-Está bien, hablaré con ella. Estoy segura de que me verá.
Simón asintió, -Muchas gracias.
-Eso es muy educado, así que aunque hagas algo, hablaré con Xenia por ti -añadió-. Pero si se trata de otra mujer, estás acabado.
Raquel fue entonces a ver a Xenia, que estaba apoyada en el sofá y no quería moverse cuando oyó que llamaban a la puerta.
-Xenia, soy Raquel.
Xenia se dio cuenta de que Simón debía haber pedido a Raquel que acudiera a su rescate.
Entonces no podía fingir ausente, así que dijo, -¿Qué pasa, tía Raquel?
-Me enteré de que no te sentías bien y me preocupé un poco. ¿Necesitas ir al hospital? Te puedo ayudar, Xenia.
Raquel giró el pomo de la puerta, pero ésta no se abrió, ya que estaba cerrada por Xenia.
Xenia se levantó con dificultad en la silla, luego se dirigió a la puerta y preguntó a Raquel.
-¿Has venido sola?
Raquel había esperado que estuviera preocupada por la presencia de Simón y le había mandado a paseo, de lo contrario Xenia no habría abierto la puerta.
-Claro, dime qué pasa y me ocuparé de ello por ti.
La puerta se abrió un poco y Raquel se asomó pero no vio a Xenia, -¿Dónde estás?
-Estoy aquí... -Xenia abrió la puerta un poco más y Raquel entró, entonces Xenia cerró rápidamente la puerta tras ella, temiendo que alguien siguiera a Raquel.
-No te preocupes, sé que no quieres ver a Simón, o no tendría que venir.
Hacía dos meses que Raquel y Xenia no se veían desde que Simón recuperó la memoria. Desde entonces, Raquel vivía con Jorge y a veces le acompañaba al extranjero.
Y Entonces Xenia todavía tenía la barriga normal.
Raquel no pudo evitar reírse, -Xenia, ¿por qué has engordado tanto?
No continuó para no herir el orgullo de Xenia.
Xenia se sonrojó y se dio la vuelta avergonzada.
-No te rías de mí, por favor.
Raquel la miró fijamente, -Pero, solo hace dos meses que no nos vemos.
-¿Te ha dicho Xenia por qué me ignora?
Raquel ya tenía la boca seca, -Agua, por favor.
Simón no se movió.
Raquel levantó una ceja y dijo de propósito, -¿No quieres saber lo que me dijo Xenia? ¿O no quieres verla en absoluto?
Simón frunció el ceño y fue a servirle agua a Raquel.
Raquel terminó el agua y dejó el vaso para encontrarse con que Simón la miraba con frialdad.
-¿Puedes decírmelo ahora?
-¿Qué? ¿Somos enemigos? ¿Qué puedes hacer aunque no te lo diga?
Luego añadió, -Bueno, se lo he dejado claro, y esta noche te dejará entrar en la habitación.
Pero Simón seguía sin saber por qué Xenia le había ignorado durante los últimos días, así que preguntó, -¿Entonces por qué no quiere verme?
-Es un secreto. Si quieres saberlo, pregúntale tú mismo.
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