Narra Amelia.
El camino de regreso fue en silenció, Daniel se veía pensativo.
—¿Por qué te detienes?—pregunte cuando vi que detuvo el auto en una zona montañosa, faltaban algunos mínutos para ingresar a Santa Clara.
—Necesitamos hablar—dijo seriamente.
—¿Sobre que?—interrogue.
—De nuestra relación—respondió, mi corazón comenzó a latir más rápido—. Se que te dije que me dieras una respuesta finalizando el verano, pero debo cortar esto ahora mismo. Lo nuestro no puede seguir Amelia—me dijo seriamente, dirigió sus ojos hacia a mí, de mi parte me había quedado muda—. Tu eres importante para mi, lo mejor que me ha pasado, sin embargo, tienes muchas cosas que experimentar, tantos metas y sueños que cumplir que no quiero ser una distracción para ti—agregó—. Y aunque odio admitirlo, estamos en etapas diferente de la vida y eso puede llegar a ser un problema. Tu debes disfrutar de tu juventud, vivir lo maximo—agregó. Solo pude bajar la mirada, sentía una opresión en el pecho que no me dejaba respirar. Quería llorar, pero por alguna razón no lo hice frente a él—. ¿Qué piensas sobre lo que te acabo de decir?—interrogó.
Las palabras adecuadas no querían salir de mi boca, me quede en silencio por unos segundos.
—No tengo nada que decir, tu tomaste la decisión por lo dos—dije en un tono doloroso—. Llévame a casa —agregue viendo hacia la ventana a la nada tratando de no llorar, a pesar que mis ojos estaban nublados por las lagrimas.
Poco después él arranco el auto. Ninguno hablo durante ese tiempo. Llegamos a mi casa.
—¿Me dejaras darte un beso?—me preguntó.
Quería decirle que no, que lo quería a él por completo. Pero asentí con la cabeza. Me dio un beso de despedida, el peso de nuestro futuro inexistente se alivió temporalmente. Por una fracción de segundo, me olvidé de la realidad y solo pensé en sus labios y en lo suaves que eran, en lo perfectos que combinaban con los míos. Qué increíble olía. Cómo gimió cuando trató de retroceder, pero entró por más, como si estuviera sediento y no pudiera satisfacer su sed. No sabia cuánto tiempo nos besamos ni quién se detuvo primero. Recuerdo haber sostenido su mano por un tiempo, el borde de mis ojos ardiendo porque no quería soltarlo.
—Pórtate bien estos dos días en casa mientras llega tu padre—me dijo.
Asentí con la cabeza. Ingrese a mi casa y tan pronto como llegué a mi habitación tiré mi maleta en la esquina, luego me lance en mi cama, y comencé a llorar. Me dolía el corazón, sentía que me iba a morir.
Recibí un mensaje poco después, era Daniel. Lo abrí y este decía: Debes ser fuerte, como siempre lo has sido. Puedes enviarme mensajes cuando quieras, aunque no estemos juntos seremos amigos.
Quizás para él era fácil decirlo, pero para mi era como si hubiese recibido mil puñaladas en el corazón.
Dos días después...
—Me alegro que te hayas divertido—dijo, luego vino hacia mí, plantándome un beso en la parte superior de la cabeza antes de caminar hacia la sala de estar—. Iré a desempacar, luego bajare para que cenemos —dijo.
Lo vi marcharse a su habitación. Esa misma noche, despues de la cena le envié un mensaje a Daniel para ver cómo estaba. Pero no respondió. La mañana siguiente, si me lo respondió deseándome buenos días. Me envió lindos mensajes durante toda la semana que me alegraron el día. Incluso me envió emoticonos, porque le dije que era patético por no usarlos. Esto continuó durante una semana entera y luego simplemente ... se detuvo. Siempre esperaba que me enviara un mensaje de primero. Sabía que estaba ocupado y no quería molestarlo, a pesar de lo mucho que quería saber de él. El primer día sin mensajes, no pensé en eso. Supuse que tenía las manos ocupadas con el trabajo y no podía acceder a su teléfono lo suficientemente rápido.Pero luego pasó otro día y nada. Al tercer día, comencé a preocuparme, así que le envié un mensaje para preguntarle si estaba bien. Los puntos que rebotaban aparecieron para mostrar que estaba a punto de responder y esperé ... y esperé ...Nada.
El está ocupado. Es un empresario. Sus manos están ocpadas. Eso es lo que me dije a mí misma aunque en el fondo me resultaba difícil cumplir. Quizás lo estaba acosando mucho, ahora solo eramos amigos y yo estaba sobrepasando ese limite.
Minutos despues mi padre vino a mi habitación con buenas noticias. Daniel vendría a cenar. Tan pronto como recibí la noticia, salté de la cama y corrí a mi armario para encontrar algo bonito para ponerme. Había ido de compras y había renovado mi guardarropa. Me sentía mas adulta, bueno además faltaba solo una semana para iniciar la universidad y necesitaba ropa nueva. Elegí un vestido crema suave que hacia que mis senos parecieran más grandes y mi cintura estrecha. No sabia que había hecho Daniel durante este tiempo. No sabía si había tenido un viaje fuera de la ciudad o qué, pero como iba a venir, las cosas quizas entre nostros podria retomarse. Lo vería. Aunque tambien tenía curiosidad por saber por qué no se había escrito. Me alisé el cabello y me maquillé, tomándome mi tiempo en el ala de mi delineador de ojos. Mientras me ponía el rímel, sonó el timbre de la puerta y papá dijo mi nombre, lo que significaba que mi tiempo de prepararme se había acabado. Era el momento de saludar a nuestro invitado en familia, como siempre lo hacíamos.
Respiré profundamente, salí de mi habitacion. Bajé las escaleras y doblé la esquina justo cuando la puerta se abría.
Fue lo primero que vi. Su cabello estaba recién cortado y parecía como si estuviera ligeramente tocado con gel. Tenía una botella de vino tinto en la mano y la levantó cuando papá lo saludó. Papá lo aceptó y se dieron un apretón de manos y un abrazo fraternal. Me paré a unos pasos de distancia, sin aliento, mis piernas bloqueadas, mientras él cruzaba la puerta. Sus ojos se encontraron con los míos primero ... pero no eran suaves, como de costumbre. Eran duros y distantes. Fruncí el ceño al instante. Estos no eran los mismos ojos que había visto por última vez. Estos no eran los ojos tiernos, sinceros que me miraban con nada más que amor y adoración. Eran oscuros ilegibles. Parpadeé rápidamente mientras miraba hacia otro lado para mirar por encima del hombro.
Y luego la vi. Entró por la puerta con un vestido rojo corto, el maquillaje impecable y el cabello medio recogido. Era una mujer muy bella de treinta y algo de años ¿ pero quien era ella? ¿Por que había venido con Daniel ? Acaso ellos estaban juntos? Fueron las preguntas que me hice.
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