Esposa falsa de Simón romance Capítulo 482

Fruncido el ceño, Diego vio a la menuda figura que desaparecía rápidamente de su vista antes de que lo reaccionara.

Naomí subió corriendo al piso y se escondió en su habitación, con el corazón palpitando.

¿Qué estaba pasando? Diego estaba realmente caminando hacia ella. Si no se equivocó, su vista debería haber estado mirando sus labios.

¿Sería que... la buscaba por la venganza que lo besó repentinamente antes?

Pensando en esto, Naomí se apresuró a cubrir su pecho, -¿Por qué está saltando tanto que me decepcionó?-

Después de recordar, se arrepintió mucho por qué corrió cuando Diego tomó la iniciativa de acercarse a ella hacía un momento. Ella debería aprovechar la oportunidad perfecta para volver a burlarse de él.

Por ejemplo, lo besaría de nuevo a hurtadillas.

¡Buena idea!

De hecho... había desperdiciado la ocasión.

Naomí rompió en lágrimas, cubriendo las mejillas.

En el hospital.

Ya había pasado más de una hora cuando Xenia llegó al hospital con el termo.

Cuando entró en la sala, un destello de alegría cruzó los ojos de Simón, pero rápidamente desapareció mientras se sentaba allí con un rostro sombrío, sin saludarla tampoco.

Xenia lo ignoró y directamente puso el termo sobre la mesa, abriendo la tapa.

En cuanto se abrió la tapa, salió el aroma de la comida que había dentro y no tardó en llenar toda la sala.

Porque Simón llevó mucho tiempo esperando aquí, y, en ese entonces cuando recibió su llamada, ni siquiera comió antes de apresurarse, su estómago ya estaba vacío. Así que cuando olió el aroma de la comida, su estómago pareció seguir la agitación inquieta.

Frunció ligeramente el ceño. Esta mujer...

Se le movió la garganta al pensarlo, pero al final no dijo nada.

Xenia sirvió la sopa de arroz en un cuenco y, teniendo en cuenta que el inconveniente de lesión, llevó la comida frente a él a propósito.

-Cómelo.-

Simón no lo aceptó y la miró con desazón.

Xenia levantó una ceja y preguntó, -¿Qué? ¿No tienes hambre?-

-Dijiste que te esperara una hora.-

-Sí.- Xenia asintió, -¿Hay algún problema?-

Simón no habló con su mirada fijada en ella y un momento después se quejó.

-Llegas treinta minutos tarde.-

Xenia dijo, -¿Pues? ¿No comes porque llego tarde?- después de decir eso, Xenia incluso agita el cuenco en su mano hacia él.

Simón pido, -Engatúsame.-

Xenia respondió, -¿Qué?-

Simón dijo, -Soy un paciente.-

Enfadada, Xenia resistió el impulso de aplastar la cabeza y apareció una fría sonrisa en sus rojos labios, -¿En serio?-

-Sí.- Simón asintió y luego se acercó, con su aliento mezclado con el suyo, -Si no me engatusas, no comeré. Si no como, es difícil curar la herida dañada para ti. El médico dijo que me dejaría cicatrices.-

Xenia lo echó una mirada, pensando en que si este hombre estaba coqueteando con ella a fuerza de sus heridas simpáticas a propósito.

Era obvio que sí.

-Además, tengo que operarme de la reparación. ¿Puedes soportar que no coma?-

Xenia estaba realmente enfadada y preguntó, -¿Entonces qué quieres?-

Simón levantó la mano y señaló la comisura de los labios, lo que significaba obviamente que quería un beso. Mirándolo, Xenia encogió las pupilas.

¡Qué desvergonzado este cabrón!

-De ninguna manera. Puedo engatusarte para que comas y nada más. Simón, si no quieres comer, entonces tiraré toda la sopa de arroz que he hecho. Luego llamaré a Rafael para que cuide de ti, y en cuanto a tus heridas, me haré cargo de todos los gastos médicos.- después de decir eso, Xenia le sacó el teléfono móvil, fingiendo llamar a Rafael.

En el siguiente segundo, Simón se levantó de repente de la cama tan rápido que asustó a Xenia.

Antes de que pudiera reaccionar, la muñeca que sujetaba el teléfono fue arrancada por Simón.

-¿Acabas de decir que has hecho todos los platos?- preguntó. A Simón le importaba esto.

Viendo que se levantó bruscamente lo que era seguro que tirara de la herida, así que Xenia se olvidó de hacer la llamada y fue directamente a su espalda para intentar verle la herida a pesar de que Simón seguía sujetándole la muñeca con fuerza.

-¡Contéstame!-

-Sí, todo lo he hecho. ¿Te lo vas a comer o no?-

-Lo como.- Simón la miró fijamente y extendió sus manos hacia ella, -Me equivoqué antes y me lo comeré ahora.-

Xenia estaba sin palabras.

Le entregó el cuenco y dijo, -Come de prisa. Luego se enfriará.-

-Vale.- Simón asintió obedientemente, luego sostuvo el cuenco y bajó la cabeza para comer la sopa de arroz que ella había hecho. Después de tomar un sorbo, frunció el ceño con disgusto, -¿Por qué es tan soso?-

-Porque estás herido. ¿Acaso quieres gozar un festín de comida?-

Simón quedó en silencio.

Mirando sus ojos helados, las comisuras de la boca de Simón se crisparon, -No, basta con esto.-

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