La noche estaba oscura y fresca, los intentos de Temperace, para convencer al imponente lobo de dejarla marcharse, no habían dado buenos resultados, necesitaba pensar como escapar de la enorme mansión, si terminaba por ser comida o asesinada por lo menos iba a luchar por su vida primero
— El Alfa entró sonriendo con malicia al cuarto de baño, por alguna razón, le había gustado que la mujer humana, se fijara en su virilidad, eso inflaba su ego de macho Alfa, a ella le gustó lo que vió
— Bajo la regadera, Alexander recordaba a su luna de pié en la bañera, sus redondos senos, sus rozados pezones, la curva de su estrecha cintura pero sobre todo ese tesoro que tenía entre sus largas y bien formadas piernas, lo hacían querer probar sus encantos
— ¿Qué estás pensando, Alexander? ¡tú no debes desear a esa mujer, ella no es una luna apropiada para ti, es débil, una simple humana sin poderes ni fuerza, no resistiría con vida en el bosque ni por un día, no es más que un estorbo para ti! — el Alfa se reprendía, no podía dejarse llevar por el fuerte deseo que estaba sintiendo por su mate
— En la cama, la bella doctora decidió ignorar al sátiro lobo, se dió la vuelta y se acomodó en la almohada, el peligroso hombre era muy atractivo, su cuerpo era perfecto, parecía no tener un gramo de grasa pero si muchos músculos , estaba marcado por dónde lo vieras, su cabellera negra en una melena larga y sus hermosos ojos azules eran hechizantes casi mágicos
— Temperace, si el lobo asesino te comienza a gustar, deberías irte directo de aquí al manicomio, es peligroso, con un genio de los mil demonios, le gusta gruñirle a la gente y amenazarlos con comercelos, ¡no, no te puede gustar! — la bella doctora cerró los ojos tratando de que no viniera a su mente el miembro dormido del atractivo hombre
— Alexander, después de ayudarse el mismo a calmar su deseo, salió del baño con una toalla en la cintura, secaba su cabello mientras observaba a la mujer que estaba bajo sus sábanas, su intento por no sentir deseo por ella no había funcionado como esperaba, su miembro estaba despierto, solo por eso se calzó un boxer antes de meterse a la cama
— Con la naturalidad con la que te acuestas en tu cama, el Alfa entró en ella, hacía un frío de los mil demonios pero el estaba como si nada, si te acercabas un poco a él, podías sentir el calor recorriendo su cuerpo
— ¡Mujer, ésta sábana es muy delgada, te congelaràs si no te cubres con una manta más gruesa! — el Alfa por alguna extraña razón estaba siendo considerado, cosa muy rara en él que era indiferente a todo
— Cuando la doctora salió de la ducha, la mucama ya había dejado una muda de ropa para ella sobre la cama, incluso había ropa interior bastante provocadora por cierto, la molestia de la joven. no se hizo esperar
— ¿Qué te estás creyendo lobo pervertido? ¡me rehuso a usar éste pedacito de tela como ropa interior! ¡no lo haré! — Temperace se negaba a usar la pequeñas prendas de ropa
— luna, el Alfa dijo que si las prendas no resultaban ser de su agrado, podía tirarlas dónde quisiera, o simplemente no ponérsela, lo que le resulte más práctico — las palabras de la mucama dejaron boquiabierta a la joven doctora
— ¡Llevame con el hombre-lobo! — pidió decidida Temperace...
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