Cuando Naomí bajó a la escalera rápidamente, pero encontraba que no estaban juntos los dos. Sólo estaba Simón en el salón, no vio a Xenia.
Xenia no estaba, Naomí se convirtió en cobarde cuando vio a Simón de repente.
No sabía que era por el rollo frío suyo, o era por que era su jefe directo antes, por eso Naomí siempre tenía miedo a él.
Ahora vio que él estaba sentado solo en el salón, Naomí anduvo adelante con miedo, -tú... -
Simón echó un vistazo agresivo, Naomí se asustó y las piernas quedaban blandas, pero... pensaba que ahora él estaba persiguiendo a Xenia, y ella era buena amiga de Xenia, ¿por fin Simón también tenía que actuar según su cara, no?
Al pensar en eso, Naomí tosió levemente, no le parecía que tenía tanto miedo a Simón.
La mirada de Simón sólo quedaba dos segundos en ella y se fue. Él estaba sentado con las piernas cruzadas, el rasgo guapo se traslucía el frío implacable, los ojos cortantes eran muy atractivos.
Naomí examinó a Simón, entrecerró los ojos secretamente. Este hombre realmente era mucho más guapo que los demás.
¿Cómo ella escapaba de la seducción de este hombre en aquel año? Acaso el rollo de este hombre era siempre muy frío, ¿por eso nunca pensaba que le gustaba a este hombre?
Cuando recordaba los daños que recibió Xenia en aquel año, Naomí se calofrió inconscientemente. Menos mal que no le gustaba a Simón en el año, ¿si no que ella se convirtió en la misma persona como Sofía?
Naomí pensó y anduvo hacia allí preguntando, -¿Dónde está Xenia? -
La mirada de Simón no movió, dijo fríamente, -En la cocina. -
Acababa de decir eso, Naomí justo oyó ruidos venidos desde la cocina, ella se escapó desde el frente de Simón rápidamente por su bien, y entró en la cocina.
Xenia acababa de encender el fuego y iba a hacer los platos cuando entró Naomí.
Ella volvió la cabeza y vio que Naomí cerró la puerta de la cocina furtivamente, a ella le parecía gracioso y la estaba mirando diciendo, -¿Te haces una ladrona?-
Escuchado eso, a Naomí le parecía como había asustada y volvió la cabeza mirándola.
-Te haces una ladrona. -
-Si no te haces la ladrona, ¿por qué estás furtiva en propia casa?-
-Crees que quiero estar furtiva, ¡no es que llevas a un hombre a casa de repente y lo hago así!- Naomí puso los brazos cruzados antes del pecho y anduvo hasta su frente. Xenia calentaba la olla mientras decía, - Enciende la campana extractora para mí. -
Naomí levantó la mano y encendía la campana extractora por ella preguntando, -¿Qué te pasa? ¿No es que no quieres estar con él? ¿Cómo que le llevas a casa cuando sales a comprar el sal? -
Xenia dijo, -Tampoco lo quiero así. -
-Pero por fin lo haces. -
Era cierto, por fin ella abrió la puerta y dejó a Simón entrar.
Ella mordió el labio bajo, vio que la olla estaba caliente más o menos y echó las verduras en ella. Los humores subieron arriba de repente. Naomí lo veía y escondía atrás inmediatamente diciendo, -Contéstame rápidamente, ¿por qué él aparece por aquí y por qué le llevas a casa? -
Xenia estaba cocinando las verduras mientras estaba pensando si la contaba lo que pasó abajo a Naomí hacia poco. Pero pensaba la segunda vez, le parecía que si se lo contaba, según las características de Naomí, debía tener mucho miedo y no se atrevía a dormir.
De todas maneras, todos los asuntos pasaban el mismo tiempo en estos días, además había muerto una persona esta mañana.
Si ella decía que fue seguida, pues...
Al pensar en eso, Xenia se rio levemente, -Justo le encontré abajo, él era descarado. Pues le llevo a casa. -
Escuchado eso, Naomí entrecerró los ojos sospechosamente, -¿Le llevas a casa porque es descarado? ¿Por qué no sé cuándo has sido tan fácil de convencer? -
Xenia paró lo que estaba haciendo, miró a Naomí con mal humor.
-¿No tienes nada que hacer? -
Naomí pestañó, Xenia la tiró antes de ella y la entregó la rasera a su mano, -Te lo encargo. -
-Oh. -Naomi miraba la rasera en la mano, -Creo que vas a hacer la comida para él personalmente, ¿por fin me lo encargas? -
En ese momento de desconcierto, ella se retiró hacia el lado con subconsciencia, pero fue presionada por Simón al otro lado de armario.
Xenia miraba atónita y gritaba, -¿Simón, qué haces? -
La fragancia de su cuerpo, además la blandura que pertenecía a su extremidades, todos hicieron a Simón controlarse difícilmente.
Él tampoco sabía qué le pasaba esta noche. Había visto tantas veces antes, pero esta noche... por esa frase suya, él tenía calor por mucho tiempo.
Hasta ahora... su corazón todavía estaba llena de impulsos.
Quería mucho mucho...
Simón levantó la mano, tocaba su cara con el punto de dedo, movía abajo poco a poco, por fin cayó entre su cuello y hombro.
Xenia era muy sensitiva, el toque así la hizo empezar a temblar levemente sin parar de repente, incluso tembló los labios rojos.
Xenia movía la vista un poco abajo, se sentía el calor que venía desde el punto de dedo de Simón.
Ella vio que Simón estaba muy...intranquilo esta noche.
-Tú... -Xenia quería decirle algo, Simón levantó los ojos de repente. Los ojos oscuros parecía como tenía la fuerza de atracción, inhalaba su alma dentro y la cogía.
-¿Abrazamos, vale? -
Ella mordió los dientes, -Seguirme arriba es para decir eso, cómo es posible, tú... -
Sin embargo ella no había terminado hablar, Simón se inclinó a abrazarla, la cogía su cintura fuertemente.
Xenia quedaba asustada en el mismo sitio.
A continuación, ella se sentía un calor húmedo venido desde su cuello.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Esposa falsa de Simón