Encuentro cercano romance Capítulo 86

Danitza se enfadó un poco al ver que Alejandro le hacía lo que le daba la gana, sin ni siquiera pedirle su opinión, de modo que empujó a Alejandro con fuerza, tratando de apartarlo de ella.

Pero su fuerza no era suficiente para apartarlo. Alejandro estaba pegado a ella como si fuera pegamento, y por mucho que lo intentara, todo era en vano.

Alejandro se dio cuenta de que Danitza está algo molesta y le pareció divertido, su actitud de enfado era muy adorable, esos labios rosados estaban fruncidos por el esfuerzo que estaba haciendo, y su cara estaba tensa.

—No desperdicies tu energía, ¿crees que puedes empujarme? Ja, ja, ja. —Alejandro se rió alegremente, pues solo con Danitza se sentía especialmente relajado.

—Señor Alejandro, ¿no te parece vergonzoso que estés haciéndome esto mientras tienes a otra mujer en tu corazón? —Danitza escuchó a Alejandro reírse y se enfadó aún más.

—¿Vergonzoso? ¿Por qué? No creo que haya nada de malo en lo que estoy haciendo. Eres mi mujer, ¿no es justo que me acueste contigo? ¿Qué hay de malo en eso? Tú, en cambio, ¿tienes algo especial en mente para sentir tanta repulsión por tu propio marido? —Alejandro no tenía prisa por hacer nada más, miraba a Danitza con gran interés.

Alejandro utilizó su mano para tocar la pequeña nariz de Danitza, haciéndola enrojecer.

—Señor Alejandro, el contrato que firmaste conmigo era solo por dos años y ahora ya nhan pasado varios meses y solo queda poco más de un año, creo que estabas esperando a Victoria y querías usarme como tapadera, ¿no? Ahora que Victoria ha vuelto, ¿no es hora de que rompas tu contrato conmigo? —Danitza le recordó amablemente a Alejandro.

«¿Por qué pretende ser cariñoso conmigo cuando de todas formas es cuestión de tiempo que nos separemos?».

—Es una buena pregunta. —Alejandro se bajó de Danitza, pensando que podría haberla sofocado, pero con un ayuda de su largo brazo puso a Danitza encima de él.

—Entonces, ¿cuándo vamos a divorciarnos? —preguntó Danitza mientras se inclinaba sobre el cuerpo de Alejandro con una actitud seria, muy en desacuerdo con la escena actual.

—Pero no quiero pensar en nada ahora mismo, solo quiero hacer lo que tenemos que hacer. —Alejandro se moría por el cuerpo de Danitza.

Le quitó la ropa a Danitza en unos segundos, y lo que pasó en la habitación era tan encantadora que lo que Danitza quería decir se lo tragó Alejandro.

***

Danitza se despertó toda adolorida y odió a Alejandro, «Ese hombre, ¿qué come para estar tan enérgico? Me ha hecho sentir como si me hubiera desgarrado los huesos».

—¡Maldito Alejandro! —maldijo Danitza sin poder contenerse.

—¿Por qué me insultas? —Danitza se sorprendió cuando, de repente, la cogieron en brazos.

Era raro que aún estuviera a su lado. Cuando se despertaba todos los días, Alejandro ya no estaba, pero hoy seguía a su lado, así que Danitza cerró inmediatamente los ojos.

—Es un sueño —Danitza murmuró, y cuando volvió a abrir los ojos, el apuesto rostro de Alejandro estaba frente a su cara.

—Preciosa, no estabas soñando, tu apuesto marido está efectivamente delante de ti. —Alejandro miró a Danitza mientras su cuerpo reaccionaba de nuevo, entonces un objeto duro se pegó contra ella.

—¡Diablos! Señor Alejandro, ¿por qué sigues aquí? —Danitza se sentía incómoda de levantarse por la mañana y ver a su marido.

—No me llames señor Alejandro, llámame Alejandro, o Ale, o cariño. —Alejandro tomó la carita de Danitza entre sus manos.

—Dilo, dilo para que te oiga. —Alejandro obligó a Danitza.

Alejandro sacó una servilleta, pero no se la entregó a Danitza, sino que limpió suavemente la boca de ella.

Daba la impresión de que eran una pareja muy cariñosa.

Pero su acción hizo que el corazón de Danitza se estremeciera. «¿Alejandro es de repente tan amable conmigo porque ha sido provocado por Victoria?».

Observó a Alejandro con atención, tratando de ver si había algo extraño en su rostro.

—¿Por qué me miras? —La mirada de Danitza hizo que Alejandro se tocara la cara de forma antinatural, «¿Tengo algo de comida en la cara?».

—Nada. —Danitza se apresuró a bajar la mirada y siguió comiendo.

Hoy había comido un poco más de lo habitual, y la verdad era que hoy estaba de buen humor, solo que ella no lo notaba.

—¿Te gustó el regalo de cumpleaños que te di ayer? —Danitza estaba sorbiendo su congee de arroz y se atragantó ante esa pregunta.

—Cof, cof, cof —Danitza tosió.

—¿Tanto te gustó? Es un buen regalo, pero no hace falta que te emociones tanto, te voy a regalar cosas así todo el tiempo. —Alejandro pensó que Danitza estaba demasiado emocionada.

—¡Me gusta, me gusta mucho! —dijo Danitza apresuradamente, sin saber qué le había dado Alejandro, pero en esta situación lo mejor era simplemente decir que le gustaba.

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