Entre Mafias romance Capítulo 44

Mía

Llego a la consulta donde voy a trabajar. Es más bien una casa de estilo Victoriano que ha sido adaptada y convertido en una consulta médica. Llamo a la puerta revisando el mapa por si me he equivocado de lugar.

Un hombre de unos cuarenta años la abre. Tiene el pelo corto y negro y los ojos verdes, algo más oscuros que los míos.

- ¿En qué puedo ayudarte?

Extiendo la mano para presentarme.

- Buenas. Soy Mía Carussi. Creo que estabais buscando una enfermera ¿no?

Se aparta a un lado invitándome a entrar. Le sonrío y acepto su invitación.

- Pasa, por favor, te estaba esperando - Llegamos a una habitación con varios sillones y una mesa de cristal llena de revistas en el centro - Esta es la sala de espera aunque nunca se usa, somos muy pocos y no suele haber cola esperando.

Las paredes son de color crema adornadas con varios cuadros de paisajes montañosos. Después aparta una puerta corredera marrón y me enseña la consulta.

- Es muy bonito - Digo sinceramente.

- Gracias. Aquí atendemos a los pacientes. Tengo que viajar a los pueblos de alrededor varios días en semana y por eso necesito a alguien aquí mientras yo  no estoy.

Salimos de la consulta y me lleva a través de un pasillo que termina en una puerta. Al abrirla descubro una cocina.

- Perdona, no te he dicho mi nombre - Dice golpeándose la frente con la palma de la mano- Me llamo  Lucca.

Camina hasta la máquina de café y comienza a prepararlo.

- Puedes usar la cocina siempre que lo necesites. Suele haber café, té y alguna galleta, pero puedes traer lo que quieras si eso no te gusta - Abre algunos armarios para enseñarme lo que contiene.

- Eres muy amable.

Unos minutos después el aroma a café envuelve toda la casa. La paz y la tranquilidad que se respira aquí es contagiosa. Decido desde el minuto uno que me encanta esta nueva vida y mi nuevo trabajo.

Un par de horas después estoy saliendo por la puerta. Empiezo mañana a trabajar. Estoy muy emocionada. Gracias a Killian vuelvo a tener todo lo que perdí... Bueno, todo no, pero si una parte importante.

Me acerco al coche, pero en el último momento decido dar una vuelta por las estrechas calles para conocer un poco como es.  El casco antiguo está formado por pequeñas casas señoriales enredadas en un laberinto de callejuelas estrechas. Es precioso e íntimo.

Paso delante de un bar con grandes cristaleras que te enseña cómo es por dentro, pego la cara al cristal y veo el interior, hay una zona llena de mesas, una gran barra al fondo y una pequeña pista de baile. Se parece mucho al local de Marcus al que fuimos una vez.

Desde que me volvió a dejar no me he  permitido pensar mucho en él. El dolor físico sigue ahí cuando lo hago, es como si el estómago quisiera salirse y diera un respingo. Me Alejo del cristal y levanto la vista hasta el letrero para leer su nombre, M&M. Es muy enigmático y atractivo.

Sigo caminando sin saber muy bien que rumbo seguir y de este modo tan tonto termino delante de una tienda de tatuajes. Dentro una muchacha está sentada detrás de un mostrador pintando algo en un papel.

Abro la puerta un poco, y en cuanto suena la campanita entro del todo.

- Buenas - Saluda la chica con una gran sonrisa.

Me acerco hasta el mostrador.

- Hola, estaba pensando en hacerme un tatuaje, quería tapar esta cicatriz - Se la enseño como si nada.

Verla cada día me recuerda los horrores de mi padre. Llevo tiempo queriendo ocultarla de alguna manera, quiero ir tapando las cicatrices que tengo en mi corazón poco a poco, paso a paso, y eso es lo que voy a hacer.

- Claro, no hay problema ¿Sabes que tatuaje quieres?

Se lo que quiero. Cuando estaba ingresada nos contaron a mi grupo y a mi en una de las sesiones que nosotros nos parecíamos a las flores de loto. Viven en el fango, entre el lodo y aún así sobreviven, son flores sumamente fuertes y hermosas que logran salir a flote, algunas están hundidas, otras cerradas y sólo puedes ver las puntas de sus pétalos, pero las más fuertes, la que logran sobrevivir a la adversidad flotan señoriales, grandiosas como solo ellas saben ser. Y eso es lo que hacemos todos al fin y al cabo, sobrevivir.

- Una flor de loto.

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