde el accidente, así que ¿qué prisa tenía la señora?
—Tengo que ir —Danitza insistió, definitivamente iba a ir a trabajar. Cuando su marido se divorciara de ella después, tendría que depender de sí misma, ¿no?
Diego vio que no podía persuadirla, así que no dijo nada más. «Bueno, de todos modos, no debería haber problemas con el señor allí».
—Señora, está bien que vaya a trabajar, pero aún no está totalmente recuperada, la llevaré al trabajo y la recogeré todos los días mientras tanto —Diego insistió a su vez.
Cuando Danitza pensó que no había nada de malo en su propuesta, aceptó.
La secretaría tenía a una nueva jefa, era una chica joven trasladada de otro departamento, con aspecto de veinteañera.
Era como si se hubiera enterado de algo, porque estuvo entusiasmada con la llegada de Danitza.
—Danitza, ¿has venido a trabajar tan pronto? ¡Qué profesional eres! Es bueno que estés aquí, tengo muchas cosas por hacer, échame una mano. Repasa estos documentos y marca en rojo todo lo que consideres importante. —La nueva jefa, Elisa Pedraza, se mostró bastante dulce, obviamente queriendo que Danitza se tomara las cosas con calma, pero diciendo que quería que ella le diera una mano.
Danitza tuvo una buena primera impresión de ella.
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