Naomí y Xenia se conocieron desde hace tantos años. La sabía mucho a Xenia.
Ella no hizo las cosas inciertas, así que si dejó a Bernabé y ella que salieran primero, había algo serio.
En cuanto al gran hombre de arriba, Naomí había estado con ella tanto tiempo, y después de pensarlo detenidamente, pudo adivinar quién era.
-Tía Sáenz, ¿no tenemos una gran comida?- Preguntó Bernabé, con los ojos grandes.
-Comemos otro día, hoy tu mamá tiene que hablar de negocios de repente, así que salgamos primero.-
Los ojos de Bernabé brillaban, como si pasara algo de luz, pero finalmente asintió obedientemente con la cabeza, luego dejó que Naomí le pusiera el sombrero en la cabeza y le tomara su mano. Los dos se fueron.
Los ojos de Simón naturalmente se posaron en ellos.
Cuando Naomí y el niño se levantaron, Simón notó que había un niño frente a Xenia, pero no pensó mucho en eso, solo pensó... que ese niño podría ser el hijo de su colega.
No sabía qué está pasando. Cuando el niño fue llevado a salir por Naomí, la mirada de Simón lo siguió inconscientemente. Cuando llegaron a la entrada del restaurante, el niño con el sombrero de repente levantó la cabeza, mostrando la mitad de su rostro de perfil.
De un vistazo, la cara de Simón cambió de inmediato.
Ese niño...
En ese momento, varias personas entraron que acababan de regresar desde la planta baja.
El sonido interrumpió los pensamientos de Simón, y se recuperó, mirando a los hombres con ojos fríos, como preguntando.
Las caras de varias personas cambiaron levemente y luego dieron unos pasos hacia adelante.
-Señor Freixa...-
Algunos de ellos miraron hacia abajo y encontraron que las dos personas sentadas frente a la mujer se habían ido, y estaban tan asustados que explicaron rápidamente, -No fuimos nosotros quien los obligamos a irse. Solo le pedimos que viniera a sentar por un rato. No dijimos nada más.-
Al escucharlo, Simón arqueó las cejas, -¿Dijiste que era yo?-
-Por supuesto que no.- Varias personas agitaron las manos, -Solo le dijimos que había un gran hombre.-
Varias personas dijeron la verdad, incluida la que Xenia dijo abajo que le dejara invitarla en persona.
Cuando estas personas le dijeron estas cosas a Simón, estaban observando la expresión de él, pensando que si su cara se ponía desagradable, daría una buena lección a Xenia.
Pero no había expresión en el rostro de Simón, y permaneció tranquilo como estaba.
No pudieron saber lo que estaba pensando.
Uno de ellos quiso intentar a saber, así que dijo con furia, -Esta mujer es demasiado, quién se cree que es. ¿Y deja que el señor baje en persona? Señor Freixa, no se preocupe, dejaré ir a mi gente a sacarla.-
Después de hablar, esa persona agitó su mano para dejar salir a su gente.
Simón lo miró con una mirada seria, -¿Quién te pidió que hicieras tu propia afirmación?-
-¿Señor Freixa?-
En el segundo siguiente, Simón volvió la cabeza y miró a Xenia que estaba sentada allí a través del ventanal. Sus finos labios ligeramente movieron, pensando, “¿Lo pidió bajar en persona? Al parecer... esta mujer probablemente ya sabe quién es.-
*
Xenia se sentó allí un rato. Observó el paso del tiempo a cada segundo, calculando que Naomí y Bernabé deberían haberse subido al auto y marcharse. Entonces se puso de pie y se preparó para irse.
Al levantarse, Xenia se sintió mareada y casi se cayó hacia adelante, afortunadamente extendió la mano para sostener la silla y no se cayó.
Xenia sacudió la cabeza. No había sido como hoy en mucho tiempo, solo no podía soportarse por un momento.
Tenía que salir de aquí rápidamente y encontrar un lugar para comer.
Pensando en esto, Xenia dio un paso rápido hacia la puerta.
Y Xenia retrocedió unos pasos para estabilizar su cuerpo, y luego se tapó el estómago, con la cara un poco pálida.
Simón se dio cuenta al instante de que algo andaba mal y luego la miró atentamente.
-¿Qué te pasa?-
Xenia respiró hondo y se quedó quieta para aliviar el dolor de estómago, que ya no podía consumir.
Miró a Simón con la cara pálida y dijo, -Está bien. Solo un problema frecuente.-
-¿Qué problema?- Simón la miró fijamente, como si se preocupara mucho por ella.
Xenia sonrió, naturalmente, no le explicó. Ella solo caminó directamente en dirección al estacionamiento, Simón se quedó ahí parado un rato y la siguió.
Cuando llegaron al estacionamiento, el dolor de estómago de Xenia se hizo cada vez más severo y ya le salió un sudor frío de la frente.
“No sé si Dios quiere jugar conmigo o si soy realmente rebelde. Cuando me dolía el estómago en el pasado, no estaba como hoy. ¿Tengo mucha hambre hoy o solo por las emociones males?” Estaba muy confudida.
Cuando estaba pensando, Xenia casi tropezó con sus pasos tambaleantes, e intentó agarrar a algo.
Y agarró un toque de calor.
Volvió la cabeza y vio el rostro frío y guapo de Simón. Y su mano estaba justo en su brazo.
Xenia se quedó paralizada por un momento, luego se retiró la mano y le preguntó débilmente, -¿Por qué me sigues?-
Su rostro estaba mucho más pálido que antes, y tenía una densa capa de sudor frío en la frente. Se veía muy débil. Simón frunció el ceño con fiereza. No le importaba nada más, además de ella. La tiró de una mano hacia él y le preguntó seriamente, -¿Qué te pasa?-
Xenia quedó abrumada por él y dijo suavemente, -Me duele el estómago.-
Tan pronto como terminó la palabra, todo su cuerpo fue cargado por Simón.
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