Esposa falsa de Simón romance Capítulo 1120

-Sí. Covadonga quería estar más cordial con el presidente Diego, pero finalmente ella ha sido tirada.

-¡Pobrecita!

-¡Huf! Quería coquetear con él de público. ¡Le merece!

Al escucharlo, Covadonga se puso fiera. Pero como recién se había desprestigiado de público y le daba vergüenza discutir con la gente, solo tuvo que irse furiosa. Y su padre la siguió.

Pero el padre de Débora se quedó serio.

-Menos mal que no te has comportado como Covadonga, o la humillada sería tú.

Principalmente, Débora estaba molesta, pero se regocijó al ver a Covadonga así enojada. Porque Covadonga era la más desgraciada, aunque Débora ella misma no era la que tenía suerte.

Covadonga le había ayudado mucho a distraer la atención de la gente.

-Papá, has dicho que el presidente Diego nunca llevaba a pareja al banquete, ¿y qué pasa con esa chica? Veo que es ella quien lo ha seducido con intención.

-Sí, nunca pasó esto. Tampoco sé por qué esta vez el presidente Diego se comporta diferente. Aquella chica también es desconocida y nunca la he visto.

Débora entrecerró los ojos y reflexionó sobre lo que había pasado entre Diego y la chica. Había persona que suponía que Diego la llevó para proclamar algo.

Si de verdad quisiera denunciar algo, los dos serían novios.

Pero si fueran novios, ¿por qué la chica no tomó la mano de Diego sino agarrar su manga caminando con mucho cuidado?, como si ella tuviera miedo de molestarle tocándolo.

Considerando, Débora se fijó en Naomí y dijo, -O es que hay demasiadas mujeres que molestan al presidente Diego, ¿por eso la ha invitado al banquete para amordazar a la gente?

El padre de Débora le contestó, -¿Para amordazar a la gente? Parece que sí. Si fuera otra persona que hizo esto, yo lo aceptaría. Pero es el presidente Diego, quien ya lleva muchos años estar solo. Es imposible que haya encontrado a una mujer para amordazar a la gente.

Débora insistió, -Papá, pero fíjate cómo se llevan los dos. Los novios deben ser muy cordiales, pero ellos no parecen. Además, cuando llegamos aquí, Diego estaba solo.

-Sí, tienes razón.

-Papá, estoy curiosa. Entramos en el banquete juntos y ayúdame para que yo le pregunte a la chica.

-¿Qué quieres hacer? Solo te he dicho que intentes saludar al presidente Diego y ya te ha ignorado. Si hicieras algo más, ¿le causaría la molestia?

-Papá, ¿en qué estás pensando? Aunque la chica sea su novia, no pasa nada. Solo le voy a hacer unas preguntas y no voy a hacerle daño. Aunque le moleste a Diego, él no podrá hacer nada con la familia su.

El padre pensó un poco y dijo, -Pues haz lo que quieres.

***

Siguiendo a Diego, Naomí entró en el banquete. Al entrar los dos, llamaron mucha atención porque era muy raro que el presidente Diego hubiera traído a una mujer al banquete.

También fue la primera vez que Naomí sintió que había llamado mucha atención.

Carmen había dicho que Naomí sería la mujer más llamativa esta noche.

Antes cuando Naomí estaba en la alfombra roja, a poca gente le interesaba. Pero ahora la situación era diferente y casi todo el mundo se fijaba en ella.

Toda la gente conocía a Diego, pero no fijaba la mirada en él sino a Naomí, lo que hacía a Naomí muy nerviosa.

Ella agarró la manga de Diego con más fuerza.

Todo fue percibido por Diego. Y cuando sintió el agarre de Naomí, Diego se detuvo y le echó un vistazo.

En ese momento, el dueño del banquete acudió sonriendo.

-Presidente Diego, nos da mucho honor que usted haya venido.

Eran palabras bonitas, pero también eran verdad. Se podían invitar muchas personalidades célebres sin Diego venía.

-No es nada -el presidente Diego asintió con la cabeza con actitud cortés pero alejada.

Pronto, el dueño vio a Naomí y preguntó, -Esta es…

Al ver la mirada del dueño, Naomí se escondió detrás de Diego y los miró ocultada, lo que parecía muy increíble.

Diego sonrió y dijo, -La llevo para que se divierta.

El dueño entendió y asintió con la cabeza, -Ya comprendo. Y señorita, ¿cómo se llama?

-Hola, me llamo Naomí.

-Sí, señorita Naomí. Está usted en su casa. Tome lo que quiera. Puede pedir cualquiera que le guste.

Ella podía pedir lo que quisiera.

Naomí se sorprendió y pensó que el señor era demasiado amable.

Ella sonrió embarazosamente hacia el dueño, -No hace falta. Gracias.

-Es usted muy amable. Esta noche, el presidente Diego es el invitado más noble. Usted es la pareja de él, claro que le servimos el mejor trato.

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