Esposa falsa de Simón romance Capítulo 538

Diego miró a Xenia que estaba muy llamativa, y le respondió en voz baja,

-Todavía no-

-¿Todavía no? Entonces, ¿hasta cuándo?- Xenia preguntó con cierta angustia, tomando la caída del vestido, -Diego, ¿sabes lo cansada que está tu hermana con este vestido?-

Xenia miró el vestido que llevaba puesto, y se quejó, -Es muy pesado, ¿lo sabes?-

-Te presentaré a algunas personas, ven conmigo- Diego le dijo que se bajara del escenario. Aunque Xenia se sentía sufrida, no lo puso de manifiesto en la cara. Recogió el bajo del vestido y avanzaba a regañadientes.

Cuando Diego la llevaba a conocer a los demás, inevitablemente tenía que hacer brindis. Sin embargo, a Xenia le resultó incómodo llevar la caída del vestido y sostener una copa de vino en la mano a la vez. En el momento significativo, Naomí corrió detrás de ella y le dijo, -Te ayudo a llevar eso-

Xenia se quedó muy agradecida y dio la vuelta para mirarla. No obstante, Naomí desvió su mirada sin atreverse a mirarla de frente. Justo en ese momento, Xenia se dio cuenta de que lo que estaba evitando de verdad había sido la mirada de Diego.

¿Así que la razón por la que no había venido hasta ahora era por Diego? Pensando en lo que Naomí había hecho antes, Xenia no pudo aguantar reírse en el interior- Xenia, este es el Jefe Efraim, el mayor comerciante de telas de Ciudad Norte-

Cuando escuchó las palabras “comerciante de telas”, los ojos de Xenia se iluminaron. Su hermano Diego le pareció realmente bravo, porque le habría presentado a una figura tan pronto. Este comerciante de telas justamente era lo que le faltaba a Xenia ya que tenía una empresa de diseño de ropa.

-Jefe Leguizamo, su hermano ha crecido bastante bien hasta ser extraordinariamente bella, igual a a su madre-

Este jefe Efraim tiene una edad parecida a la madre de Diego y Xenia, Diana Quintana. La cara de Xenia le acordó la señora Quitana en la juventud, y eso le hizo sentir nostalgia. Agitó la copa de vino en su mano, sorprendemente empezó a decir con un poco de tristeza, -En aquel entonces yo también estaba postrado en el encanto de la Señora Quitana. Sin embargo, es una gran pena que en sus ojos no haya entrado nadie más que ... -

De repente, se detuvo de hablar, dándose cuenta de que se le había ido la lengua antes de reírse embarazoso, -Lo siento, parece que he dicho demasiado. Lo que quería decir es que ... te pareces mucho a tu madre de aquel entonces-

-Gracias- Xenia le mostró una sonrisa antes de dar las gracias, tras lo cual se intercambiaron algunas galanterías más. El Jefe Efraim habló de tenerla como invitada en la empresa en algún momento antes de que Diego la llevara a la siguiente persona que quedara que conocer.

Por el camino, se encontró con varios personajes, todos los cuales eran a los que Xenia quería conocer. Ya que había tomado varias copas de vino, ya estaba un poco abrumada por este momento. Además, el vestido que llevaba era tan pesado, así que tenía muchas ganas de retirarse y cambiarse de vestido para descansar.

Probablemente Diego se dolió un poco por el cansancio que revelaba el entrecejo de Xenia, de modo que solo la llevó a conocer a unos invitados importantes. Luego, miró a Naomí la que había estado llevando el dobladillo de la falda y le dijo, -¿Me acompañas a hacer brindis a algunos invitados que podrían ser útiles para vuestra empresa? -

Frente a tal galán que le extendió una invitación, era imposible para Naomí que se negara. Sin duda alguna, la aceptó asintiendo con dulzura, -De acuerdo, entonces ... Primero enviaré a Xenia a la parte de atrás , y luego iré por ti-

-Vale- Diego asintió con la cabeza.

Entonces, Naomí envió a Xenia al trasfondo, caminando con tanta ligereza que su alma ya no parecía ser la suya.

-¿Qué pasa? Diego te pidió que te unieras a él, ¿así que se te sube la cabeza?- Cuando llegaron a un lugar donde no había nadie, Xenia empezó a bromear con ella con sonrisa.

Naomí respondió al instante con ojos muy abiertos, -¡Qué tontería! Diego me pidió que me uniera a él, ¿acaso no estamos favoreciendo tu empresa, tu negocio? Diego me ha pedido eso porque tiene una hermana que es tan débil, la cual ya empieza a rendirse después de reunirse con solo unos comerciantes. Si fueras más fuerte, ¿cómo es posible que me haya tocado esta oportunidad de que un refuerzo puede jugar en el campo?-

Al escuchar eso, Xenia soltó mucha risa y exclamó sonsiéndose, -Sí, ¡qué excelente refuerzo! Excelente refuerzo, ¿dónde está Bernabé?-

Al mencionar a Bernabé, Naomí se extrañó diciendo,

-¡Qué raro! Antes pregunté a las criadas y me dijeron que Bernabé estaba con Diego. ¿Qué pasó?-

No obstante, no había nadie al lado de Diego en ese momento. Entonces, ¿dónde se metió la chiquita?

-Deberías cambiar de vestido primero-

Xenia miró el camerino espacioso y asintió, -Entraré a cambiarme, volveré rápido y, pregúntale a Diego de paso a dónde se fue Bernabé y pide que ésta viniera a verme aquí-

-Entonces, ¿puedes quitarte este vestido por tu cuenta?-

De repente, todas las luces fueron apagadas y cayó la oscuridad.

Los nervios de la gente eran sensibles en la oscuridad, aún más cuando pierde el sentido de la orientación. En este caso, Xenia entró en pánico de repente y se puso a gritar alarmada,

-¿Quién es? ¿Qué quieres ha...cer? -

Una gran palma caliente le acarició la espalda, evitando que estuviera apoyándose directamente contra la dura pared, mientras que la otra se enroscó en su cintura para que no pudiera escapar en absoluto.

Lo llegó después era besos ardientes.

Los finos labios del hombre cubrieron los suyos sin ninguna ternura, mientras el olor familiar de su cuerpo la invadía dominantemente. Xenia estaba en shock hace un momento, pero después de oler este olor familiar, se quedó atónita y parada por allí.

Tan pronto como se quedó con la mente en blanco, el hombre aprovechó de ese momento para invadirla más con su lengua entrando en su boca. En la oscuridad, los ojos de Xenia se abrieron inconscientemente para ver mejor a la persona que estaba tan cerca.

Algo brillaba en plata en la oscuridad.

Aunque lo que tocaban los labios de Xenia era suave, lo que tocaba su nariz era una superficie fría, como si fuera ...¿hierro?

¿Qué era?

Justo cuando Xenia estaba aturdida, el hombre que la abrazaba apretó descontento su cintura, como si quisiera integrarla en su cuerpo.

-¿En qué estás pensando? Incluso, no estás concentrada a estas horas-

-¿Pensando en los hombres que acabas de conocer?-

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