—¡Cielos! —la esteticista gritó. No era un gran problema derramar la mascarilla, pero las personas que venían aquí eran todas ricas y famosas, y ella no podía permitirse ofenderlas.
—Lo siento, lo siento mucho —la esteticista se disculpó apresuradamente con Danitza.
—No te preocupes, no pasa nada, pero lo que llevabas encima se ha derramado. —Danitza miró la mascarilla.
—Iris, esta señorita no va a usar su mascarilla, así que reemplázala por esta, de todos modos, es lo mismo. —La esteticista que había hecho la mascarilla de Danitza le entregó a Iris la que había hecho ella.
—Gracias, Anastasia —Iris tomó la mascarilla y Anastasia fue a trapear el suelo.
Victoria tuvo unas palabras con Tobías y, pensando que la mascarilla estaba lista, regresó.
Una vez que estaba tumbada en la cama, Iris le aplicó meticulosamente una mascarilla.
Danitza salió del baño con el sonido de gritos ensordecedores.
Mucha gente corrió hacia la sala de donde acababa de salir Danitza hace un rato.
Danitza también fue para allá para ir a ver lo que sucedía. Victoria estaba gritando, tocando su cara con las manos, su cara estaba roja y blanca por los rasguños que se había hecho, roja por la sangre y blanca por la mascarilla.
—¡¿Qué está pasando?! —Tobías se apresuró en ese momento, y se acercó a revisar el rostro de Victoria.
—Le quitaré la mascarilla primero mientras ustedes la sujetan de las manos. —Tobías buscó un poco de agua y la utilizó para remover la mascarilla de Victoria, luego la mandó a hacer pruebas de laboratorio para ver qué había en ella.
A continuación, miró las heridas de Victoria, que a estas alturas tenía la cara tan hinchada como una pelota y se había hecho tantas marcas de sangre que daba asco mirarlas.
Tobías le echó un vistazo mientras pensaba que debería ser algo que contenía la mascarilla, solo había que esperar a que el trabajo de laboratorio estuviera hecho.
—Tráeme la pomada refrescante y antialérgica. Le pondré un poco primero, luego la llevaré al hospital para que el médico vea su estado. —Tobías tomó a Victoria y salió del salón.
—Danitza, Victoria me ha dado un susto de muerte hace un momento, no has visto cómo de desesperada estaba, se rascaba la cara con las dos manos y gritaba sin parar, ha sido terrible, ¿acaso había algo en la mascarilla? —Fernanda se tocó la cara y su mascarilla estaba fresca y cómoda.
Las dos esteticistas se asustaron, ninguna hizo nada, y no tenían ni idea de por qué la cara de Victoria tenía ese aspecto.
—¿Qué ha ocurrido? —preguntó Danitza a Anastasia, quien le iba a poner una mascarilla.
—No sé..., acabo de darle la mascarilla que hice a Iris y esa señorita... Victoria... se puso así. —La esteticista se quebró de miedo y empezó a llorar.
—Yo tampoco sé lo que ha pasado, se me acababa de derramar la mía, así que usé esta mascarilla… Dios mío, si no fuera que esta señorita no quiso ponerse la mascarilla, entonces sería ella la que sufriría el trauma en ese momento. —Anastasia reaccionó de inmediato de que esa mascarilla era para Danitza.
—¿Eh? ¿Podría ser que alguien está tratando de dañar a mi nuera deliberadamente? —Cuando Fernanda se enteró, se enfadó, pero las mascarillas los hacían las esteticistas designadas, así que la que más sospechosa en todo esto era Anastasia.
Cuando Danitza salió, derramó la mascarilla que se suponía que era para Victoria. Entonces Anastasia, la esteticista, le dio a Iris la mascarilla que en un principio era para ella.
Eso demostraba que la mascarilla de Danitza tenía algún problema.
Tobías volvió a ver el proceso de Anastasia haciendo la mascarilla, y no encontró ningún problema. Así que ¿cuál fue el problema?
Tobías también sentía que la cabeza le daba vueltas, era el dueño del salón de belleza del Grupo Costa y tenía que dar una explicación a todos.
Tras dejar el vídeo, Tobías se dirigió a la sala VIP, donde había varias personas comiendo y bebiendo, y todos charlaban como si no hubiera pasado nada.
—Señoras y señoritas, siento haberles causado este problema, aún tendré que averiguar más a fondo qué es lo que pasó, pero les daré a todas una tarjeta de belleza trimestral por el problema que les ha causado hoy —Tobías entró y dijo a todas.
—Vaya, señor Tobías, qué buen trato, muchas gracias. —Todas soltaron una exclamación cuando se enteraron.
Una tarjeta de belleza trimestral valía cincuenta mil, y en el Grupo Costa, aunque era caro, el servicio era de primera clase.
—Tobías, tengo una pregunta que hacerte. —Después de que Tobías despidiera a las señoras, Fernanda lo atrajo y quiso preguntarle algo.
—Señora Fernanda, dígame. —Tobías se volvió hacia Fernanda, mientras sus ojos examinaban a Danitza.
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