Esposa falsa de Simón romance Capítulo 1119

La voz que se presentó inesperadamente asustó a Naomí y el hombre.

El hombre miró hacia el origen de la voz y encontró que esta persona estaba viéndolo fríamente. Por eso, sintió miedo.

-Presidente Diego?

Todo el mundo asistió al banquete conocía al presidente Diego.

Pero el presidente Diego siempre estaba solo, ¿por qué hoy habló con otra persona? El hombre no debería tener trato con el presidente Diego. Él vio a Naomí. Pues la razón sería la chica vestida de vestido blanco, con quien habló el hombre.

Asustada, con la boca poco abierta, Naomí vio a Diego, queriendo explicarle algo, pero no supo qué decir.

En realidad, cuando la detuvo el hombre, Naomí ya se preocupó, porque no sabía si ella llegara tarde, Diego se iría al banquete. Ella estaría sola, incluso, no podría entrar en el banquete.

Sin embargo, Diego vino.

Diego se mostró un poco frío más que nunca. Pellizcando el vestido, Naomí dudó un poco y finalmente se le acercó a Diego.

Caminando, ella estaba respirando profundamente.

A pesar de que a ella los zapatos de hoy le quedaban, eran demasiado altos y debería escoger unos con tacones más bajos.

Pero solo este par de zapatos combinaba con el vestido. Aparte de esto, le había costado mucho tiempo encontrarlo.

Cuando casi llegó al lado de Diego, Naomí se hizo un esguince en el pie y tropezó hacia delante.

Débora la despreció porque se creía que después del infortunio de Covadonga, todavía había chica que quería hacer algo para seducir al presidente Diego.

Con brazos doblados, Débora vio que cuando Naomí estaba tropezando hacia el presidente Diego, su cara se vio muy horrible.

“La actuación no está mal. Pero no puede controlar bien su expresión facial. Ella tropieza con esta expresión facial tan fea, asustará al presidente Diego”, ella pensó.

¡Huf! ¡Qué tonta era!

Pero pronto, la realidad desobedeció la idea de Débora.

Porque cuando todo el mundo se creía que Diego no haría nada, él de repente extendió las manos y recogió a Naomí con seguridad.

Toda la gente se sorprendió, incluyendo Débora y Covadonga.

¿Qué estaba pasando?

Naomí se creía que ella se caería en el suelo. Pero la recogió. Una fragancia entró en su respiración y ella fue rodeada de la fragancia.

Asombrada, Naomí levantó la mirada. Diego y ella se vieron, por eso, Naomí se sintió muy nerviosa.

Lo que pensó primero Naomí era si Diego creería que ella lo hizo a propósito para que la abrazara.

Pensando, enseguida Naomí explicó, -Lo siento. Los tacones son altos. No lo hago a propósito.

Diego frunció el ceño y miró los zapatos de Naomí.

-Sí.

Al lado de Diego, agarrando la manga de él, Naomí se adelantó despacio.

Cuando pasaron por Débora y Covadonga, las dos se vieron muy horribles. Covadonga había sido apoyada por su padre para ponerse de pie y ahora estaba con Débora.

Débora se creía que Diego también empujaría a Naomí sino recogerla, permitirle estar a su lado, incluso, entrar en el banquete agarrando su manga.

Lo más importante era que esta mujer se veía desconocida. Entre la gente de clase alta, aunque no se conocía tan bien, tampoco era desconocida para los demás, porque todo el mundo se presentaba en cada ocasión.

Gradualmente, se saludaba mutuamente, aunque no se conocía.

-¿Quién es esta chica? ¿Por qué sigue al presidente Diego? -entre la gente que había presenciado todo, ya había personas que preguntaron curiosamente.

-El presidente Diego nunca ha llevado a pareja al banquete. ¿Qué pasa hoy?

-¿Qué? El presidente Diego ha llevado a la mujer al banquete de improviso. ¿Acaso quiere declarar algo?

-¡No me digas! ¡Qué sorpresa!

Débora y Covadonga se vieron y se mostraron mal.

-¿Habéis visto a Débora y Covadonga? Las dos han ido a coquetear con el presidente Diego, pero no les hace caso.

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