Esposa falsa de Simón romance Capítulo 1156

La casa de Patricio

-¿Cómo va? ¿Te dijo Naomí cuándo volvería?

La pareja no había dormido por toda la noche porque estaba preocupada por su hija, así que cuando amaneció Brisa se levantó y cocinó el arroz congee con la esperanza de que su hija pudiera comerlo cuando regresara, sin embargo, su hija no volvió y no los llamó a sus padres.

De ahí que los dos la llamaron a su hija, y después de oír que su hija iba a volver, Brisa apresuró al padre de Naomí a que se diera prisa en tomar un tazón de congee.

-Volverá más tarde. No me apresures. Tómate las gachas. No he dormido en toda la noche por preocuparme de ella. ¿Cómo voy a comer ahora que no la he visto? -dijo el padre de Naomí.

-Si no quieres comer, entonces no lo hagas, siempre que tenga fuerza para hablar cuando tu hija venga más tarde, ni mastiques a dos carrillos ante tu hija.

-Brisa, ¡qué dices¡ ¿No estás preocupada de nuestra hija? ¿Por qué todavía tienes apetito? ¿No sufres? -dijo el padre de Naomí.

Se enfadó mucho Brisa y quitó el cuenco que tenía delante él.

-Como lo que quieras. No solo sufro, sino estoy muy tranquila. ¿No piensas por qué te dejo que comas más? Luego si la hija nos dice algo enojoso, ¿cómo vas a tener energía para darle una lección a tu hija? Creo que anoche, ese Gaitán debió hacer daño a nuestra hija, de lo contrario, ¿por qué está en el hospital sin razón alguna?

Al oír esto, el padre reaccionó al instante.

-¡Tienes razón! Así que tengo que comer más. En caso de que Gaitán se atreva a dañar a Naomí, me seguro de que pague las consecuencias.

Después de decir eso, el padre estaba a punto de llevar el cuenco en la mano de su mujer, Brisa se mofó:

-Agrega las gachas tú mismo, ¿no tienes las manos?

El padre no dijo nada. Como acababa de ironizarle a Brisa, ahora que fue regañado por ella y Mateo no se atrevió a soltar ni una palabra, así que sólo pudo salir a la cocina para añadir la comida tú mismo.

Diego le llevó a su casa a Naomí, que se desabrochó el cinturón de seguridad y giró la cabeza para mirar a Diego:

-Gracias y también por lo de anoche -dijo ella con titubeo.

Cuando las palabras cayeron, Naomí vio que Diego se desabrochaba el cinturón de seguridad también. Se quedó paralizada un momento y le preguntó pasmada a él:

-¿Qué estás haciendo?

-Te acompaño a subir para explicar lo que pasó.

Naomí se quedó asombrada. "¡Cómo puede ser! Si Diego sube, mi madre definitivamente nos malinterpretará." Entonces, Naomí lo detuvo en seguida.

-Ya son las nueve, ¿no vas a trabajar?

-El horario se ha retrasado, tengo tiempo por la mañana.

-Pero eres el presidente, ¿será conveniente si no vas a trabajar?

Al pensar en esto, el encono oculto en el corazón de Naomí se hizo más pesado por la hostilidad, y las manos que colgaban de sus costados se cerraron en puños. Esperó la llegada de Cristina sin moverse.

Aunque era mayor, Cristina no tardó en alcanzar a Naomí corriendo y se colocó frente a ella. Habría planeado lanzarse sobre Naomí directamente, pero después de ver al hombre alto que estaba a su lado, detuvo el pensamiento y se mantuvo cierta distancia con Naomí.

-¿Qué te pasa, chica? Ya tienes novio, ¿por qué me pides que te presente la pareja? Es un chico creíble y compuesto Gaitán, que todos los día al salir del trabajo va a tu tienda para ayudarte, por lo visto, te trata con sinceridad. Si no te gusta, deberías conversar con él amablemente. ¿Por qué permitiste que tu novio le pegara? Ahora Gaitán está en el hospital, más muerto que vivo. Dios mío, muy grave, he oído al médico decir que los huesos están rotos por docenas.

Naomí no sabía qué decir. Las comisuras se crisparon. "¡Siga inventarlo! ¿Puede seguir viviendo con docenas de huesos rotos? Oh no, aunque lo que ha dicho Cristina fuera cierto, podría vivir, pero que estaría medio muerto."

De hecho, para Naomí, después de lo que hizo Gaitán anoche, ya había odiado a este hombre hasta los huesos, porque si Diego no hubiera aparecido, ¿qué le habría pasado a ella y cómo afrontaría el futuro?

Considerando esto, Naomí levantó la cabeza, mirando a Cristina con los ojos fríos sin ningún temor y dijo:

-Cristina, afirmas tanto que fue mi novio el que lo golpeó a Gaitán, pero una pregunta, ¿lo has visto con tus propios ojos?

Su voz no era baja pero era lo suficientemente fuerte para que oyeran los chinchorreros las palabras. Los vecinos, aparentemente captando el olor de los chismes, se fueron reuniendo hacia este lado.

Naomí tenía la conciencia de que si no se dejaran las cosas claras hoy, entonces todos estos vecinos hablarían mal a sus espaldas. No le importaban los chismes, sin embargo, no podía permitir en absoluto que los demás lastimaran a sus padres.

Cristina no se imaginó que Naomí fuera a refutarla, tras un momento de suspensión y dijo:

-Sí, no lo he visto, pues que soy una mayor que se queda en casa todo el día, ¿cómo podría verlo? Pero hoy Gaitán me ha llamado y ha dicho que está herido, por eso he ido al hospital para verlo, ¡muy grave!

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