Entre Mafias romance Capítulo 29

Mía

Corro hacia la puerta y la golpeo con el puño cerrado. No puedo creer que vuelva a ser el mismo cavernícola que antes, creía que había empezado a respetarme, pero no, Marcus solo sabe imponerse y obligar a los demás a que hagan lo que él quiere.

- ¡MARCUS! ¡ÁBREME! - grito sin dejar de golpearla - ¿¡NO ME ESCUCHAS!? ¡ABRE LA PUERTA!

Se va a enterar de lo que es bueno. No pienso permitir que me encierre. Entro al baño y abro un cajón, rebusco dentro hasta que encuentro una horquilla. Vuelvo a la puerta de la habitación.

Abro la horquilla completamente y la introduzco en la cerradura. Voy haciendo movimientos hasta que escucho el click característico, entonces la giro y ¡magia! Abro la puerta sin problema.

Bajo las escaleras dando grandes zancadas. Pocas veces he estado realmente enfadada con Marcus, me dolió cuando me traicionó, cuando me trataba como si no importara nada, pero esto es distinto, no pienso volver a permitir que decida por mi nunca más.

Abro la puerta del despacho sin llamar ni pedir permiso. En cuanto entro se queda de piedra. Viene hacia mi y me coge del brazo, me lleva fuera casi arrastrándome.

- ¡¿Quién cojones le ha abierto la puerta?! - Grita a nadie en particular.

Acabo de descubrir que mi querido marido se cree que soy una inútil incapaz de abrir una cerradura. Tal vez crea que una mujer no puede abrir puertas con horquillas, o conducir más rápido que otro coche en una persecución.

Pego un  tirón y me suelto.

- He sido yo, yo he abierto la puerta y si vuelves a encerrarme lo volveré a hacer - Lo encaro levantando el dedo - No hagas esto, Marcus.

Sus hombres se han acercado a nosotros al escuchar las voces. Ahora no quiere que se enteren de que entre tanto hombre en este castillo, una mujer es capaz de plantarle cara.

Camina de vuelta al despacho sin siquiera mirarme. Lo sigo porque estoy segura de que esta conversación no se ha terminado.

-  ¿Qué habría pasado si hoy no hubiera llegado a tiempo - Pregunta apretándose el puente de la nariz.

Así que por eso está así. Cree que puede mantenerme con vida si me deja encerrada en la habitación para siempre.  Tengo que quitarle esa idea de la cabeza como sea.

- Estoy bien, llegaste a tiempo.

- ¡¿QUÉ HABRÍA PASADO?! - grita.

Golpea con el puño la mesa y respira entrecortadamente. Me mira fijamente. Solo veo un león enjaulado que busca una salida, pero no ve ninguna. Es prisionero de sus propios miedos.

Me acerco hasta él. Uno de los dos tiene que calmarse porque si no vamos a ser incapaces de entrar en razón.

- ¿Qué habría pasado si cuando mi padre ordenó que me mataran no hubiera huido? ¿Qué crees que habría pasado si la primera bala que dispararon en el restaurante se hubiera desviado un poco hacia la derecha - Coloco mi mano sobre su mejilla, raspa un poco por la barba que comienza a crecer - Marcus, ¿qué habría pasado si tú hombre me hubiera dado un mal golpe en la cabeza? Hace mucho que podría haber muerto, pero eso no puede impedirnos vivir.

Se aleja unos pasos de mi. Odio no ser capaz de calmarme. Entiendo sus miedos, son los mismos que tengo yo con él. Me da pánico pensar que su modo de vida un día pueda acabar con lo que tenemos. De hecho  estoy segura de que algún día uno de los dos vestirá de negro y se lamentará por no haberse alejado de las balas y las drogas.

- No podría soportarlo - Susurra mirando al suelo - No podría seguir viviendo sin ti.

Vuelvo a acortar la distancia y levanto su barbilla con un dedo, quiero ver sus ojos negros. Le sonrío con todo el amor que siento hacia este hombre.

- Jamás me alejaré de ti, pero tienes que dejar de hacer esto, por favor. A mi también me da miedo cuando te vas ¿no lo ves?

Pega su frente contra la mía y cierra los ojos, yo los cierro con él. No sé en que momento le he personado todo lo que ha hecho, pero ha sucedido. No siento rabia ni rencor, en algún punto consiguió que mi corazón volviera a latir solo por él.

- Por favor, por favor, no me mates, yo solo quería recuperar a mi esposa.

- ¿Recuperar a tu esposa? ¿Para qué? Eres un saco de mierda que maltrata a su mujer.

Escucho como se carga el arma de Marcus. No puedo quedarme quieta, no puedo hacer como si no hubiera escuchado nada.

Empujo con todo mi cuerpo y abro la puerta.

El hombre cuelga de unas cadenas ancladas en el techo. Tiene el cuerpo ensangrentado. No la cara o las muñecas por las cadenas, todo el cuerpo, le han torturado.

Marcus tiene el brazo en alto con la pistola pegada a la frente del marido de Lea.

Debería haber llamado a la policía cuando comenzó la persecución y este hombre estaría en la cárcel y  no aquí.

- ¡PARA! ¡NO LO MATES!

Corro hacia Marcus y le agarro el brazo con el que sostiene el arma. Me mira fijamente sin moverse ni un milímetro.

Antes de que me de tiempo a seguir convenciéndole aprieta el gatillo. La bala sale y entra en la cabeza del hombre en un instante. Justo en ese momento su cuerpo cae inerte. El único motivo por el que no cae al suelo es porque las cadenas se lo impiden. Cuelga sin vida de ellas.

Doy un paso atrás, necesito alejarme de ellos. ¿Cómo pueden vivir rodeados de muerte y sangre? Se comportan como si una vida no fuera importante. Da igual quien vive o muere, no importa.

Salgo corriendo sin pensar a donde voy a llegar, solo sé que necesito alejarme de todos ellos.

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