Esposa falsa de Simón romance Capítulo 510

Creciendo, Bernabé se parece cada día más a Simón Freixa.

Se le ocurrió a Xenia una idea, pero de pronto desapareció porque creía que era imposible.

Xenia volvió a mirarlo, como que iba a reconocerlo.

Pero en seguida dejó de mirarlo y le dijo, -Señor, se equivoca de persona. Tengo mucho que hacer, y le pido que no nos persiga.-

Luego se marcharon los dos.

Óliver se detuvo allí, sorprendido y confuso.

“Le he saludado, ¿por qué no me reconoce? ¿Acaso le hice algo malo? Durante los cinco años estaba muy preocupado por ella, pero ni siguiera me quiere saludar.” Pensándolo Óliver, decidió finalmente perseguirlos.

En este momento, Xenia ya estaba en la caja y Bernabé estaba a su lado, ayudándola con los bolsillos.

Luego los dos salieron del supermercado, seguido de Óliver, quien quería saber más de ella.

Viéndola tan pálida, Bernabé volvió la cabeza atrás y lo vio, luego agarró levemente la mano de Xenia y dijo, -Mamá, nos persigue.-

Escuchándolo, Xenia caminó menos rápido pero no se detuvo, diciendo, -No le hagamos caso.-

-Pero, ¿de veras no lo conoces? Si no lo conoces, ¿por qué nos persigue?- preguntó Bernabé.

Xenia también quiso hacerle esta pregunta a él porque pensó que la persecución era falta de respeto, pero no lo hizo.

Caminando, Xenia respiró profundamente porque a pocos metros llegarían a donde vivían. No quería que se enterara él de su ubicación.

Justo ahora vio un restaurante a su paso y dijo, -Bernabé, con tanto camino supongo que estás cansado, comemos algo en este restaurante, ¿te parece?-

Bernabé levantó la cabeza y preguntó, -Pero, Mamá, me dijiste que ibas a cocinar en casa.-

-No pasa nada,- respondió Xenia con una leve sonrisa y dijo, -Comemos un poquito, ¿vale? Además, ahora estoy muy cansada.-

Consintió Bernabé, -Vale.-

Luego los dos entraron al restaurante y el camarero los atendió apenas se sentaron.

Se detuvo Óliver allí fuera del restaurante, y miró a su alrededor.

“Si los dos no cogen taxi para casa, deberían vivir cerca, y en este momento entran al restaurante, supongo que no quiere que me entere de su ubicación.” Se detuvo allí pensando, “como un caballero, estando en esta situación, no debería molestarles más, pero, han pasado cinco años sin ninguna noticia suya, y la encontré justo aquí, si la dejo ahora, no creo que la encuentre luego.”

Estaba dudando y sonó el teléfono. Apenas recibió, su rostro se demudó.

-Bueno, ahora vengo.-

Tras colgar el teléfono, Óliver volvió a clavar sus ojos en ellos.

Ahora no quería nada contacto ni relación con la Familia Freixa.

-Vale.- Bernabé comprendió y tiró el papel al basurero de al lado.

-Muy bien.- Xenia apretó la mejilla de Bernabé con satisfacción y sonrió suavemente.

Después de comer algo en este restaurante y confirmada la salida de Óliver, Xenia pagó la cuenta y los dos se marcharon para casa.

Pasando por un arbusto, de lo cual salió un gato, que corrió hasta los pies de Xenia, maullando.

-Un gatito.- Bernabé lo miró.

-Sí.- Respondió Xenia, queriendo acariciarlo pero lo impidieron las compras. Luego pensó que había comprado peces, dijo al gato, -Te he comprado peces, pero ahora tenemos que ir para casa. Luego te las traigo. Ahora vete a cuidar a tus hijos.-

Como si la entendiera, el gato callejero maulló y luego volvió al arbusto.

Contenta, Xenia sonrió, -¡Qué mono!-

Repitió su palabra Bernabé.

-Ahora vamos a cocinar. Luego le traemos las peces.-

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