La mirada lúgubre y severa asustó a todos, no sabían lo que pasaba, todos miraron a Simón con torpeza, sin saber qué hacer con esa situación durante un rato.
Rafael lo encontró extraño y siguió la mirada de todos.
Como resultado, vio a Xenia sentada en el piso de abajo, con una mano sobre la mesa, hablando seriamente con la persona de enfrente, sus labios rosados brillando bajo la luz y sus cejas frías. Todo de ella era atractivo.
Luego, Rafael echó un vistazo a Simón.
¡Era ella otra vez!
No era de extrañar que Simón se distrajera e hiciera reír a todos.
-Señor Freixa... Si te gusta esta mujer, ¿qué te parece invitarle a comer con nosotros?-
Como Simón no hablaba, todo el mundo no podía decidirse un rato, así que uno de ellos dijo algo con audacia y al ver que Simón no tenía otras expresiones, se levantó y bajó.
Después de que se fueron unas personas, Simón tomó una copa de vino, luego bebió un sorbito, y se rio suavemente.
Tenía muchas ganas de ver, ¿qué haría ella?
-¡Señor Freixa!- Rafael detrás de Simón estaba un poco ansioso, -Que sigan así, ¿no molestarán a la señorita Shelly?-
Simón al oírlo alzó las cejas y lo miró con frialdad.
Rafael sintió de inmediato un escalofrío, y luego no se atrevió a hablar más, por lo que solo pudo hacerse a un lado en silencio y mirar a Xenia por el ventanal.
-Ay, la velocidad de servir las comidas es tan lenta. He estado sentada durante tanto tiempo sin que me sirven nada.- Naomí extendió la mano para acariciar su barriga mientras jugaba un videojuego.
Bernabé miró hacia arriba en este momento, -Tía Sáenz, puedes esconderte detrás de mí, si no, morirás pronto.-
Al escuchar, Naomí se detuvo un rato y luego maldijo con fiereza.
-Maldito, solo me acaricié la barriguita por un rato y este bastardo me atacó. Pero no soy alguien fácil de embaucar. ¡Bernabé, ayúdame a córtale la cabeza!-
Palabras tan feroces hicieron que la gente a su alrededor no pudiera evitar mirar más a este lado, al ver que los dos estaban sosteniendo sus teléfonos móviles y jugando, no las miraron.
Xenia se sintió un poco graciosa cuando notó las miradas de estas personas a su alrededor.
Realmente, Naomí tenía muy buena personalidad y se llevaba muy bien con los ancianos y los niños.
Solo que... Xenia frunció levemente el ceño.
No mucho después de que entrara y se sentara, siempre se sentía como si tuviera un par de ojos mirándola, y esos ojos eran calientes y feroces, lo que la hacía sentir muy familiar.
Entonces Xenia miró a su alrededor, pero no encontró a ninguna persona especial.
Muy extraña, Xenia extendió la mano y le frotó las cejas.
“¿Acaso es porque estoy demasiado cansada hoy, entonces tengo alucinaciones ahora?”
Pensando en ello, varias figuras altas de repente se acercaron a la mesa de Xenia y luego se detuvieron frente a ella.
-Señorita.-
La repentina voz masculina dejó atónitas a los tres. Bernabé terminó de matar al último oponente y levantó la cabeza. Cuando Naomí vio que eran varios hombres gordos de mediana edad, de repente se puso serio.
-¿Quiénes son ustedes?-
Se puso de pie como una protectora y bloqueó directamente a Bernabé detrás de ella.
Xenia estaba sentada allí, levantando tranquilamente los ojos para mirarlos.
-¿Qué pasa?-
Todos vinieron originalmente aquí para complacer a Simón, pero cuando vieron a Xenia solo enarcó suavemente las cejas, y siguió sentando muy tranquila, todos se olvidaron de hablar.
-Si no pasa nada, todavía tenemos que comer.-
-Entonces regresad y decidle a ese hombre, si quiere, no es imposible, venga a invitarme.-
Todos, -...-
Y pensando, “Que venga Simón a invitarla, ¿está loca?”
Xenia enarcó una ceja y sonrió, -¿Qué? ¿No se atreve?-
-No, lo que dijiste...-
-Como no viene personalmente, por favor regresad, tenemos que comer, muy ocupadas.-
Xenia se veía muy tranquila y calmada, pero hay una gran onda en su corazón, “Si esa persona está realmente arriba, y Bernabé también está aquí, ¿se encontrarán los dos?”
Pensando en esto, Xenia solo pudo reprimir las tumultuosas emociones, y luego miró a las pocas personas, -¿Aún no os vais?-
Varias personas estaban tan vergonzosas que regresaron aturdidas.
Tan pronto como se fueron, Xenia miró a Bernabé de enfrente.
-Naomí, pon el sombrero a Bernabé y sácalo de aquí.-
Naomí preguntó, con una expresión confusa, -¿Por qué?-
-No pregunta. Regresad a cenar a casa, y yo volveré más tarde.-
-¿No vas con nosotros?- Naomí abrió mucho los ojos, -Si te quedas aquí, entonces arriba...-
-Conozco al hombre de arriba, pero no me conviene llevaros allí, así que tú y Bernabé idos a casa primero y compensaré la comida algún día que os debo.
Su rostro estaba serio. Y se veía muy seria cuando hablaba a Naomí.
-Entiendo, llevo a Bernabé a salir ahora.-
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