Esposa falsa de Simón romance Capítulo 460

-Señor Simón es el cliente, así que el lugar de reunión lo decide nuestro señor esta vez.- respondió Rafael sin emoción.

Xenia se quedó boquiabierta por un segundo. Pensó por un momento sin responderle.

"Sí, él es cliente. Su idea es lo más importante. Está bien que decide el lugar."

Xenia no sabía dónde decidió Simón para que se viesen, y no sabía cuánto tiempo tardaría en llegar esa vez. Así que sacó el móvil y le envió un mensaje a Naomí, diciéndole que si no regresase cuando ella terminase el trabajo, Naomí iría a recoger a Bernabé a casa y no tendría que esperarla.

Después de enviárselo, Xenia guardó el móvil en su bolso sin preocupación. Se inclinó en el asiento y cerró los ojos para descansar.

Solo quería relajarse un rato, pero no se supo que se quedó dormida más tarde. Cuando se despertó, el coche se había detenido y los alrededores estaban en silencio. Rafael ya no estaba dentro.

Xenia miró a su alrededor y descubrió que se trataba de un restaurante no muy lejos del mar.

En el restaurante, se podía avistar una figura familiar.

Era Simón.

Xenia extendió la mano y frotó los ojos. Puso en orden la ropa que se vestía. Se levantó y empujó la puerta del coche, caminando hacia él.

Ya había llegado aquí, por consiguiente, no tenía que ser hipócrita en ese momento.

Se sentó directamente frente a Simón.

-¿Te has despertado?-

Simón ya tuvo en cuenta cuando ella salió del coche, pero en realidad no imaginaba que anduviese con tanta indiferencia que se sentó frente a sí mismo. Más indiferente era, más inquieto se sentía Simón.

Porque fue la primera vez que Xenia tomó la iniciativa de invitarlo a salir.

El camarero se le acercó, -Señorita, ¿en qué puedo ayudarla?-

Xenia sonrió levemente, -Dame un café, gracias-.

Ella acababa de despertar y se sentía un poco cansada.

-Sí. Un minuto.-

El camarero se fue. Xenia, al mismo tiempo, echó un vistazo a la decoración de la tienda, que era de color azul principalmente. Complementaba con el color del mar situándose en la playa.

Ambas partes guardaron silencio. Cuando le sirvieron el café, Xenia le dio las gracias y luego removió el café con una cuchara.

-Señor Simón.-

Ella lo llamó con cortesía.

Simón frunció el ceño de inmediato, -Si vienes a hablar de negocios, puedes llamarme señor Simón, pero es prohibido que hables sobre ningún asunto privado en el tiempo siguiente. Si vienes por asuntos privados, entonces ... llámame por mi nombre.-

No podía aguantar que esta mujer lo llamase por señor Simón de esa manera tan extraña.

Al oír eso, paró la mano de Xenia que revolvía el café. Tras un rato, levantó los ojos y miró a la persona ante ella. Le contestó de nuevo, -Está bien. Entonces no hablaremos del trabajo hoy, sino de asuntos privados.-

Simón clavó la vista en ella, -Pues, llámame por mi nombre para que lo escuche.-

Xenia, -…-

-¿Tienes que avergonzarme tanto?-

-¿Crees que te estoy avergonzando?- Simón frunció el ceño, -¿Cómo te avergüenzo?-

Al escuchar por qué, Xenia se rio casi frente a Simón.

-¡Simón Freixa!- Ella lo miró fijamente y le dijo palabra por palabra, -¿Quién arrojó el contrato frente a mí y me dijo que me alejase de él? ¿Quién dijo que no me permitía entrar en su empresa y su chalé? ¿Tú crees que son tontos los demás? Después de ser despiadadamente abandonada y empujada, ¿me esforzaría por tenerte? Lo siento. Podrías decepcionarte.-

Esas frases eran acusaciones como sangre.

Aunque estaba muy emocionada cuando hablaban, su expresión y su mirada, incluidas sus emociones, en realidad estaban más tranquilas de lo que pensaba él.

No eran tan histérica como imaginaba.

Esa mujer realmente había cambiado.

¿Quizás fuese así por lo que había hecho en el pasado? Pensando en eso, Simón, con sus labios finos fruncidos, susurró en voz baja, -Te lo puedo explicar todo. ¿te gustaría escuchar?-

-No.- Xenia negó con la cabeza y sonrió levemente, -No tendría ganas de ser informada de las experiencias y la razón de un asesino si hubiese cometido el crimen. Lo que sucedió entre tú y yo es lo mismo. Lo equivocado, equivocado está. No me importa por qué me lo dijiste en aquel entonces. Solo sé que me alejaste sin piedad. Lo que hiciste es lo más importante.-

Al escuchar lo que dijo, Simón se rio de sí mismo, -Parece que no importa lo que diga yo, no lo vas a creer.-

Habiendo dicho eso, Xenia asintió, -Sí. He terminado todo lo que tengo que decir hoy, y luego depende de la decisión de señor Simón. Hace mucho viento aquí. Me siento un poco frío y no puedo quedarme. Así que vuelvo primero.-

Después de hablar, Xenia se levantó y salió con la bolsa.

Simón la miró de espaldas, sus ojos tan profundos que no podía verlos.

-Es una lástima que no importe lo que digas. Sigues siendo mi esposa.-.

Al escucharlo, Xenia se detuvo. Volvió la cabeza y miró a Simón, -¿Qué quieres decir?-

-¿No lo sabes? Legalmente, somos marido y mujer todavía.-

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