-¿Por qué me agradeces? Sé que no vienes conmigo. De ser así, mejor te dejaré descansar en el hospital. Y además, el ambiente aquí es bueno, si estás aquí, no se producirá problema. En cuanto a la situación de Simón, me he enterado del médico, no te preocupes mucho.
Debido a que también estaban Raquel y Jorge, Xenia se quedaba más inquieta. Después de la comida, incluso tenía gana de tumbarse un poco.
Raque tenía razón, tenía que confiar en el médico.
Al mismo tiempo, también tenía que confiar en Simón.
Debería volver de su desmayo lo más pronto posible.
Después del período de observación, Simón fue transferido del ICU a la sala general. Se había proyectado que compartiese la misma sala con Xenia.
Considerando después que hubiera alguien de le acompañara, le preparó una sala individual con camas añadidas para que descanse el acompañador.
Diego vino a las 8 de la noche, un rato después de charlar, vinieron Rafael y Naomí.
Naomí empujó la puerta, acompañada del aire frío afuera, mientras decía, -Xenia, dicen que Simón ya ha pasado el período peligroso, tú…
Al darse cuenta de la existencia de Diego, Naomí se quedaba sombrada con la puerta entrecerrada.
Rafael tendió la mano, abrió toda la puerta y dijo hacia abajo.
-Vamos a entrar primero.
Naomí retrajo la mano y entró obedientemente, seguida por Rafael, quien cerró la puerta por cierto.
Por hacer frío, Naomí llevaba un abrigo rosado y el cabello recogido en una bola. Una bufanda mullida y clara le envolvió casi la media cara, solamente le quedaban la nariz y los ojos delicados.
Rafael llevaba una gabardina larga y negra. Todos entraron con el aire frío y eran un alto y una baja, lo que se vio como si fuera una pareja.
Diego su puso descontento pero se tranquilizó inmediatamente.
-Señora Xenia -saludó Rafael.
-Venid -Xenia soltó una sonrisa, mientras decía a Naomí, -¿No viene Bernabé? A ver que te escucha.
-Sí, Bernabé es muy sensato, después de la explicación, él acepta no venir.
Xenia quitó la preocupación, -Gracias, Naomí.
Naomí dijo, -No pasa nada.
Si no hubiera estado Diego aquí, habría haber dicho que dejara la puta gracia si seguía siendo familiares. Pero ante Diego, Naomí no pudo decir nada más que “no pasa nada”.
La sala se quedaba en un silencio extraño.
Un rato después dijo Diego en una voz clara y fría.
-Si quieres, voy a cuidar a Bernabé.
Xenia partió la mirada a Diego, con una cara sorprendida.
-¿En serio? Si lo llevas, tu trabajo…
-No tengo muchos asuntos en la compañía, eres mi hermana, y como su tío, debo cuidarlo.
Al terminar, Rafael se levantó y dijo con una cara atractiva, -Ahora voy a recogerlo.
De repente, Xenia no supo qué podía añadir, debido a que se vio la seriedad en los ojos de Diego, lo que mostraba la determinación.
Para ella, Diego y Naomí eran la gente en que ella podía confiar, así que estaba tranquila sin importar dónde estaba Bernabé,
Sin embargo, Naomí estaba descontenta al escucharlo.
Dijo que Xenia era su hermana y Bernabé debí ser cuidado por él en vez de ella.
Ella era sólo una persona insignificante. De no ser familiar, no tendría razón de atenderlo.
No estaba calificada en absoluto.
Naomí se puso pálida por lo pensado y se bajó la cabeza inmediatamente, un largo tiempo callado después, se levantó la cabeza.
-Así es, por favor, cuídalo.
Su tío ya se decidió, ¿qué podría decir como una persona que no le importó?
-Lo siente, no lo hice a propósito.
¡Acababa de tocarle la mano!
No se supo qué estaba pensado, a lo mejor pensando que ella le toca la mano con intención. Y tal vez a ella le odiara más, o creía que ella lo había hecho para ganar la atención.
Naomí se quedaba en su lugar, se sentía muy amarga en su corazón.
Sonó la voz fría desde dentro del ascensor.
-¿No entras? ¿Estás esperando cerrar la puerta de nuevo?
Naomí se concentró, entró rápidamente en el ascensor y se escondió en un rincón con los ojos cerrados desesperadamente.
Realmente estaba avergonzada.
Había estado bien antes, ¿por qué se quedaba tonta ahora?
Por que ella intentó alejar de él…
Sólo estaban los dos en el ascensor, todos se quedaban sin palabras. Probablemente debido a la existencia fuerte de Diego, Naomí sentía que estaba rodeada por el aliento fresco que pertenecía a Diego.
Eso le sofocó.
Con un sonido claro, la puerta se abrió. Entraron muchas personas, entre ellos, había uno en la silla de ruedas.
Por la preocupación de cerrarse la puerta, la silla de ruedas fue empujada a gran velocidad, incluso iba a atropellar a Naomí, quien estaba entre la pared y Diego. Naomí quería evitarlo, pero finalmente tuvo que quedar en su lugar.
¡Sólo un choque!
De todos modos, ella pensó que no iba a morir de eso.
Inesperablemente, Naomí fue arrastrada a los brazos.
La cara se apretó con fuerza en el pecho de Diego.
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