Enséñame el placer romance Capítulo 14

Narra Amelia.

Más tarde aquella noche…

La mano de Daniel se bloqueó alrededor de mi muslo, impidiendome que me moviera ya que estaba agitando el pie, estaba un poco nerviosa e incomoda. La gente nos veía, seguramente pensando cosas desagradable por nuestra notable diferencia de edad.  Lentamente aflojó su agarre y sus dedos comenzaron  a acariciarme.

—¿Quieres que nos vayamos?— su voz fue suave y atrajo mis ojos hacia él.

—No, el lugar es muy bello—respondí tratando de sonar segura.

—Podemos probar uno de los otros restaurantes mañana por la noche si quieres, uno mas privado o quedarnos en la casa— dijo, luego tomó  mi barbilla en su mano, tirando de mí para mirarlo, su pulgar suavemente recorrió mi mandíbula. Sonreí ante sus palabras y asentí. Volvimos  a mirar el menú, el camarero llegó a la mesa, le dimos nuestros pedido. Cuando sentía su mirada sobre mí.

—Tengo que ir al baño—le dije a Daniel poco despues. Me levante de mi silla y pase  por algunas mesas. Algunas personas me veian y fue entonces cuando me di cuenta de lo mucho que no encajaba aquí o que nuestra relación a la vista de los demás no encajaba.  Probablemente por eso el camarero me estaba echando un vistazo. Creo que este era el mejor restaurante del lugar. Los hombres estaban todos vestidos con trajes impecables, y las mujeres con vestidos ajustados y sexys. 

Cuando llegue al baño, no pude evitar mirarme en el espejo. Llevaba puesto vestido fresco ideal por el clima. Pero quizás no era suficiente, nunca me importo la moda, pero estaba entrado a un etapa adulta y tenia que cambiar mi guardarropa, tenia el dinero para hacerlo solo faltaba ponerlo en practica.  Una mujer salió de uno de los baños, se lavó las manos y se arregló el maquillaje. No pude evitar compararme con ella. Era deslumbrante y todo en ella era elegancia. Si mi madre estuviera viva ella me acompañaria a las tiendas a comprar todo lo que necesitaba, un día madre e hija anhelaba. Pero solo era un sueño, nunca se haría realidad.

Salí del baño justo tiempo para ver al  camarero dejar nuestro pedido sobre la mesa. Mis ojos se posaron en mis pies, y solo queria que el suelo me tragara por completo.  La pared del fondo del restaurante estaba hecha de vidrio y, a lo lejos, al otro lado del restaurante, vi a un grupo de chicos y chicas de mi edad sentados charlando y otros bailando. No pude evitar preguntarme si encajaría mejor allí.

Mientras los veía pensativamente, sentí un tirón en mi cabello y me gire en respuesta.

—¿Quieres irte, hermosa?—preguntó suavemente. Daniel se había puesto de pie y se había acercado a mí. Me pregunte si se habría dado cuenta de lo incomoda que estaba—.Parece que se están divirtiendo—agregó señalando con la cabeza al grupo de chicos al otro lado del restaurante. Una emoción sin nombre cruzó su rostro, pero desapareció antes de que pudiera decir qué era. Lo reemplazó una sonrisa suave que hizo que se viera uno de sus hoyuelos—.¿Quieres ir a ver qué están haciendo y unirte a ellos? —preguntó—. Creo que son del primer año de la universidad, pueden guiarte en el proceso—añadió.

Pensé en sus palabras, pero no estaba segura de dejarlo solo por unirme a un grupo de chicos universitarios, aunque estaba consciente que pronto tendría que hacerlo cuando uniciara la universidad

—No, volvamos a la mesa—le dije. Decidí intentar encajar en una situación donde no seria la primera vez que la gente nos miraran con un gesto de sorpresa. Estaba comenzando a pensar que Daniel me había traído con ese propósito para que me diera cuenta del que dirán si decido yo continuar con nuestro romance. Tenia que darle una respuesta al finalizar el verano. Nos sentamos y disfrutamos de la comida, comenzamos a charlar y tratamos de olvidarnos de nuestro alrededor.

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