—Me enteré por la esteticista que esa mascarilla era para Danitza, y por ciertas circunstancias se usó para Victoria, ¿qué está pasando? —El rostro de Fernanda se tensó.
Ella había tomado la iniciativa de aceptar la propuesta de Tobías antes, y eso era porque la familia Hernández y la familia Costa eran amigos, y no podía poner a Tobías en una situación difícil.
Pero ahora el rostro de Danitza estaba en juego, no podía permitir que eso pudiera pasarle a ella.
—No estoy muy seguro de eso, pero, señora Fernanda, voy a averiguarlo y a darle una explicación a Danitza. —Tobías miró a Danitza y pensó en lo triste que hubiera sido que su delicado rostro se hubiera arruinado.
—Bueno, hemos tenido este problema aquí en tu establecimiento, así que tienes que investigarlo bien o no nos atreveremos a venir aquí en el futuro. —Fernanda tenía un rostro severo, sería la primera en luchar con quien sea si alguien trataba de hacerle algo a su nuera.
—Le daré una respuesta dentro de tres días. Señora Fernanda, regrese con Danitza por ahora, lo siento mucho por hoy —dijo Tobías disculpándose.
—Bien, entonces nos vamos primero. —Fernanda se despidió de Tobías, tomó de la mano a Danitza y salió.
—Danitza, lo siento mucho, te pedí que vinieras conmigo a hacerte un tratamiento facial, pero no esperaba que pasara esto… Victoria debe estar en el hospital, vamos a verla. —Fernanda sintió que a Victoria le había pasado eso en vez de a Danitza y le daba pena no ir a verla.
Danitza no quería ver a Victoria, pero le conmovía la ansiedad de Fernanda, porque la trataba como si fuera su propia hija.
—Vale —Danitza aceptó.
—Alejandro, me duele la cara, mírala por mí —la voz de Victoria llegó desde la sala y el corazón de Danitza se tensó, ¿Alejandro estaba allí?
—Bueno, cálmate, el médico ha dicho que todo irá bien —le dijo Alejandro suavemente a Victoria.
Danitza de repente tenía la idea de no entrar, ese hombre anoche le estaba diciendo cosas bonitas, pero ahora estaba aquí cuidando de Victoria.
Pero antes de que pudiera pensar más en ello, fue arrastrada por Fernanda.
—¿Alejandro? ¿Tú también estás aquí? ¿Cómo está Victoria? —Fernanda tiró de Danitza hacia Victoria, apartando deliberadamente a Alejandro.
Alejandro vio a Danitza y su expresión no cambió mucho, solo miró la cara de Danitza.
Danitza no miró a Alejandro, sino al rostro de Victoria. Estaba roja e hinchada, los ojos de Victoria estaban súper pequeños por lo hinchada que tenía la cara, pero su mirada seguía sobre Alejandro.
—Señora Fernanda, me duele la cara. Estoy sufriendo esto por culpa de Danitza. Buaa, buaaa —Victoria vio a Fernanda y rompió a llorar.
Cuando escuchó las palabras de Victoria, a Fernanda no le gustó nada, «¡Cómo que está sufriendo por culpa de Danitza, si fue porque tuvo mala suerte!». Pero ella se contuvo para no decirlo.
—Victoria, lo has pasado mal, hazle caso al médico y pronto estarás bien. Tienes la cara bastante hinchada. —Fernanda observó la pinta de Victoria y estuvo tentada de reír.
Esperaba que Danitza estuviera allí, pero cuando llegó solo vio a Victoria con la cara hinchada. No podía irse inmediatamente, además Micaela también estaba, así que tenía que decir algunas palabras de cortesía.
Se sintió aliviado cuando vio a Danitza, a estas alturas ya no quería volver a ver a Victoria, le bastaba con que Danitza estuviera bien.
—¡Alejandro! —gritó Victoria, haciendo un mohín a Alejandro con la boca toda hinchada.
—Victoria, Alejandro tiene una reunión, es muy importante, déjalo ir. —Micaela era mucho más inteligente que Victoria y la detuvo inmediatamente.
Los hombres odiaban a las mujeres que retrasaban su trabajo.
Victoria no dijo nada más. Alejandro rodeó a Fernanda con su brazo y salió.
—Mamá, ¿por qué no has retenido a Alejandro? —dijo Victoria, furiosa al ver que Alejandro se había marchado.
—Tonta, ya es hora de que cambies tu carácter, ¿no ves que Fernanda se ha sentido ofendida por ti? ¡Ya está muy bien que haya venido a verte! —Micaela se quedó sin palabras con su hija.
Alejandro la quería antes, así que ella podía hacer todo lo que le diera la gana en ese entonces, pero ahora Alejandro ya no la tomaba en serio, así que lo que tenía que hacer era volver a ganarse el corazón de Alejandro.
—No me importa que vengan a verme, no viste la mirada de satisfacción que llevaba Danitza. Mamá, ¿qué debo hacer?, Alejandro ya no se preocupa por mí. Me gusta, me gusta mucho. —Victoria rompió a llorar.
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