Esposa falsa de Simón romance Capítulo 624

Naomí se detuvo inmóvil durante diez segundos enteros, y se levantó quejándose, -¡Qué susto me habéis dado!-

Xenia se encogió del hombro, mirándola, -¿Por qué no duermes en la habitación?-

La siguió Bernabé, -Sí, Naomí, ¿por qué duermes aquí? ¿Porque llegaste a casa muy tarde?-

Escuchando sus palabras, Xenia descubrió algo interesante, y le preguntó, -¿Hasta cuándo llegaste?-

El rostro de Naomí se demudó de repente, cabizbajo, murmurando, -Ayer… Ayer no pasó nada.-

Luego echó a correr para su habitación diciendo, -Tengo mucho sueño, pido un día de descanso.-

Apoyada contra la puerta, suspirando profundo, y se avergonzó mucho por lo que ocurrió ayer.

Cuando estaba en la cama, empezó a recordar lo ocurrido.

Ayer fue a buscar a Diego en su empresa y cuando salió él, la dejó entrar en el coche, y los dos, se sentaron juntos atrás.

Estando tan cerca de él, Naomí se volvió muy nerviosa, y lo miró de vez en cuando.

Más lo miró, más le gustó, su rostro hermoso, perfil bien figurado, y la madurez…

Si no hubiera sido por los ánimos de Xenia, no hubiera buscado a él, ni tampoco hubiera sentado a su lado.

-Señor Diego, ¿has cenado?- le preguntó en voz bajita.

Apenas le dijo, se dio cuenta de lo tonta que era porque recién salió del trabajo.

-No.- La contestó tranquilo.

Escuchando su respuesta, lo miró de nuevo, y sintió lo indiferente que era desde que le rechazó.

Aunque la rechazó, lo seguía amando, porque el amor no se ocultaba.

-Entonces, ce… cenamos, ¿vale?-

Temerosa de su rechazo, le contestó rápido, -Te invito.-

La miró fríamente.

-¿De acuerdo?- repitió con mucho nervio.

La miró temblando hasta los labios, decidió al final no fallarle, y consintió.

No esperaba su consentimiento, nerviosa y sorprendida, Naomí le volvió a preguntar, -¿Que sí?-

-¿Cómo?- levantó de repente la cabeza.

-Lo que te dije en mi casa, ¿lo has olvidado?-

Dándose cuenta de lo que se refirió, se quedó pálida moviendo la cabeza afirmativamente, -No, no lo olvido. Lo tengo claro.-

“¿En serio?” pensó Diego, y la clavó los ojos.

Viéndolo tan serio, Naomí no se atrevió a abrir la boca, pensando, “¿Acaso me va a rechazar aquí de nuevo?”

Diego siguió, -Si lo recuerdas, ¿para qué me buscas?-

Levantó la cabeza, pero no habló ni una palabra, porque pensó que él no iba a creerle si le explicó que le echaba de menos.

Justo llegó el camarero salvándola del dilema, -Perdón, señorita, el pato con salsa que ha pedido se ha vendido todo, podría cambiarlo?-

-Vale,- diciendo y miró al menú y no mucho rato marcó otro, -Éste.-

-¿Está segura, señorita?-

-Bien segura.-

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