Entre Mafias romance Capítulo 13

Mía

Todo es mentira desde el principio. Me creí la segunda parte de la historia, en la que de pronto descubre que me ama y somo felices y comemos perdices...

- Mentira - Susurro sin aliento.

Cierro los ojos. Necesito asimilar todo lo que he oído. Coloco las manos sobre mi pecho en un vano intento de que mi corazón deje de golpear como si quisiera salirse.

Camino de vuelta al baño. Necesito esconderme y recomponerme. ¿Qué hago ahora? ¿Cómo he podido ser tan ridícula? Me avergüenzo de mi misma. Me educaron para que me diera a valer, para que no me rebajara y ahora mismo siento la bota de Marcus pisándome el cuello, impidiéndome respirar, riéndose de mi y de toda mi familia.

La puerta se abre y veo a Marcus.

- Es el baño de mujeres.

Reúno las fuerzas suficientes para colocar las manos sobre su pecho y empujarlo para hacer que salga y me vuelva a dejar sola.

¿Qué se supone que tengo que hacer? Me lio aquí a pegar voces o me lo guardo todo y espero el momento oportuno... Tengo tantas dudas... Y me duele tanto el corazón.

Siento como se me llena los ojos de lágrimas. No quiero llorar, no quiero ser débil ni que Marcus se crea que tiene el derecho a consolarme.

- ¿Estás bien? - sujeta mis manos y las aleja de su pecho - Estás pálida, no tienes buenas cara.

- No me encuentro muy bien.

Bajo la cabeza para ocultar la desolación que siento y que se puede ver a simple vista. Nadie jamás se ha reído tanto de mi como este hombre. Ahora parece preocupado.

Todo es mentira Mía, sus rostro preocupado mirándome fijamente, su dedo acariciando mi barbilla para que lo mire, todo falso.

- Está bien, nos vamos. Llamaré al médico para vaya a casa y te vea.

- No, no, no llames al médico, solo necesito descansar. Dante puede llevarme, no te preocupes.

Aprieta los labios formando una fina línea.

Solo puedo pensar en que quiero irme lejos de él.  Necesito pensar con claridad, necesito... No se lo que necesito ni se como quitar el dolor de mi cuerpo.

- Mírame ¿estás llorando?

- Marcus estoy bien, solo quiero irme y descansar - Se me rompe la voz al final de la frase mostrando parte de mi dolor.

Las lágrimas caen por mis mejillas. Esquivo al hombre que me escruta intentando averiguar qué ha pasado desde que vine al baño. Salgo y esquivo las mesas de las personas que cenan entre lujo y licores y salgo a la calle.

Respiro profundo el aire frío de la noche.   Consigue despejar parte del abotargamiento que siento. Como si sintiera algo tan amplificado, tan grande, que me deja vacía.

Una voz suena en mi oído sacándome del trance. Unos dedos fríos se cierran sobre mi brazo.

- Disfruta mientras mi puedas. Da igual que te hayas librado dos veces. La familia Carussi no perdona ni olvida a los traidores.

Mi padre me habla con desprecio, igual que hace un momento en la barra. Todos están contra mi ¿qué he hecho tan malo? Solo me enamoré, fue mi único pecado.

Me giro despacio hasta que lo veo de frente. Lo encaro rendida y sin fuerzas.

- Estaré esperándote entonces, padre.

Dante me agarra del brazo y me aleja del hombre que me crió. Saca la pistola aunque la mantiene  apuntando al suelo, pero la amenaza es clara.

- No será necesario formar un escándalo, al menos esta noche - Dice mi padre de buen humor.

Me alejo hacia el coche. Me siento detrás y miro por la ventanilla el paisaje de camino a casa. Repito en mi cabeza ese pensamiento... De camino a casa... ¿A casa? Cuando creía que era novia de Marcus la sentía mía y cercana, ahora ya no tengo muy claro que es, pero si sé que no es nada mio.

Ahora puedo ver claramente la confusión. Realmente no tiene ni idea de porque le estoy diciendo esto. Sería tan fácil como sumar dos más dos, pero el rey de los negocios sucios no tiene ni idea.

- ¿De qué mierda hablas?

Ahora si es el Marcus frío que me dejó tirada en la casa de mi padre. El amenazador, el que no se para ante nada ni ante nadie.

Acerco mi rostro al suyo.

- Escuché lo que le dijiste a mi padre.

No tenía pensado decirle nada, pero callarme algo tan duro me ha sido imposible.

- Escuchaste...

- Vete, no quiero hablar contigo. Tenemos un trato y lo cumpliré, pero ese trato no dice que tengamos que hablarnos en casa.

- Mía, no es lo que parece.

Sonrío con tristeza. Este tópico me lo sé de memoria. La primera vez que me traicionó pensaba que no era lo que parecía, pero era justo eso. Esta vez no es distinto. Marcus es una persona en la que no puedes confiar. Y si quieres vivir una vida larga y tranquila es mejor que no te cruces en su camino.

- Contigo todo es lo que parece siempre. Vete.

Me tumbo de nuevo. Meto los brazos bajo la colcha y cierro los ojos. Solo quiero que salga de la habitación. Y que deje de torturarme.

No entiendo que he hecho tan malo para merecer que me traicionen de esta manera, por más que intento buscarle un sentido a todo lo que ocurre, no logro comprenderlo.

Solo tengo clara una cosa: no volveré a confiar en Marcus nunca más.

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