Cuando las dos salieron, Rafael ya había esperado afuera. Al verlas salir, dio un paso adelante y les entregó agua.
-Señora Xenia, ¿cómo te va?
Xenia sonrió y asintió con la cabeza, pero pronto se acordó de algo. Después de mirar a Naomí junto a ella, Rafael lo entendió de inmediato.
-No me miréis. De todos modos, sólo pedí casualmente. Hice un estropico accidentalmente, que puede haber molestado al Bodhisattva -la voz de Naomí era apagada, y sonaba muy deprimida.
Ella bajaba la cabeza, no mostraba viada ni energía en absoluto.
Rafael sintió que si fuese un animal pequeño, las dos orejas deberían haber estado acostadas en ese momento. Solo de pensarlo, se sintió muy visual. Rafael incluso pensó que podía jalarlas con sus manos.
Por supuesto, en realidad, no tenía orejas para tirar.
Sin embargo... no pudo evitar estirar la mano, cubriendo suavemente la cabeza de Naomí con su gran palma.
-Pedir un palo puede hacerte sentir tan triste. Es algo incógnito. ¿Cómo puedes saber si sucederá o no si no te esfuerzas?
Naomí quería mirarlo con enojo, pero cuando levantó la vista, de repente vio una sombra rosa y púrpura en su bolsillo. Inconscientemente, extendió la mano para agarrarla.
El palo que pidió Rafael fue tomado por ella de esa manera.
-¿Qué? ¿Tú también lo pediste?
Xenia se quedó sorprendida a su lado.
Se sentía como si se hubiese descubierto algo extraordinario.
Antes de entrar, Rafael dijo que no quería acompañarlas, pero no esperaba que lo hiciese en secreto...
Rafael estaba un poco avergonzado de haber sido descubierto.
No pudo negarlo más en ese momento.
Solo asintió y lo admitió, -Sí, no habría querido ir, pero me aburrí mucho fuera, así que... fui y pedí uno.
No le importaba lo que dijese, Naomí ya había sacado su palo.
Cuando vio que era como el suyo, una sonrisa apareció en su rostro.
-Ya lo sé por qué de repente me consolaste. Me consolabas mientras te consolabas a ti mismo. En realidad, tiene el mismo que yo, lo peor. Rafael, ¿qué pediste?
Rafael la miró sin responderle.
-Lo peor. ¿Y cómo te dijo el viejo monje? ¿Es que querer es poder y que el hombre puede propone lo que dispone Dios?
Naomí levantó la cabeza mientras hablaba, pero de repente se encontró con la mirada ardiente de Rafael, que era profunda y ardía como un fuego.
Naomí se puso atónita. Rafael estaba...
Entró en pánico y quiso encontrar a Xenia a su lado.
Pero Xenia parecía haber considerado que esa escena sucediese, y ya se había escondido al lado para beber agua.
-Debes saber lo que pediste.
Cuando a Naomí se le latía el corazón sin orden, Rafael ya había hablado débilmente.
-Sé lo que pediste también. Pero obviamente, los palos que pedimos no son muy satisfactorias. Parece que ... ¿esta situación puede continuar por un periodo? Pero creo que si me esforzara más, tú serías mía.
Tú serías mía...
Tú serías mía...
-Bueno, por supuesto que no lo admitirás tú misma -dijo Naomí en voz baja.
-Bien, no te enojes más. Vamos a bajar de la montaña.
Xenia notó que el cielo se oscurecía y estimó que sería de noche cuando llegó al pie de la montaña, pero cuando subió, vio que había luces a ambos lados del camino de la montaña. La bajada sería mucho más rápida que la subida, alrededor de media hora.
-Vale. ¿No necesitas tomar un descanso más? Aunque no pareces tener ningún problema en el camino, después de todo, eres una mujer embarazada. ¿Te fuerzas a ti misma? -Naomí la miró. preocupada por lo incómodo que se sentiría Xenia. Pero no lo dijo nada, guardando en el corazón.
-No te preocupes. Mírame. ¿Parezco tener algo mal? O, ¿quieres que tenga problema?
-¡Cállate! -Naomí la interrumpió bruscamente, -¡Qué tontería! ¿Cómo podría esperar que tuvieses algo mal? ¡Espero que tengas una vida sana y salva sin nada anormal!
Hablando las dos, Rafael se os acercó.
-Señora Xenia, ¿has descansado bien? Estamos a punto de bajar de la montaña.
Al verlo a Rafael, Naomí recordó las palabras en que hay algo por pedir. De repente se le volvió un poco anormal la expresión. Tosió ligeramente y volvió la cabeza.
Viendo una carita tan incómoda, Xenia sonrió levemente y dijo, -Hemos descansado bien. Bajemos la montaña.
Naomí la siguió y se levantó. Cuando subió a la montaña, no tenía mucha fuerza para mantenerse unidas. Al bajar, Naomí caminó cerca de Xenia y se mantuvo alejada de Rafael.
Efectivamente, en cuanto estaban a mitad de camino, se había oscurecido y las luces ya se quedaban encendidas.
Había mucha gente bajando. Llegando al pie de la montaña, Naomí se apretó el estómago, -Tengo hambre. Vamos a comer.
El grupo regresó al hotel y regresó a sus habitaciones para descansar después de comer. Xenia y Naomí compartieron la misma. Tras bañarse, llamó a Raquel para informar sobre la seguridad y luego le preguntó a Simón sobre su situación.
-No te preocupes. Ya es demasiado tarde hoy y te valdrás un buen descanso. Volverás mañana. No hay ninguna situación especial por su parte. Cuidaré de él por ti.
-Gracias, Raquel. Has hecho buen trabajo. Volveré mañana.
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