Esposa falsa de Simón romance Capítulo 602

-Por cierto, ¿has visto a Simón cuando has venido antes? ¿Estaba abajo?- Xenia no pudo evitar preguntar de nuevo, ya que aún se sentía extraña.

Los ojos de Naomí se volvieron un poco cambiantes mientras se mordía el labio y decía con cuidado, -Está, abajo.-

-¿Está abajo?-

Xenia frunció el ceño, -¿No acabas de decir que no estaba allí?-

-¡Yo también me he quedado de piedra, así que me he equivocado!- Naomí era un poco incoherente.

Sin embargo, Xenia miró de repente a Naomí con ojos agudos.

-¿Qué te pasa? Tartamudeando en tu discurso, ¿te descubrió él?-

Naomí sacudió la cabeza apresuradamente.

-No, no me descubrió, si lo hiciera, ¿cómo entregaría tu medicina? Me encontré con él y me preguntó qué quería contigo, le dije que venía a entregar tus papeles y me dejó entrar. Sólo que su cara era muy desagradable y su tono era agresivo, así que me daba un poco de miedo.-

Al decir estas palabras, Naomí ni siquiera se atrevió a mirar a Xenia a los ojos. Porque una vez que Xenia viera sus ojos, sabría que Naomí estaba mintiendo.

Naomí bajó la vista y se miró con inquietud los dedos de pies.

De hecho, cuando Naomí entró hace un momento, pensó que no había nadie en casa, así que intentó ir deprisa a la habitación de Xenia para darle la medicina.

Pero Naomí no esperaba que la detuviera una voz masculina sin emoción justo al llegar a la escalera.

Naomí, por supuesto, sabía quién era la persona que la llamaba, y precisamente porque sabía quién era, estaba demasiado asustada para mirar a la otra persona a los ojos mientras se estremecía y se giraba lentamente.

-Señor Simón…-

La gélida mirada de Simón, que parecía el credo de una serpiente, se detuvo un momento en el rostro de Naomí antes de mirar la bolsa que sostenía.

A Naomí le entró un sudor frío por la aguda mirada y casi se desmayó.

-¿Vienes a ver a Xenia?- preguntó Simón.

Naomí asintió repetidamente; sentía que su cabeza estaba en un vibrador.

Estaba claro que Naomí había vivido aquí no hace mucho tiempo, pero en presencia de Simón, se sentía como si fuera una intrusa en esta habitación.

-¿Qué es lo que quieres con ella?- preguntó de nuevo Simón.

Naomí recordó las excusas que Xenia le había inventado antes y le explicó en un susurro, -Hay un documento en la empresa que necesita la aprobación de Xenia, así que se lo llevé a Xenia para que lo firmara.-

Naomí estaba preparada, así que tras decir esto, sacó rápidamente el documento de su bolso y se lo entregó a Simón, -Mira, este es el documento.-

Simón no fue a por el documento que tenía en la mano Naomí.

Al ver que Simón no parecía interesar la autenticidad del documento, Naomí lo guardó y dijo, -Como no tiene nada particular, iré primero a Xenia.-

Con eso, Naomí se dio la vuelta y se preparó para subir corriendo las escaleras.

-Espera.- Simón la detuvo una vez más. Naomí se quedó inmóvil de espaldas a Simón con una expresión de sufre.

Empezó a recordar exactamente por qué había venido a entregarle la medicina a Xenia. Era como si no pudiera ocultar nada al tal Simón, y si el hombre seguía interrogándola, Naomí no creía que fuera a ser capaz de mantener la calma pronto.

- ¿Señor Simón?- Naomí se dio la vuelta y miró cuidadosamente a Simón con una expresión de interrogación.

Simón levantó la mano y abrió la palma.

-Dame.-

En ese momento, la respiración de Naomí se detuvo y sintió que la sangre recorría todo su cuerpo hasta llegar a su cerebro, lo que le dificultaba pensar. Naomí fingió que no entendía y le entregó a Simón el documento que tenía en la mano, -Señor Simón, ¿quiere ver el documento? Sí, aquí tienes.-

-Este no.- Simón todavía la miraba, -Ya sabes lo que quiero.-

Naomí recordó la promesa que le había hecho a Xenia y decidió seguir haciéndose la tonta y esbozó una sonrisa bobalicona.

Aunque Xenia no lo admitía, en realidad seguía amando profundamente a Simón.

Si Xenia volviera a estar embarazada, tal vez seguiría su corazón y se quedaría con Simón y dejaría de sentir dolor.

Una vez que Naomí tuvo ese pensamiento, sus acciones fueron influenciadas por ese pensamiento.

Naomí miró la botella, todavía dudando, -Pero no quiero mentirle.-

-No lo sabías.- Las palabras de Simón parecían tener magia, -Cambié la medicina cuando no mirabas, no sabías nada.-

Naomí levantó la cabeza para mirar a Simón.

-¿Cómo podría fingir que no lo sabía? Me diste la medicina, yo…-

-¿Crees que le daría la oportunidad de tomar la píldora?-

Naomí estaba visiblemente agitada, sabiendo que Simón haría lo que ella quería. Si Simón dijo que no dejaría a Xenia tomar la píldora, entonces Xenia no debe ser capaz de tomarla, ni siquiera de verla por un segundo.

Al pensarlo, la mano de Naomí se había extendido inconscientemente y había tomado lentamente la botella de vitaminas que Simón sostenía.

La botella con las vitaminas era exactamente igual a la botella con las píldoras, pero las medicinas que había dentro definitivamente no eran píldoras anticonceptivas.

Naomí se decidió y tomó el frasco de pastillas y subió.

Los ojos de Simón la siguieron de cerca hasta que Naomí desapareció al final de la escalera.

Naomí paró y se escondió en la esquina para mirar a la alta figura de abajo.

Consideraba todo esto como un favor a Simón, y también a Xenia.

Al fin y al cabo, después de todos estos años, ya era hora de que se resolviera su conflicto interior.

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