Cuando Simón terminó de comer, Xenia recogió todo, lavó el termo, colocándolo sobre el escritorio, y sacó su teléfono para echar una mirada.
Ya eran las ocho de la tarde. Cuando miró por la ventana que estaba completamente oscuro.
Antes de salir, Naomí le había dicho a Xenia que recibiría a Bernabé, por lo que Xenia no debía preocuparse.
Y cuando Simón, a un lado, la vio mirando su teléfono, frunció el ceño, -¿Vas a regresar a casa?-
Al oír esto, Xenia guardó su teléfono, luego frunció los labios y dijo, -Estaré aquí contigo y no te preocupes.-
Sorprendido, Simón levantó las cejas y no pensó en que ella tomara la iniciativa de quedarse. Pensaba que él mismo necesitara a hacer un truco.
-No creas que no sé lo que estás pensando.- Xenia interrumpió sus trucos en el momento justo, como si hubiera conocido muy bien sus malas intenciones, -Te limita ese truco que nunca te cansas de intentarlo. De todas formas, te lesionaste por mí, por eso sabes que no puedo hacerte nada ahora. Puedes pedir como quiera antes de que se recobrara la herida.-
Después de decir eso, Xenia se sentó en la silla de al lado. Probablemente estaba aburrida, así que sacó su teléfono de nuevo y estuvo enviando mensajes de texto con alguien.
Simón no se molestó ni se avergonzó cuando ella conoció su intención.
No le importaba nada.
Aunque sabía que era desvergonzado en este sentido, no le importaba mientras pudiera acompañarla.
Siempre y cuando el resultado sea de su agrado.
Al pensar en esto, las emociones bajo los ojos de Simón se profundizaron más.
Aunque Xenia se quedó, no le prestó atención ni lo miró ni te preocupaste por si le dolía la herida.
Ella miró su teléfono mientras Simón la miró.
Simón se sintió cada vez más incómodo al verla.
¿Por qué ella lo ignoró como si no estuviera presente? Pensando en esto, Simón soltó de repente un gruñido.
Cuando Xenia lo escuchó, levantó conscientemente la cabeza y vio el rostro pálido de Simón con sudor frío. Estaba tan asustada que apresuradamente dejó su teléfono y corrió hacia él.
-¿Qué te pasa? ¿Ha empeorado la herida? Voy a llamar a un médico ahora mismo.-
Tras decir eso, Xenia quería darse la vuelta para llamar a un médico, pero fue detenida por Simón, -No lo hagas.-
Xenia se dio la vuelta, -¿Por qué no llamo a un médico cuando te duele? No sé cómo está la herida, así que dejaré que el médico la trate.-
Ni siquiera le dio la oportunidad de negarse, salió rápidamente de la sala y llamó al médico.
Porque su herida era grave, en cuanto el médico se enteró de que podía tener otros síntomas, se apresuró a seguirla para examinar a Simón y dijo, frunciendo el ceño, -¿Qué pasa? ¿Cómo empeora la herida de repente que se ha curado antes? ¿Qué habéis hecho?-
Al oír eso, a Xenia se le ocurrió lo que había hecho antes Simón, cambiando la cara. Efectivamente, habían vuelto a agravar sus heridas por aquellas acciones. Pero ese tipo estaba tan tranquilo que no parecía tener en cuenta sus heridas en absoluto.
Al ver que ninguno de ellos le respondió, el médico transfirió la mirada y luego dijo, -Lo trataré de nuevo, pero duerma boca abajo durante la noche para que no vuelva a tocarse la herida. Además, no hagas ningún gesto de desgarro, para que no la deteriore de nuevo, la cual es tan grave que necesita cuidar bien durante un tiempo. Si esto ocurre tan frecuente que deteriore la herida, entonces no me lo culparás.-
El médico lo había dicho tan claro y comprensible, así que Xenia lo entendió bien y asintió, -De acuerdo. He conocido todo bien. Lo recordaré que preste atención después.-
Después, el médico le trató la herida y vio que la mirada de Simón no dejaba de posarse en el cuerpo de Xenia, sin apartarse nada. Por eso confundió que fuera una pareja. Cuando se iba, lanzó una frase, -Cuida bien a tu marido. Esta herida puede ser grave o no. Si deja una secuela, puede ser muy problemática en el futuro.-
Debido a que tenía una lesión en la espalda, ni siquiera tenía la oportunidad de apoyarse en el asiento, sino que le costó mucho sentarse, lo que parecía cansado. Con la lesión en su espalda... era bastante miserable.
Xenia pensó y fue a buscar una silla más alta, encima de la cual encontró dos almohadas para poner.
-Está bien si no quieres dormir, pero te cuesta mucho sentarte así, así que te preparo esto, para que puedas inclinarte hacia adelante si estás cansado.-
Lo dijo, señalando las dos almohadas.
Simón las miró, pero su cara era un poco mal.
¿Cómo podría acostarse así frente a Xenia? ¿Qué feo sería eso?
No se movió ni Xenia tampoco. El aire era tan quieto que parecía un poco aterrador. Después de un rato Xenia lo miró y dijo, -¿No vas a acostarte? ¿No estás cansado de estar sentado todo el tiempo?-
Simón la miró y de repente pensó en algo, curvando los labios, -¿Tanto quieres que yo descanse?-
Xenia asintió, -Más o menos. ¿Cómo se curarán tus heridas sin descanso? Puedo ir a dar la vuelta si no quieres que yo lo vea.-
Después de decir eso, Xenia también vio una camita a su lado, en que se dispuso a descansar por la noche. Pero justo cuando se dio la vuelta, su muñeca fue jalada por Simón. Se dio la vuelta y vio que Simón había quitado todas las almohadas que estaban encima de ese sillón, entonces él dijo, -Siéntate.-
Xenia, -¿Qué quieres hacer?-
-Siéntate y lo sabrás.-
Así que se sentó con cara extraña. Justo cuando se sentó, Simón le metió una almohada en la espalda y luego colocó otra en su regazo. Luego él iba a dormir boca abajo.
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