Esposa falsa de Simón romance Capítulo 625

Confirmando su respuesta, el camarero se retiró.

Volvió el silencio entre ellos.

Cuando estaba a su lado, Naomí se sentía nerviosa y tímida antes de sus rechazos que le dijo en su casa, ahora sintió nada más que vergüenza.

“Lo quiero de verdad, ¿por qué no me deja ni siquiera una oportunidad?” pensó Naomí.

El silencio se dominó hasta que el camarero entró con los platos.

Cuando les sirvió la cerveza, Diego la miró con interrogación, -¿Vas a beber alcohol?-

-Sí.-

Recordando en su comportamiento borracho, Diego la impidió, -No te lo permito.-

Si no le hubiera rechazado, Naomí pensaría que le estaba cuidando, pero ahora pensó que era una ironía.

Le dijo con furia, -Señor Diego, parece que no tienes derecho a prohibirme beber si eres nadie para mí.-

Escuchando sus palabras, se sintió desalentado, y le dijo, -Si estás borracha, ¿quién te lleva a casa?-

No esperaba su respuesta esta, con una sonrisa forzosa, -No te preocupes. Llamaré a mi amigo para que me cojas. Cuando terminamos la cena, puedes marcharte.-

Apenas terminó su discurso, Naomí sintió mucha vergüenza, porque no le permitió beber alcohol no por otra cosa sino su seguridad.

“¿En qué estoy pensando?” murmurando, bebió una copa de cerveza antes de probar los platos.

Diego quería impedirla, pero pensó que tenía razón lo que era nadie para ella.

Entonces no habló, ni tampoco probó los platos, se quedó inmóvil mirando a ella.

Cuando se dio cuenta de que la estaba mirando atentamente con los ojos negros, Naomí detuvo, y le dijo, -Señor Diego, pruébalos. Con mirarme comer, no estarás lleno.-

Luego siguió bebiendo y comiendo.

No dejó de hacerlo hasta que se sintió mareada con un vientre inflamado.

En este momento no vio nada sino una figura borrosa delante de ella, y se levantó, -Yo, me… me voy al baño. Con… con permiso.-

Luego caminó hacia la puerta, agitando los pasos.

Viéndola mareada, Diego tuvo que acompañarla con su abrazo agarrado, -He dicho que no bebas. ¿Por qué nunca me hiciste caso?-

Entonces Naomí le besó su garganta, que era el lugar más sensible de los hombres según dijeron.

Como se imaginaba, Diego tembló apartándose de ella.

Vio que su rostro estaba totalmente enrojecido.

Con rapidez ella se volvió a lanzar sobre él como un león a su presa, pegada a su cuerpo, con los abrazos rodeados de su cuello, y las piernas de su cintura.

-No me importa lo que me dije, te quiero en serio. Oye, si no te he confesado el amor, tus rechazos no sirven para nada.-

Luego lo besó de la frente, los ojos, la nariz hasta la mejilla y los labios, y Diego se quedó completamente sorprendido por sus actos.

Cuando los vio con tanto cariño, el camarero tuvo que retirarse avergonzado.

Se esforzó mucho por apartarse de ella, y la dejó en el sofá, indiferente, -Siendo una chica, deberías comportarte bien. ¿A ti te gusta tanto abrazar y besar a los hombres?-

Viéndola callada, siguió, -Tú crees que con unos besos violentos y seducción corporal, ¿podría estar enamorado de ti?-

-¡Claro que no!- le gritó con las lágrimas brotando de los ojos, -Nunca pensé apropiarte de tal manera. Pasa es que te echo mucho de menos y te quiero besar…-

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