Encuentro cercano romance Capítulo 93

Danitza se excusó, pensando que esos suplementos debían ser tomados por alguien de la edad de Fernanda y que ella era demasiado joven para necesitarlos.

—¿Por qué no? ¡Si te pones bien de salud te podrás quedar embarazada, que estoy esperando ser abuela! —Fernanda dijo el propósito de su visita.

La cara de Danitza se sonrojó de repente, «¿Embarazada? Si dentro de poco me echarán de aquí, no creo que sea bueno llevar un bebé para entonces».

Pero no podía decirle nada a Fernanda, estaba escrito en su contrato con Alejandro, y su familia no podía saberlo.

—Bueno, los tomaré. —Danitza se lo pensó mejor y cogió las cosas, porque si no Fernanda iba a seguir presionándola.

—¡Qué bien! Danitza, ¿te sientes bien aquí? Si no, ven a la casa vieja de los Hernández, allí hay muchos criados y todo es más fácil. —Fernanda quería que Danitza se fuera a su casa, se aburría en ella, sus dos hijos estaban casados, además, como no eran sus hijos biológicos, no eran tan cercanos. Ella quería tener alguien con quien hablar.

—No, no, estoy bien aquí, gracias, señora —involuntariamente, Danitza volvió a llamar a Fernanda como señora.

—Llámame mamá, ¿qué pasa, se te ha olvidado otra vez? Espero que Alejandro y tú tengan un bebé pronto, para que tenga algo que hacer, si no, me aburro mucho. —Ahora Fernanda se aburría cocinando, comprando y yendo a la peluquería y al gimnasio con sus amigas.

Ante las palabras de Fernanda, la cara de Danitza se volvió a sonrojar. Fernanda era muy amable con ella y la trataba como de la familia, Danitza quería ser parte de la familia Hernández, pero no podía, su contrato era solo por dos años, y si invertía más sentimientos, le daría pena irse después.

—Ah, casi lo olvidaba, Danitza, vamos a por un tratamiento de belleza, tengo tantas cosas incluidas en mi tarjeta que no puedo hacerlas todas yo sola, ¿me acompañas? —Fernanda sentía que le gustaba demasiado Danitza, la chica era hermosa y tenía una personalidad agradable, en fin, a los ojos de Fernanda, Danitza era buena en todo.

Mirando la cara de Fernanda, Danitza no supo cómo rechazarla, al final, no tuvo más remedio que retrasar su trabajo de traducción.

—Bien, iré a cambiarme y la acompañaré. —Danitza fue a cambiarse y acompañó a Fernanda al salón de belleza.

El lugar donde Fernanda realizaba sus tratamientos de belleza era también el más exclusivo de la Ciudad R. La familia Hernández carecía de todo menos de dinero.

Fernanda tomó la mano de Danitza y en el camino hubo muchas señoras ricas que la saludaron, a lo que ella respondió mientras presentaba a Danitza a esas personas.

—Esta es mi nuera Danitza, ¿no es hermosa? —Eran las mismas palabras las que repitió en todo el camino, pero Fernanda no se cansaba de decirlas.

Danitza se avergonzaba de las diferentes miradas que recibía de la gente, la mayoría de las cuales pensaban que no era digna de casarse con una familia tan buena.

Cuando llegaron a la sala VIP de adentro, se habían reservado dos plazas para Fernanda y Danitza.

A continuación, las dos esteticistas se acercaron para hacerles un tratamiento facial.

—¿Señora Fernanda? —alguien saludaba a Fernanda, la cara de la persona era tan aceitosa que Fernanda no reconoció de quién se trataba.

—Señora Fernanda, soy Victoria —saludó Victoria con gran entusiasmo.

—Je, je, ya decía que el negocio ha sido especialmente bueno últimamente, así que usted hizo anuncios por mí. —Tobías se rio.

—Señora Fernanda, ¿qué es lo que usa? Se lo diré a mi madre también, para que mi madre se vea tan joven como usted. —Victoria había terminado con su cuerpo y estaba lista para la mascarilla facial. Entonces, la esteticista fue a hacer la mascarilla y aprovechó ese tiempo para ponerse entre ellas y hablar con Fernanda.

—Tendrás que preguntarle a Tobías, él es un profesional. —Fernanda estaba a punto de ponerse la mascarilla y no dijo nada más a Victoria.

Victoria miró a Tobías, pero los ojos de éste no estaban en ella, sino en la piel de Danitza.

—Tobías, cuéntame, vamos, salgamos a hablar de ello. —Victoria se detuvo frente a Tobías y arrojó subrepticiamente algo en la mascarilla de Danitza.

—Claro. —Tobías no se dio cuenta de nada y salió con Victoria.

Danitza vio que los dos habían salido y que Fernanda ya tenía una mascarilla en la cara, pero Danitza no quiso ponérsela. Su piel era más propensa a las alergias, por lo que tampoco quería hacerse tratamientos.

—Me saltaré la mascarilla, puede usarla para los demás, voy al baño —dijo Danitza a la esteticista.

La esteticista quiso decir algo, pero Danitza ya se había levantado y se apresuró a salir, por miedo a que Fernanda la volviera a llamar.

Al llegar a la puerta, chocó con la esteticista que sostenía la mascarilla de Victoria, derramándola.

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