Cuando llegó a la mitad de la montaña, apareció una fina capa de sudor en la espalda de Xenia.
Hacía mucho frío en el invierno.
Cuando llegaron, también llevaban gorros, bufandas y guantes.
Pero al estar en medio de la montaña para sentarse y descansar, Naomí y Xenia ya se habían quitado los guantes y los sombreros, incluso las bufandas.
Naomí se quedaba tan caliente que quería quitarse el abrigo, pero Rafaello la detuvo.
-No te quites el abrigo. Simplemente sientes calor en tu cuerpo, pero la temperatura es la misma en los alrededores. Si te lo quitas, te encontrarás con el aire frío y te resfrías.
Detenida por él, a ella se le arrugó la nariz infeliz.
-Pero siento mucho calor. ¿Cómo puedo enfriarme sin quitármelo?
Rafael sacó dos toallas de su mochila, miró hacia un lado e hizo un gesto.
-Hay un lavabo allí. Señora Xenia, podrías ir con Naomí a secaros el sudor. Luego descansad un rato.
Xenia sonrió y la tomó, -Gracias.
Se debió decir que Rafael era realmente considerado, incluso pensando en esas cosas.
Cuanto más lo observaba, Xenia sentía más que Rafael era una buena persona.
Naomí, una chica muy despreocupada, la debería poder cuidar bien Rafael.
Fue una pena.
Los dos limpiaron el sudor en la espalda. Volviendo a salir, Rafael ya había encontrado agua caliente y las estaba esperando.
-No sé qué os pasó en ese momento. Bebad un poco de agua caliente para disipar el frío.
Xenia lo tomó y le dio a Rafael una mirada profunda.
Se pudo decir que el hombre tenía mucho cuidado.
-Gracias.
Naomí lo bebió lentamente, mirando a la gente, a los viajeros y a los peregrinos alrededor, y suspiró, -Pensé que me había esforzado mucho. Me sentí tan bien cuando estaba en el camino. No esperaba que descubriese tanta gente al llegar a la mitad del camino. Cuando lleguemos a la cima, ¿habrá tanta también? -
Xenia frunció los labios y sonrió, -¿Tal vez? Después de todo, debería haber muchas personas que adoren a Dios con sinceridad.
Los tres recuperaron la mayor parte de su fuerza física después de descansar durante casi media hora, y luego continuaron escalando.
A medida que se acercaba cada vez más a la cima de la montaña, Xenia sentía que se le consumía cada vez más rápido la fuerza. Gastó el tiempo de descanso largo, pero fue particularmente corto el de perseverancia. Creía que si estuviese embarazada durante unos meses más, no podría escalar de verdad.
Hasta las cinco de la tarde aproximadamente, los tres llegaron a la cima de la montaña por fin.
De hecho, no habría habido que ser tan tarde, pero Xenia y Naomí estaban exhaustas durante el proceso, así que se tomaron unos descansos. Fue así que se consumió el tiempo acumulado varias veces.
-Después de entrar, si no sabes cómo adorar, sígueme y no corras.
Antes de entrar para encender incienso, Xenia le dijo a Naomí junto a ella.
Había mucha gente que vinieron a la Montaña LY a encender incienso, pero todos son muy estrictos y respetuosos. Nadie tuvo una sonrisa frívola u otra en el rostro. Todos se mantenían serios.
Cuando le tocó a Xenia, se arrodilló y oró con fervor. Naomí era piadosa y seria, aprendiendo de ella.
-¿Has pedido un palo de adivinación? ¿Sabes cómo hacerlo?
Naomí asintió inconscientemente.
-Sí.
Cuando era niña, cuando Brisa la llevaba a encender incienso, siempre pedía uno. Brisa decía lo que quería antes de pedirlo.
-Está bien.
Xenia cerraba los ojos cuando lo pedía, y el tubo de palo se balanceó suavemente en su mano. Después de un rato, cierto palo cayó como si tuviese vitalidad.
Xenia lo tomó y le echó un vistazo. Memorizó el número de arriba, volvió a ponerlo en el tubo y adoró religiosamente de nuevo.
Cuando fue el turno de Naomí, estaba un poco nerviosa.
Cuando se enteró de que venía Xenia, sintió en su corazón que tenía ganas de algo y quería acompañarla. Deseaba algo en lo profundo de su corazón y sabía lo que era.
Xenia frunció los labios finos, miró su rostro ligeramente pálido y no hizo más preguntas.
Todos tienen algunos secretos pequeños en sus corazones que no quieren que se conozcan. Son iguales. ¿Por qué debería saber la verdad?
La persona que explicar lo que escribía en el palo era un monje anciano, vestido con una túnica de monje, que parecía un maestro de alta voluntad.
Xenia le informó lo que tenía su palo.
El anciano consiguió la explicación del palo para ella, y después de algunas miradas profundas, le dijo.
-El palo de la donante es lo mejor. Puede obtener la solución de lo que ha pedido si fija la mente en ello.
Al escucharlo, a Xenia se le iluminaron los ojos. Sonrió y se inclinó ante el viejo monje, -Gracias, maestro.
-¿Y esta donante?
El viejo puso su mirada en Naomí, quien parecía un poco preocupada.
Naomí se recuperó, abrió los labios y luego le dijo lo que tenía.
Parecía... no muy buena.
Efectivamente, después de que encontró la correspondencia para ella, su voz se volvió un poco más oscura.
-La explicación...
Naomí se mordió el labio inferior. Fue lo peor.
El monje cambió repentinamente sus palabras, -No se preocupe demasiado. Querer es poder. El hombre puede propone lo que dispone Dios.
Naomí sintió que esas palabras fueron usadas por el viejo monje para consolarla. Se sintió un poco triste, pero aun así no defraudó sus buenas intenciones. Sonrió esforzándose y se inclinó ante el anciano monje, -Gracias, maestro. Recordaré lo que me dijiste.
Querer es poder. El hombre puede propone lo que dispone Dios.
Naomí siempre había creído en esas oraciones, que mientras insistiese en lo que quería, algún día tendría éxito.
Pero en ciertas cosas, no sería útil.
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