Rafael miró la escena, con el rostro sereno y tras un momento dijo con calma, -Te estás equivocando.-
Tras decir eso, la abrazó y le dijo con calma, -Te acompañaré a tu habitación.-
Naomí todavía estaba muy sorprendida y antes de que pudiera reaccionar, fue llevada por Rafael.
Luego, en su propia habitación, Naomí se sintió despierta por el asombro.
-He visto a Simón...-
-Estás borracha.- Rafael la miró fríamente, -No has visto nada.-
-¿Verdad?- Naomí parpadeó con una expresión graciosa. Pero acababa de ver al hombre ponerse de pie…
¿No era Simón un lisiado? ¿Cómo podía ponerse de pie?
-Sí, es verdad.- Rafael la miró solemnemente, -Tienes que dormir ahora y todo volverá a la normalidad mañana.-
-Vale.- Naomí asintió y se dirigió a su cama. Luego se tendió directamente en ella y pronto se quedó dormida.
Rafael que estaba en la habitación, -...-
La respiración de Naomí se estabilizó rápidamente y tras asegurarse de que estaba realmente dormida, Rafael respiró aliviado, salió de la habitación y cerró la puerta.
Estaba muy solemne mientras cerraba la puerta.
Después volvió al salón, el hombre alto y guapo se había sentado de nuevo en su silla de ruedas, con Frida en sus brazos. Le miró a Rafael fríamente.
-¿Ella lo vio?-
La voz de Simón era fría.
Rafael, muy asustado, asintió y luego sacudió la cabeza.
-Señor Simón, ella está tan borracha que seguro que se olvidará.-
Simón no dijo nada y el ambiente en la habitación era aterrador. Rafael dudó y finalmente intercedió por ella, -Es la mejor amiga de Frida, así que si usted le hace algo, probablemente Frida no estará contenta, ¿verdad? -
Tras decir esas palabras, Rafael sintió que Simón la miró con una mirada aguda. No se atrevió a levantar la vista para mirar los ojos de Simón, así que solo pudo bajar los ojos y agachar la cabeza.
-¿Estás intercediendo por ella, Rafael?-
Rafael sudaba y dijo temblando, -¡No, no! Solo digo la verdad.-
-Bueno.- Simón dijo con una sonrisa fría, -Como Frida ha bebido tanto con ella, puedo hacerle algo, pero...-
¿Cómo? Rafael quería saber qué haría Simón con Naomí, pero no se atrevió a preguntar.
Pasó tanto tiempo que Rafael pensó que Naomí iría a morir, pero por fin escuchó la voz de Simón.
-Esta vez es la excepción. Quédate y arregla el asunto. Deberías saber la gravedad del asunto.-
Rafael se sorprendió y levantó la vista bruscamente, -¿Señor Simón, no vas a hacerle algo?-
-Esto no significa que puedas relajarte.-
-¡Sí!- Rafael asintió de inmediato, -Me quedaré a arreglar el asunto y le preguntaré cuando se despierte. No se preocupe, Señor Simón. Yo sé qué hacer.-
Después de obtener la respuesta que quería, Simón ya no tenía motivos para quedarse y además, la mujer en sus brazos estaba inquieta, que estaba incómoda y no paraba de moverse. El olor a alcohol y a barbacoa lo envolvía.
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