Esposa falsa de Simón romance Capítulo 1170

Una vez que Naomí volvió a su habitación, se apresuró a abrir el armario para elegir un vestido, pero no encontró nada adecuado.

Finalmente, le llamó la atención el vestido que Coco le había llevado aquel día en casa de Diego.

Sacó el vestido y se puso delante del espejo y lo miró.

-¿Tengo que tomarlo?

Después de pensarlo un rato, Naomí decidió ir directamente al centro comercial y comprar uno nuevo. Pero entonces recordó que le había pedido a Bernabé que le transfiriera el dinero a Diego y que ahora estaba arruinada.

Naomí echó un vistazo al saldo de su cuenta bancaria y se dio cuenta de que sólo le quedaban 20 euros.

"¿puedo utilizar un poquito adelanto de la tienda? ¡No puede ser! El dinero de la tienda está destinado a ser ahorrado para abastecer y pagar al personal, si voy a pedir un adelanto cada vez que se me acabe el dinero, ¿con qué voy a tener que abastecer y pagar a mi personal entonces?"

Con esto en mente, Naomí descartó la idea.

Después de que Brisa saliera de la casa, Naomí corrió silenciosamente junto a Mateo.

-¡Papá!

Mateo estaba leyendo el periódico y levantó la vista cuando oyó la voz de su hija.

-¿Naomí? ¿Buscas a tu mamá? Tu madre ha salido-.

-No, busco a ti.

-¿A mí? -Mateo apartó apresuradamente el periódico sobre la mesa de centro con una expresión bastante seria- ¿Es algo importante?

Al ver a Mateo así, a Naomí le resultaba un poco difícil hablar del tema. Aunque había dicho que no quería el dinero de sus padres cuando abrió la tienda por primera vez, sus padres habían aportado una parte en secreto para ella. Naomí sabía, por supuesto, que habían ahorrado a lo largo de los años, pero ahora era adulta y le daba demasiada vergüenza pedirles dinero a sus padres.

-¿Naomí?

Naomí sonrió y negó con la cabeza.

-No es nada, parece que has ganado un poco más de canas últimamente, así que si estás cansado, cancelemos el servicio de comida para llevar en nuestra tienda.

Al oír esto, Mateo rechazó inmediatamente su petición.

-¿Cómo funciona eso? ¿El dinero que ganas con la comida para llevar no es dinero? Ahora no tengo que trabajar, así que si no ayudo cuando voy a tu tienda, ¿qué estoy haciendo? No digas esas cosas para que me retire en paz, si me quedo quieto todos los días, me paralizaré con el tiempo.

-Pero el repartidor es un trabajo muy agotador...

-Ya está bien, si eso es lo que vas a decir, vuelve a tu habitación y déjalo, no te escucho.

Dicho esto, Mateo se tapó la cara con un periódico y se negó a comunicarse con Naomí.

-¡Papá!

Mateo siguió ignorándola.

Naomí no tuvo más remedio que volver a su dormitorio. Mirando la ropa que había en la habitación, terminó por ponerse la que usaba habitualmente.

Mientras salía por la puerta, Naomí pensaba, "¿por qué cambiar de repente si normalmente era así?" Diego estaba dispuesto a estar con ella, así que eso significaba que podía aceptarla tal y como era normalmente. Aunque se esforzaba por ser mejor para ser digna de él. Pero la brecha entre las personas a veces era muy grande.

-¿Estás despierto? No hace falta que me busques, ya que no recibí tu respuesta al saber que seguías durmiendo, así que pasé por la calle para que puedas levantarte y asearte antes de...

-levanta la cabeza.

Naomí se quedó helada y levantó la vista para ver a Diego no muy lejos, vestido con ropa informal y bañado por el sol de la mañana, y con el pelo ligeramente revuelto porque no había tenido tiempo de arreglarlo.

Tenía su teléfono en la mano y sus ojos se posaron en el rostro de la chica.

-Espérame.

Naomí observó entonces con asombro cómo Diego se acercaba a él.

No fue hasta que el hombre se acercó a ella que respondió, poniéndose de pie mientras reía torpemente.

-¿Cómo has aparecido tan rápido? Resulta que estaba tan cerca que no sabía exactamente dónde estaba tu casa, así que...

A mitad de camino, Naomí se sintió repentinamente un poco mareado y todo su cuerpo cayó hacia delante de forma incontrolada.

Diego salió a tiempo para agarrarla del brazo y tirar de ella hacia sus brazos.

La cabeza de Naomí se estrella contra el pecho de Diego.

-¿Qué te pasa? ¿Has estado demasiado tiempo en cuclillas?

Naomí cerró los ojos y asentió despreocupadamente.

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