La mirada de Simón ardió en Xenia, que se sintió un poco incómoda por su mirada y dijo, -Descansa, yo volveré primero.-
-¿Tan temprano?- Simón miró la hora, -Quédate conmigo un poco más.-
Su tono natural molestó a Xenia.
Un segundo Simón la había interrogado con cara seria, y ahora su tono era tan relajado, que era como si fuera otra persona.
¿Por qué podía cambiar de humor tan rápidamente?
Xenia dijo unas cuantas palabras malas sobre él en su mente antes de responder, -No, tengo algo esta tarde y tengo que volver primero.-
-¿Qué es?- preguntó Simón de nuevo, sólo para que Xenia recordara de repente algo.
Había prometido recoger a Bernabé del colegio esta tarde, y cuando pensó en Bernabé, Xenia pensó que sus rasgos eran casi idénticos a los de Simón.
Pensando en ello, Xenia tosió ligeramente, -Alguna cosita, pero yo también tengo que ir. Descansa un poco en el hospital y volveré a verte mañana cuando pueda.-
-¿Y qué pasa con mi cena? ¿No tengo ninguna cena si no vienes?- Había un aire de resentimiento en las palabras de Simón.
Xenia se lo pensó; no tenía a nadie en casa para cocinar, y que Rafael le llevara la cena era poco probable. Un hombre como Rafael probablemente iría a comprarle comida instantánea.
No, Xenia negó con la cabeza.
Se equivocó. Simón era una aristócrata con un chef de primera clase en casa y podía tener lo que quisiera.
Pensando en ello, Xenia dijo entonces, -Déjame pensarlo primero, si estoy libre, iré a traerte comida.-
Después de decir eso, Xenia no le dio la oportunidad de replicar, cogió su bolsa y se fue enseguida.
Sólo cuando salió de la sala, Xenia se relajó.
Por suerte, corrió rápido, si se hubiera quedado, seguramente Simón habría vuelto a preguntar, -¿Y si no estás disponible?-
Y entonces tendría que volver a pensar en excusas.
Era tan horrible.
Con eso en mente, Xenia salió del hospital a paso rápido.
En la escuela.
La puerta estaba ahora abarrotada, y Xenia miró su reloj; aún faltaban cinco minutos para que terminara la clase de Bernabé, y decidió esperar un poco más.
Después de otros cinco minutos, por fin sonó el timbre de fin de clase.
Inmediatamente después, el profesor sacó a un grupo de niños de la clase en una larga fila.
Por cuestiones de seguridad, los profesores de aquí recordaron a los padres de los niños y luego los confirmaron uno por uno, y los nombres de los niños fueron llamados salieron de la fila. Xenia era tan hermosa que se paró entre la multitud y la profesora la vio enseguida y entonces sonrió, -Bernabé, tu mami está aquí para recogerte hoy.-
Xenia no venía muy a menudo a la escuela, pero como era guapa y como Bernabé solía ser querido por los profesores de la escuela, por eso, éstos se acordaban de ella.
Bernabé oyó que su profesor le llamaba y asomó un poco la cabeza fuera de la fila y miró hacia la puerta.
Madre e hijo se miraron y los ojos de Bernabé se iluminaron inmediatamente antes de lanzarse hacia Xenia.
-Despacio, no te caigas.- El profesor vio la escena y se apresuró a amonestar.
Pero Bernabé finalmente había visto a Xenia venir a buscarlo. Estos días había sido la tía Naomí la que lo había recogido de la escuela, y aunque él también quería a la tía Naomí, seguía prefiriendo a su madre.
Xenia se quedó sin respuesta.
Era cierto.
Porque Diego no aprobaba que estuviera con Simón, pero porque Simón se había lesionado, ella había estado yendo al hospital últimamente. La empresa tenía tantas cosas con las que lidiar a diario que, sencillamente, no le importaba lo que pensara Diego.
Ahora que se calmó, Xenia pensó en lo que le dijo a Diego antes, y no le pareció bien.
Diego era su hermano, su mayor apoyo moral.
Cuando Xenia estaba tan malherida al principio, contó con la ayuda de Diego para aguantar hasta ahora.
Pero ahora tenía que cuidarse del hombre que la había herido en primer lugar, y por eso Diego estaba enfadado.
Pensando en eso, Xenia tomó su teléfono sin saber qué hacer.
-Mamá, si tienes miedo de llamar al tío Diego, yo puedo hacerlo por ti, pero tienes que explicárselo tú misma.-
Xenia dijo, -Será mejor que me rinda entonces…-
Xenia guardó su móvil, decidiendo textear a Diego más tarde.
Pero Bernabé se enfadó de verdad, -Mamá, el tío suele ser muy bueno contigo y tú no llamas al tío.-
Tras decir eso, Bernabé saltó del carro de la compra, -No quiero hablar más contigo.-
Entonces, salió corriendo en el supermercado y Xenia llegó demasiado tarde para impedirlo. Cuando reaccionó, Bernabé ya había desaparecido.
Xenia se rió, su hijo también era travieso algunas veces…
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Esposa falsa de Simón