La mirada le hacía caliente la espalda.
Al final, Naomí no pudo soportarlo más, por lo que solo podía esconderse en la cocina para trabajar en ella.
Al ver que era realmente extraña, Brisa hizo una excusa para salir a servir comida. No se sabía que Naomí la detuvo.
-Mamá, no salgas. Quédate aquí conmigo.
-¿Qué tontería dices? Salgo a servir comida. Vete.
-Yo no. Es una excusa para que entregues comida. Debes de salir a buscar a uno.
Naomí conocía muy bien a su madre, pero había decidido no tener más relación con él, por lo que no debería dejar que Brisa lo supiese, ni lo conociese.
Fue para que no fuese aún más vergonzoso.
-¿Quién te ha dicho? ¿A quién voy a buscar? ¿No has visto lo ocupados que estaban? Yo simplemente salgo para ayudar.
Naomí dijo con una mueca, -También están muy ocupados en la cocina. Es lo mismo para ti ofrecer ayuda aquí.
De todos modos, no importaba lo que dijese Brisa, Naomí simplemente no quería que saliese. Hasta que atardecía, Naomí se quedó en su asiento después de la cena.
-¿Se ha ido?
Llamó a la empleada y le preguntó con cuidado.
Negó con la cabeza.
-Todavía está allí, señora. ¿No sales a echar un vistazo? Veo que ha estado allí todo el día, y no ha comido nada. Si...
-¡Ni pensar! -Naomí la interrumpió de inmediato-. Sé lo que estás pensando, ¡pero no puedes! ¿Entiendes?
Solo se soportó el hambre por un día, ¿no? Antes de ir al banquete con él ese día, había tenido hambre y no había comido durante todo el día. ¿Qué consiguió ella por fin?
Ella no quería ser tan estúpida. Estaba dispuesto a esperar y no quería comer, lo dejaría como quisiese.
Naomí sabía que debía haber venido por los seis mil euros.
Naomí no podía quedarse en la cocina hasta las nueve de la noche. Yacía allí sin querer abrir los ojos.
-¿No se ha ido todavía?
-No, señora.
Se sorprendió ella.
“¿Por qué no se va?” caviló.
Naomí no entendió. ¿Fue solo por el dinero? No es necesario, ¿verdad?
-Naomí, ¿qué sucedió? Está esperando afuera. ¿Creo que deberías salir y hablar claramente con él ? -aunque Brisa se quedaba curiosa, amaba a su hija aún más.
La había visto llorar así esa noche. ¿Cómo una madre no se sentía incómoda? Así evitaba ver a ese hombre. Tal vez llorase por él.
-Hay algo que hay que resolver, ¿no? Es inútil seguir huyendo.
-Madre, nunca he huido...
Eso no significaba que quería huirse sino que no se despreciaría más.
-Si no, sal y dile claramente. Lleva un día esperándote. Será un chico considerado.
Persuadida por Brisa, a Naomí se le agotó gradualmente la defensa. Ella asintió sin remedio.
-Ya veo, mamá. Voy a decírselo con claridad.
-Díselo todo. No te contengas -le dijo Brisa a Naomí, tirando de sus mangas-. ¿Me has escuchado? Será una consolación para todos quedar las cosas con claridad.
-Lo sé.
Diego vino solo, pero no pensaba esperar aquí durante todo un día. La chica todavía no estaba dispuesta a salir a verlo.
También era una persona con muy buen autocontrol emocional, por lo que había estado esperando allí, sin producir ninguna mala emoción.
Cuando Naomí salió de la cocina, estaba pensando algo.
“¡Deberé tomar la iniciativa de forma preventiva y aclarar lo que quería decir para no despreciarse más!”
“Terminaré de hablar a toda prisa. ¡Luego dejaré que Diego se vaya a fin de que no vuelva a buscarla en el futuro!” seguía pensando.
-No viniste a la empresa.
Escuchándolo, Naomí se iluminó repentinamente en su rostro, -¿Es porque no entregué comida al señor Diego? Tienes razón. Estuve muy ocupada estos dos días, y no me convenía ir. Lo vi hace un momento. En la tienda están demasiado ocupados, que no me puedo ir.
Después de hablarlo, hubo un momento de silencio entre los dos.
-¿Vienes mañana?
Después de unos segundos, Diego le preguntó con calma.
Naomí no sabía cómo contestarle.
Parpadeó y miró al hombre, que era muy hermoso. La mitad de su rostro estaba escondido en la noche y no parecía real.
-No -dijo ella.
-Vale -Diego asintió, indicando que lo sabía. Le preguntó otra vez, -¿Qué te parece pasado mañana?
Se quedó callada.
“¿Es que no entiende o está fingiendo ser estúpido?” pensaba.
Naomí se mordió el labio inferior, sintiendo que Diego se había burlado deliberadamente de ella, ¿no? Por eso le hizo este tipo de preguntas. Pensó que mientras le enganchara el dedo, ¿ella volvería hacia su lado?
¡De ninguna manera!
Pensando en eso, Naomí se mordió con fuerza su molar posterior, -No.
-Entonces, ¿cuándo?
Al escuchar eso, Naomí finalmente entendió. No fue que no entendiese sino que realmente estaba fingiendo ser estúpido. Ella no pudo evitar curvar sus labios y sonrió burlonamente a Diego.
-No voy incluso en el futuro.
La frase la dijo resueltamente. Los ojos llenos de vigor y sonrisa en los días comunes cobraron una ola de firmeza en ese momento.
-No iré a tu empresa a buscarte en el futuro. Y tú no vengas a buscarme.
Diego, que siempre había sido indiferente, finalmente frunció el ceño en ese momento.
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